10. Natural

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Semanas después Lucerys mandó una carta a su padre y abuelos solicitando su presencia en Dragonstone por un asunto confidencial, ni una semana después un barco llegó a las costas trayendo consido a los señores de Driftmark y su heredero. Esa tarde después que los invitados comieran y se refrescaran el Omega los guió hasta sus habitaciones junto a su madre, padrastro y hermanos mayores, Joffrey y los niños fueron dejados afuera por el temor de que pudieran revelar lo que se mostraría.

Ahí todos fueron testigos de como Edward creaba una lanza perfecta con varios pedazos de hierro y como Alphonse reparaba un jarrón de cerámica roto. La habitación se volvió un caos rápidamente, nadie podía creer lo presenciado y las explicaciones de los niños no parecían satisfacer a ninguno de los adultos, Lucerys intervino en su nombre y después de largas horas de justificaciones sencillas y más pruebas con distintas cosas todos terminaron por aceptar con asombro las grandes habilidades de los niños.

Se acordó no mencionar ni una sola palabra de lo visto a nadie por su seguridad, si alguien lo descubría podrían intentar de todo para conseguirlos con el fin de usarlos para sus propios fines, ese poder era algo que ni siquiera los Targaryen podían controlar o replicar, cualquier casa poderosa iría a la guerra con tal de obtener tales habilidades, en especial la fracción verde de su familia.

Pocos días después del décimo noveno onomástico de Lucerys y el octavo de Alphonse todos fueron convocados a Kings Landing por la celebración de compromiso de Aemond y Aegon, al parecer Alicent por fin había convencido a su convaleciente esposo de casar a sus hijos en busca de reforzar las bases para el supuesto reclamo de Aegon al darle una pareja Alfa y futuros herederos propios, si una punzada de dolor atravesó a Lucerys por la noticia nadie se enteró.

En esa ocasión no fueron recibidos al llegar al a fortaleza, todos pasaron a las habitaciones del rey para saludarlo pero al estar demasiado perdido por la leche de amapola no se quedaron demasiado.

Pronto todos comenzaron a prepararse para el banquete, Alicent se había encargado de hacer un gran alboroto por el asunto, invitando a los grandes señores de las casas vasallas como si Aegon fuera el legitimo heredero y una simple ceremonia de compromiso fuera lo suficientemente importante para tal celebración.

Lucerys se vistió con un traje negro de la cabeza a los pies, el cinturón plateado con el emblema Velaryon destacaba sobre el jubón liso que en el lado izquierdo de su pecho tenía bordado en hilo de plata el estandarte de su familia. Sus botas tenían placas del mismo material a los costados de la parte alta de la suela, al igual que en la punta redondeada y las orillas superiores, dónde el pantalón ligeramente ancho se apretaba bajo el cuero entallado de su calzado.

Guantes negros con el logo de su casa bordado igualmente sobre los dorsos ocultaban sus manos, la capa azul Velaryon se sujetaba de dos hombreras compuestas por placas de plata que emulaban escamas y de ellas también partían cadenas finas del mismo material que surcaban su pecho sin interponerse en con el símbolo del caballito de mar. Su cabello estaba recogido en una media cola pequeña, dejando algunos mechones sueltos sobre el rostro, su pelo no era muy largo pero había querido usar el broche que Ed hizo para él por su cumpleaños, tenía el emblema Targaryen en su estructura y estaba teñido de negro.

Edward y Alphonse fueron ataviados con conjuntos azul cobalto bordado igualmente en hilos de plata y capas negras cubrían sus espaldas con el signo Velaryon en ellas. El cabello del mayor era mucho más largo ahora así que una pequeña trenza baja lo mantenía en orden, el brazalete de Daemon seguía en su brazo gracias a un reajuste en su tamaño pero ahora era acompañado con una placa similar fijada sobre su bota izquierda en la parte delantera de la pierna, del lado contrario a dónde estaba el brazalete.

Ahora los niños llegaban hasta la altura de los hombros de Lucerys, habían crecido mucho en esos casi dos años después de su última visita.

Laenor los esperaba afuera de la habitación y al verlos salir les sonrió con orgullo, acariciando lss cabezas de los niños y dejando un beso en la frente de su hijo. Se reunieron con Jacaerys y Joffrey cerca del salón para llegar juntos como dictaba la etiqueta, al entrar fueron presentados cómo los integrantes de la casa Velaryon por orden, Laenor avanzó con los brazos entrecruzados con los de sus dos hijos Omega mientras Jacaerys se acomodaba al lado libre de Joffrey y Ed y Al junto a Lucerys.

Caminaron por el salón lleno de gente y fueron directo a sentarse en la mesa principal junto a la familia, ahí el Omega notó dos cosas, la primera eran las horribles caras de disgusto que tenían los prometidos y la segunda, la ausencia de muchos Lords y Ladys importantes, ni un solo señor del norte, sin Arryns, Greyjoys o Tyrell. Incluso de Velaryon solo había asistido su padre, el heredero, y no el actual señor o su esposa quien además era tía de los prometidos.

Mientras más avanzaba la celebración más incómodo se ponía Lucerys, muchos Lords y Damas se acercaba a él con coquetería, hablando de sus logros, lo bellos que eran sus hogares y como debía visitarlos alguna vez o peticiones para bailar. No era muy bueno lidiando con la atención de tantas personas sobre él y en algún punto, mientras Rhaena y Baela sacaban a bailar a sus niños él simplemente escapó un momento del lugar, caminando por los pasillos de la fortaleza hasta encontrarse con un balcón en el que tomar aire fresco, los olores de todas esas personas lo tenían agobiado.

—¿Mala noche sobrino?— le dijo una voz a sus espaldas, Lucerys se giró rápidamente al reconocer a su portador.

—Tío... ¿No deberías estar allá junto a tu prometido?— le dijo con indiferencia, apartando la mirada del violeta profundo del mayor.

—Aegon prefiere la compañía de sus copas y yo tampoco estoy muy interesado en alargar este gran circo que se ha formado.

—Tu madre estará insatisfecha al saber tu poca predisposición a la boda.— Lucerys se giró para observar el cielo estrellado y la luna que iluminaba el cielo.

—Estoy seguro de eso.— le dijo el rubio tomando lugar junto a él, recargándose en la barda de piedra. —Debe agradecer que no huí al otro lado del mundo cuando me pidió casarme con mi hermano.

—Vaya, realmente hoy estás muy comunicativo tío, comenzo a creer que no estás en tus cinco sentidos.

—Me bebí toda una jarra de vino antes de salir de mi habitación como medida de prevención.— dijo el Alfa.

—¿Prevención para qué?— preguntó.

—Para no hacer algo estúpido como matar a todos los imbéciles que se acercan deseándome un feliz matrimonio... O algo peor.

—¿Qué podría ser peor que matar a un inocente?— preguntó Lucerys ligeramente divertido, observando el perfil del otro, era raro verlo tan dócil, los efectos mágicos del alcohol, suponía.

—Besarte.— le respondió el Alfa girando su rostro para encararlo.





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