E X T R A

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ADVERTENCIA; Este capítulo tiene un alto contenido sexual [+18]. Quedáis advertidos.

«Sabía que había sido un estúpido, un verdadero estúpido. Pero solo quería estar a su lado, aunque ella no me perdonase»

Rhys.

RHYS.

No había cambiado para nada. Seguía siendo esa joven de la que me enamoré, ahora toda una mujer, con gran determinación y muy elegante vistiendo para su trabajo.

Cada carta que ella me enviaba a la cárcel la había leído mínimo 30 veces, antes de que llegase el siguiente mes para leer la nueva carta que me enviaba. Y yo, como siempre, siendo un estúpido, dándole vueltas a la carta que quería enviarle, las palabras que quería utilizar con ella, las cosas que quería decirle. No supe cuantos papeles llegué a tirar en la papelera. No supe cuantas veces quería enviarle esa carta que terminé escribiendo y que me parecía la cosa más estúpida que había contado en mi vida.

Deseaba verla, escuchar su voz, ver su sonrisa o, tan solo, ver como se enfadaba conmigo. Adoraba verla enfadada conmigo, porque la forma en la que terminábamos después era supremo.

Yo había cumplido los 40, mientras que ella recién empezaba sus 30 años y parecía ser mucho más hermosa ahora que la primera vez que la vi.

No pude evitar sacar una sonrisa de mis labios al recordar la primera vez que nos vimos.

La seguí, entrando en su piso mientras que yo seguía mirándola desde atrás, deseando poder mirarle a los ojos y no dejar de hacerlo por horas.

La había echado tanto de menos... La amaba tanto...

Cada vez que pensaba en todo lo que ocurrió en aquel edificio, sobre todo, al final, cuando ella acabó en el hospital protegiéndome a mí... No dejé de tener pesadillas en donde la perdía entre mis brazos. Donde se iba para no volver a verla jamás y lloraba cada vez que despertaba entre aquellas 4 paredes, deseando correr hacia ella para verla y abrazarla. Pero no podía. Y la sensación que se me quedó después, pensando en todo el daño que había hecho a muchas personas...

Alisa podría decir todo lo que ella quisiera de que me perdonaba por no querer hablar con ella, pero en el fondo ella tenía que odiarme. Me odiaba a mí mismo, ¿como no podía odiarme ella?

Ni el terapeuta al que había asistido en la cárcel me había ayudado demasiado. Si, decía que aceptara todo, que no podría borrar mi pasado, pero que había sido manipulado, criado de una manera para ser lo que los jefes querían. Pero eso había dejado una herida grande en mí y sabía que acabaría por ir al infierno y que no volvería a verla a ella. Y eso era lo que más me dolía.

Pero, con el tiempo, empecé a ver que estaba siendo un completo estúpido, que necesitaba verla, que ella ya no estaría en peligro en la ciudad donde vivía porque la mafia no podría ir ahí. Era tierra prohibida. Y esta era mi última oportunidad en poder estar a su lado, en decirle que la amaba a la cara, en ver al único ángel que me había querido en mi vida... Y siempre conseguía meter la pata y hacer que ese único ángel me odiara.

No miré su piso, solo sé que no podía dejar de observarla, con temor ya que estaba más callada de lo normal. Sabía cuando estaba enfadada, la conocía todo de ella, todo. Su manera de ser, sus gestos, sus diferentes rostros en diferentes estados de ánimo... Su cuerpo al completo. La conocía completamente entera.

No quería insistir, no quería decirle nada hasta que ella no se abriese a mí. Prefería mil veces que ella dejase de hablarme antes que ser un estúpido como el que era antes. Me había prometido hacer las cosas bien esta vez, tras cumplir con los años de cárcel, quería ser una buena persona y no sentirme tan culpable tras todo lo que había hecho.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora