03. Nothing Else Matters

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Cuando el relato de los niños terminó Lucerys les dejó una bandeja llena de comida para satisfacer su hambre, primero probaron con cautela pero al notar el delicioso sabor de todo comenzaron a comer sin pena, habían estado semanas sin una sola comida decente sobreviviendo de agua sucia y sobras de regusto horrible, cuando su apetito estuvo saciado el Omega los guió hasta su baño, previamente preparado por algunos sirvientes, ahí los pequeños pudieron deshacerse de la suciedad que se había adherido a ellos, empañando sus bellas características.

Laenor había salido de la habitación para hablar de los hechos con el resto de la la familia, dándole privacidad a su hijo que cómodamente cuidaba y mimaba a los pequeños huérfanos como si los conociera de toda la vida.

Entre debastes y conversaciones sobre el curso siguiente de los hechos y el futuro de los niños, uno de los navegantes Velaryon fue anunciado y pronto entró para dar la noticia de el hallazgo de los restos de una nave mercantil prácticamente hundida y sin un solo sobreviviente al noroeste de sus aguas, corroborando el relato de los niños.

En la habitación Lucerys había pedido a las criadas traer ropa para ambos infantes, los ayudó a vestirse y peinó sus cabellos mientras escuchaba todo lo que tenían para contarle sobre su viejo hogar. Incluso le hablaron de como Edward había roto sus collares de esclavos poco antes del ataque, comentando que de no ser por ese incidente probable hubieran recibido una paliza.

Lucerys no quiso pensar en la idea de esos dos dulces pequeños siendo esclavizados por el resto de sus vidas, cosa que al parecer los niños aún no entendían del todo.

—Mh, ¿Entonces sabes leer todos esos libros complicados con cinco años?— preguntó el Omega sentándose con los chiquillos en la cama. —¡Eso es sorprendente!

—¡Yo también, yo también sé y tengo cuatro!— chilló Alphonse con una sonrisa dulce.

—Si pero no eres tan bueno, siempre me preguntas qué significa cada palabra de cinco que lees.— replicó su hermano con una sonrisa socarrona.

—¡E-eso es porque aún soy pequeño!, ¿Verdad?— el niño apretó la manga de la camisa ancha que llevaba el castaño, quien sonreía enternecido ante las triviales discusiones de los niños.

—Por supuesto, a tu edad a penas y podía leer algunos libros infantiles, ¡Realmente son todos unos genios!— elogió.

El mayor controló lo mejor que pudo sus deseos por acariciar las brillantes cabelleras rubias o apretar las suaves mejillas de los pequeños, ¡Eran tan lindos!, Aún así sabía que debía mantener el contacto mínimo y respetuoso, eran dos cachorros que habían pasado demasiado, no necesitaba agobiarlos.

La personalidad de Edward, el mayor de los niños, era más áspera y cautelosa, no era tan comunicativo cómo su hermano, con ese puchero permanente en los labios y las cejas ligeramente fruncidas como si intentara lucir amenazador. Tenía un suave aroma a pergamino, tinta y algo de metal, Lucerys podría apostar que ese niño crecería para ser un Alfa, también explicaría lo protector que era con su hermano menor, quien a diferencia de Edward tenía una actitud dulce y abierta, con sonrisas fáciles, ojos brillantes y aroma a pay de manzana.

Pronto la puerta se abrió, sus abuelos, padres y padrastro entraron al lugar con miradas curiosas ante la familiaridad del ambiente. Las preguntas no se hicieron esperar, los niños respondieron lo mejor que podían pero se notaban nerviosos e intimidados por todos los adultos de presencia imponente en el lugar, Lucerys intervenía de vez en cuando por ellos al notar su incomodidad y cuando el interrogatorio terminó poco a poco se fue vaciando el lugar hasta dejarlos nuevamente solos.

El Omega intentaba relajarlos con su aroma mientras les contaba algunas cosas de su familia, sobre el gran número de hermanos que tenía y lo amables que eran sus padres y abuelos a pesar del miedo que pudieran dar, les explicó sobre su sangre Targaryen y como tenían el poder de unirse a dragones, eso rápidamente les regresó el ánimo a ambos niños que emocionados comenzaron a hacer pregunta tras pregunta sobre las magníficas bestias, cómo se veían, si escupían fuego, qué tan grandes eran, si entendían sus palabras o qué comían.


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