20. Summertime

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—Están atacando nuestras embarcaciones y matando a nuestros hombres, es mi deber como Señor de las Mareas.— la voz de Corlys resonaba en la sala de reuniones de Driftmark, ahí Lucerys, Rhaenys, los consejeros y grandes capitanes se reunían.

La Triarquia estaba ganando territorio, asaltaban barcos de comerciantes y la flota Velaryon por igual, el mensaje de guerra era claro, trataban de aprovecharse del nuevo reinado y el extenso número de problemas que estaba lidiando internamente para hacerse del poder marítimo en su territorio.

—No seas irracional, debemos pedir el apoyo de la corona antes de movernos.— dijo Rhaenys intentando hacer entrar en razón a su esposo, quién se quería lanzar inmediatamente a la batalla.

—¡Ellos no se van a detener mientras nosotros corremos a pedir apoyo, necesitamos movernos ya!— refutó la Serpiente Marina. —Enviaremos un cuervo a Kings Landing y hoy mismo zarparé a los peldaños con el frente de la flota.

—Corlys...

—¡Abuelo, déjame ir contigo!— le pidió Lucerys levantándose de su asiento para plantar las manos sobre la mesa de madera. —¡Arrax será una gran ventaja en batalla!.

El mayor negó con la cabeza, cruzándose de brazos. —Ni hablar, eres el heredero de nuestra casa, el futuro de los Velaryon está contigo y no dejaré que vayas a pelear arriesgando tu vida.

—¡Soy un jinete de dragones y tu nieto!, ¡Puedo defenderme y pelear por nuestra gente, es mi deber!— replicó el castaño. —¿¡Cómo podría llamarme el heredero de nuestra casa si no soy capaz de luchar por ella y por mi familia!?.

—Luke, escucha a tu abuelo, no podemos permitir que vayas a la guerra.— le dijo Rhaenys acariciando la espalda del muchacho, intentado apaciguarlo.

—¡Soy un adulto, no pueden tratarme como un bebé toda mi vida abuela!.

La mujer tomó la joven de los hombros, haciéndolo erguirse en su dirección, después mudó una de sus manos a la pálida mejilla. —Eres el hijo de mi hijo, siempre serás nuestro niño. Sé que te sientes frustrado pero entiende que solo buscamos lo mejor para ti y tus hermanos.

—Abuela por favor... No pueden pedirme que los deje arriesgar su vida así nada más, porque no lo haré.— los ojos verdes de Lucerys estaban cristalizado pero mantenía la llama de la determinación ardiendo ferozmente en ellos.

Antes de que Rhaenys volviera a intentar alejarlo de esas ideas Corlys tomó la palabra. —De acuerdo, irás conmigo al frente, tu padre regresará aquí para regir en mi ausencia y tu abuela regresará a Kings Landing a seguir con su deber como Mano.

—¡Corlys...!

—Está decidido querida.— sentenció el Señor de las Mareas. —Hemos terminado, capitanes, preparen todo para zarpar, Lucerys, haz lo mismo contigo y Arrax.

Cuando los hombres comenzaron a abandonar la habitación él Omega depositó un beso en la mejilla de su abuela y después otra en la de su abuelito, el hombre devolvió el gesto con un en su frente y lo dejó marchar, quedando solo él y su señora esposa que lo miraba con dagas en los ojos. La mujer esperó a que el menor se alejara por el pasillo para rodear la mesa y encarar a su marido.

—¿¡Cómo puedes llevarlo a la batalla!?, ¡Podría ser herido o algo peor, es demasiado peligroso!

—Lucerys pronto cumplirá veinte, está en su derecho a decidir sus batallas y nosotros no podemos encerrarlo como una figurita de cristal.— le dijo. —¡Soy su abuelo!, ¿¡Crees que me gusta la idea de verlo arriesgarse así!?, ¡Ese niño ha sido mío para amar tanto como lo fueron mis propios hijos o sus hermanos y hermanas!, ¡Daría mi vida por verlo feliz y sano!.

—¿¡Entonces por qué lo dejas ir!?.

—¿Crees que no se lanzaría a la batalla aún sin nuestro permiso?, ¡Prefiero tenerlo bajo mi cuidado a verlo aventarse al peligro sin más!.— el hombre acarició el rostro de su señora con cuidado, depositando un suave beso en sus labios.


Lucerys avanzó presuroso al patio de entrenamientos, ahí la profesora Izumi lanzaba por el aire a los pobres chicos que se levantaban una y otra vez contra la mujer que les leía un libro de historia sobre las grandes casas de Westeros mientras los enfrentaba en combate con una sola mano libre, vaya mujer, pensó Lucerys.

—Disculpe que interrumpa profesora, se ha presentado algo y necesito llevarme a los niños.— habló el castaño con una ligera inclinación.

—Oh, Lord Lucerys, por favor no se disculpe, podemos retomar la clase mañana.— la mujer de cabello oscuro lo saludó con una sonrisa amable, dejando a los infantes desplomarse agotados en el suelo. —Vamos, vamos, su padre los llama.

Después de despedirse de su maestra los niños corrieron para tomar las manos de Lucerys, contándole cómo les había ido en el día mientras caminaban de regreso al castillo con destino a la habitación del mayor. Cuando la puerta se cerró tras de ellos el Omega soltó la mano de los hermanos para verlos de frente, puso sus palmas en las mejillas de los niños, bajando el rostro para verlos fijamente.

—Me iré por un tiempo, no pienso ocultarles la verdad. Hay problemas con la Triarquia así que como heredero de mi casa iré a pelear por ella junto a mi abuelo.— les dijo, mordiendo su labio inferior al ver como las caras de los niños se llenaban de terror.

—¿¡Irás a la guerra!?— preguntó horrorizado Ed, sosteniendo la mano que lo acariciaba.

—¿Nos dejarás?— continuó Al con los ojos húmedos.

—No, nunca los dejaría, solo me iré por un tiempo pero volveré, no tienen que preocuparse.

—¿¡Y si te lastiman, y si no regresas!?— le dijo el mayor de los hermanos, ahora ambos niños tenían lágrimas corriendo por el rostro.

—Escúchenme, les juro que voy a regresar con ustedes aunque sea lo último que haga. A cualquier costo, ¿Me entienden?— Lucerys acarició amorosamente los pómulos suaves de sus pequeños, limpiando los caminitos húmedos en ellos. —Los amo, ¿Lo saben?

Ambos asintieron intentando no dejar salir sus sollozos. —Ustedes son mi prioridad hoy y siempre, voy a volver a ustedes hermosos niños.

Los hermanos se lanzaron a sus brazos, escondiendo el rostro en sus hombros mientras dejaban salir su llanto libremente, el castaño los apretó contra él, liberando su aroma para darles consuelo.

Cierra tus ojos, no tengas miedo... El monstruo se fue, está huyendo y tu papi está aquí... Hermoso, hermoso, hermoso, hermoso niño.






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