22. City

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El campo de batalla era un lugar horrible, la peste a muerte, sangre, acero y carne quemada cubría todo rastro del tranquilizante aroma a agua salada del mar. Habían pasado casi siete semanas desde que llegaron al frente y apenas habían recibido a las tropas aliadas pocos días más temprano, Lannister, Tully, Baratheon, Targaryen y Greyjoy principalmente.

Los leones eran cobardes y orgullosos, demasiado confiados en la superioridad que el dinero podía darle a sus botes más grandes y bellos, claro que eso no le serviría de mucho ante las tácticas enemigas. Catapultas enormes que lanzaban bolas en llamas difíciles de apagar debido al líquido flamable con el que estaban bañadas, el agua solo avivaba las llamas al chisporrotear con la sustancia aceitosa, una total perdición para los barcos de madera.

Arrax y él hacían todo lo posible para destruir cada una de esas malditas cosas pero era difícil acercarse lo suficiente debido a los arqueros y ballestas de piso, más grandes y peligrosas para las partes blandas del dragón, y en especial su jinete. Quizá los disparos no matarían a Arrax pero lastimarlo era suficiente para darle ventaja al enemigo, Luke no podía arriesgarse a eso.

Los Greyjoy tenían naves rápidas y más pequeñas, adecuadas para ataques rápidos que les daban su gran fama de rufianes marítimos, Dalton Greyjoy era un sujeto feroz, un guerrero formidable aunque poco honorable en el sentido convencional, apenas unos años mayor a Lucerys y un hombre agradable si sabías ganarte su aprecio, caso contrario a su vengativa personalidad con los que le desagradaban, por suerte el Omega logró amistarse con él.

Los Baratheon eran buenos guerreros pero no destacaban cómo marineros, estaban hechos para la tierra y eran pocas las ocasiones que la batalla llegaba a tierra sin el peligro de ser bombardeados por una lluvia de flechas desde los escondites creados por el panorama rocoso, los Tully por otro lado eran suficientemente diestros en el agua pero malos manejando el fuego de las catapultas y flechas como cualquiera.

Usaron táctica tras táctica y aunque habían logrado retener la lucha en un punto muerto de dar y recibir, no pintaba para terminar pronto. Más con el hecho de que Corlys dejaba fuera del peligro a Lucerys tanto como podía, haciéndolo volar lo suficientemente alto para que ninguna ballesta o flecha lo alcanzara, las catapultas no eran mucho peligro para él al tener un ángulo de impacto difícil de calcular si peleaban con algo en movimiento.





Al caer la noche todos los capitanes y Lords se reunieron en una carpa para discutir el siguiente movimiento, Arrax había divisado refuerzos de la Triarquia esperando para acercarse a más de dos mil millas náuticas, debían actuar ya antes de que los acorralaran.

—¡Debemos usar una formación punta le flecha!, Romper la alineación del enemigo y atacarlo desde su territorio, es la única forma de que nuestro fuego llegue a ellos!— decía el Lord Tully, hermano del señor de las Riverlands y jefe de su división de refuerzos rivereños.

—A menos que te guste que te cojan por cada maldito agujero tu plan es una mierda, ellos tienen esas jodidas cosas lanza bolas aceitosas que prenderían fuego a nuestros barcos antes de que nos acerquemos lo suficiente para que una flecha con fuego alcance sus culos.— refutó Dalton sin delicadeza, ganándose miradas furiosas de muchos ahí.

—¿¡Y qué se supone que tenemos que hacer maldito mocoso de Sal!?— gritó colérico Lord Tarth, el líder enviado por los Baratheon.

—No podemos usar formaciones horizontales o nos van a usar de tiro al blanco.— comentó el Lannister a cargo.

—No lo harán si quemo sus velas y catapultas antes.— dijo Lucerys determinado.

—No, es demasiado riesgoso, el dragón necesitaría acercarse y mientras ataca un barco el resto se iría contra ustedes.— replicó la Serpiente Marina.

—No si me muevo en la oscuridad y ataco con llamaradas rápidas e indiscriminadas, ahora no hay luna, es el momento perfecto.— contraatacó.

—Sigue siendo mucho riesgo majestad, eres el único jinete que tenemos.— añadió el Lannister.

—Si queremos avanzar aunque sea un poco tendremos que hacerlo así, yo atacaré superficialmente, una pequeña flota se acercará en una formación defensiva, una finta lo suficientemente creíble, pocos hombres y naves vistosas, un señuelo para que me den tiempo de quemar adecuadamente todas las catapultas que pueda, esas armas son vulnerables cuando tienen que recargarse.— les dijo el castaño, plantando sus manos en la pequeña mesa de madera.

—Es lo mejor que tenemos y debemos movernos ya antes de que los refuerzos se acerquen y nos den por detrás.— apoyó Dalton.

Después de algunos minutos de discusiones el plan fue aceptado y todo se pusieron en macha ocultos bajo la oscuridad de la luna nueva.

Arrax era el más rápido de los dragones conocidos con jinete, ni siquiera el Anfíptero Sangriento lograba vencerlo en carreras de vuelo limpio, silencioso y blanquecino se mezclaba bien con la neblina del mar. Lucerys lo hizo volar sin una sola antorcha iluminando para no advertir al enemigo, subieron alto hasta escapar de la bruma y al estar sobre la flota enemiga se lanzó casi en picada sobre el borde delantero de la formación de barcos, donde tenían las catapultas, susurrando una orden para prender fuego apuntó directo a dónde sabía que debían estar las bodegas en lugar de las enormes armas.

Gracias a eso los contenedores de combustible explotaron dejando inhabilitado cualquier disparo extra al que ya estaba cargado y condenando al barco a quemarse hasta que no quedara nada. Se movió rápido siguiendo la hilera de barcos, las flechas volaban sobre ellos pero los movimientos veloces de Arrax que los abatía cómo una cuchilla horizontal de un barco a otro, además de la poca visibilidad hiciero que los ataques no hicieran más que unos cuantos roces leves en el cuello y alas del dragón.

Mientras Lucerys comenzaba a moverse sin un patrón establecido sobre las tropas después de terminar con los barcos armados, una pequeña formación de naves Lannister se acercó, redirigiendo la atención de los enemigos en las cuevas rocosas.

Cuando su trabajo en los barcos estuvo hecho y el apoyo Greyjoy y Velaryon llegó a terminar su trabajo él dirigió a Arrax a quemar a todo el que salía de las cuevas, por desgracia eso lo ponía cerca de la lluvia de flechas y varias lo alcanzaron, tres rebotaron sin siquiera abollar la armadura negra que lo protegía, una en la pierna, otra en el pecho y una más en la espalda, pero una cuarta logró darle en el brazo izquierdo.

Cuando el enemigo restante se volvió a ocultar en los túneles él se retiró. El resto de las tropas colocaron una formación ofensiva y defensiva, acorralando a los rezagados en tierra sin descuidar las flotas que pronto llegarían de mar abierto.






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