28. Love You Like a Love Song

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Los meses corrieron veloces, después de que Edward se recupera por completo reanudó sus entrenamientos y conforme pasaban las semanas era más común ver a Aemond ayudando a los niños Elric y sus sobrinos menores con algunos consejos para mejorar sus técnicas, también se hizo costumbre ver pasear a Lucerys sujetado del brazo del principe tuerto al menos unos minutos cada vez que caía el ocaso, cuando ambos estaban libres de deberes.

Los jovencitos rubios no estaban del todo contentos con la presencia del Alfa pero aprendieron a tolerarlo... Al menos la mayor parte del tiempo pues de vez en cuando, en esas ocasiones en las que sentían que Aemond robaba demasiado tiempo la atención de Luke, tomaban venganza colándose a sus habitaciones y cambiando el color de sus túnicas, convirtiendo todas sus botas en izquierdas o haciendo que sus aceites para el cabello olieran horrible.

El nacimiento de los gemelos de Jacaerys y Aegon, Jahaerys y Jahaera fue un gran evento, la Reina organizó un torneo en honor a los pequeños y los presentó a la corte, los niños de piel pálida, ojos azul Arryn cómo Jacaerys y mechones plateados con rizos tupidos Velaryon, sorprendiendo a todos y llenaron de orgullo a sus familiares. Meses después del alegre suceso el heredero y su familia regresaron a Dragonstone, el primer vuelo de los bebés fue en lomos de Vermax y Sunfyre mientras estaban bien sujetos contra los pechos de sus progenitores al volver a su hogar ancestral.

Lucerys regresó a sus deberes como embajador del comercio extranjero por lo que comenzó a viajar regularmente por semanas e incluso meses a lomos de Arrax, quién seguía creciendo, Ed y Al ahora estaban obligados a quedarse en la capital por sus entrenamientos para ser escuderos por lo que raramente podían acompañarlo.

Fue en uno de esos viajes que el cumpleaños número doce de Ed llegó, Rhaenyra realizó un festín en su honor y la familia lo colmó con obsequios pero él no pudo evitar sentir la tristeza apretar su pecho mientras observaba el horizonte en busca de algún rastro del dragón perlado en el cielo. Cuando estaba a punto de rendirse al ver el ocaso apagarse divisó la figura que poco a poco crecía hasta que Arrax aterrizó en medio del patio del Red Keep, alarmando a los guardias y llenándolo de una enorme felicidad. Lucerys descendió del dragón cargando una alforja llena de frascos con materiales extraños del otro continente como regalo para él.

Pocas semanas después Aegon III se presentó como un Alfa, llenando de felicidad a sus padres, cuando la cuarentena del jovencito terminó se presentó con la frente en alto ante la sociedad pero un vago vestigio de tristeza revoloteaba en sus ojos púrpura, ganádose la preocupación de la Reina, quién mandó llamar una noche a su hijo a las habitaciones privadas que le pertenecían para poder cuestionarlo lejos de oídos extraños.

—¿Qué te aqueja hermoso niño?— preguntó la mujer pasando sus dedos por los cortos mechones plateados de Aegon. —Has estado desanimado desde que terminó tu calor, ¿Hay algo que te preocupe?.

El jovencito desvío la vista de los escrutadores iris de su madre, jugueteando con sus manos tras la espalda. —No es nada.

—No debes mentirle a tu madre.— reprendió suavemente a la par que sujetaba juguetonamente la nariz recta de su hijo con dos de sus dedos. —Te conozco bien.

—Es solo... Una tontería.

—Mm, ¿Qué clase de tontería?.

Aegon se retorció incómodo, sus ojos se oscurecieron y sus hombros se hundieron con vergüenza. —No quería ser Alfa.— susurró.

Rhaenyra parpadeó dos veces confundida. —¿Puedo saber la razón?.

—¡Yo no quería ser Alfa, siendo un Alfa tú y padre me comprometerán con alguien para formar alianzas!, ¡Siendo un Alfa nunca podré casarme con Ed!— las lágrimas se desbordaron de sus ojos mientras se encogía aún más, ocultando el rostro entre sus manos.

La mujer observó a su hijo sacudirse por el llanto mientras la realización la golpeaba, con una sonrisa suave lo atrajo a sus brazos, Aegon ahora llegaba a su naríz y ella no pudo evitar pensar cuánto había crecido.

—Nadie te forzará a casarte hermoso niño, te prometo una cosa, tú podrás unirte con quién desees siempre y cuando la otra persona esté de acuerdo.— le dijo para luego besar su frente. —Eres el hijo de la Reina, nadie podrá decidir a quién debes amar.

Mientras Aegon dejaba de llorar y se aferraba a su madre lo decidió, él algún día se casaría con Edward.

Con el tiempos corriendo a sus pies Aemond y Lucerys por fin se vieron comprometidos después de un largo periodo de cortejo. Con 23 y 25 años se esperaba que contrajeran nupcias en dos lunas después del anuncio, Edward y Alphonse por fin habían aceptado a Aemond luego de largos años de reivindicación (aunque eso no evitaba las bromas ocasionales por parte de Ed).

Aemond seguía sin saber cómo diablos sus botas eran cambiadas por unas de un mismo pie, obligándolo a pedir más o el por qué su cabello olía mal en ciertos  periodos de tiempo. La verdad es que el tuerto había comenzado a adorar a los niños Elric, la vivaz ferocidad de Ed lo llenaba de orgullo al verlo superar a todos y cada uno de sus oponentes, así como la determinación de Al para darle más lucha a su hermano de lo que cualquier otro Alfa de su edad podría.

¡Llegó un punto en el que incluso los llevó a dar una vuelta en Vaghar!, Recuerda con cariño como Alphonse aceptó de inmediato su invitación, completamente fascinado por la perspectiva, él era mucho más abierto a su lado y era obvio que Aemond había logrado ganarse su afecto y confianza. Edward por otro lado... Bueno, era obvio que confiaba hasta cierto punto y lo apreciaba pero siempre era calculador, tosco y malhumorado a su lado, solo aceptó después de que no pudo convencer a su hermano de no ir.

Dos semanas después del anuncio oficial del compromiso de Aemond y Lucerys, su sobrino Viserys se presentó como alfa y apenas salió de su habitación oliendo a sándalo quemado gritó frente a todos que se casaría con Alphonse muy pronto y le daría muchos nietos a su madre, ganándose un golpe en la nuca de parte de Lucerys y un gran no de Laenor, el autoproclamado abuelo favorito de Al y a quien el Omega servía de escudero a la tierna edad de doce.

El escándalo no tardó en esparcirse por todo Westeros y ahora no había ciudad en los Siete Reinos que no hablara de como uno de los hijos de la Reina deseaba desposar a alguien sin apellido weterossi, cosa que desanimó al joven rubio, haciendo que negara los afectos del valiente chiquillo de diez años, claro que eso no lo hizo retroceder ni rendirse, ¡Era un Targaryen y un dragón, conquistaría su tesoro como sus antepasados a los Siete Reinos!.



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