V E I N T E | D I F Í C I L

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«No sé que me estaba ocurriendo, pero Felina estaba ocupando toda mi mente»

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«No sé que me estaba ocurriendo, pero Felina estaba ocupando toda mi mente»

Gato.

—¿Preparada? Es tu primera vez —preguntó Carlo a mi lado, mirándome mientras esperábamos fuera de la casa de aquellos padres.

Tragué saliva y miré a mi compañero con un fuerte dolor de estómago por el nerviosismo, al tener que tratar por primera vez con víctimas por una desaparición.

Normalmente los infiltrados también hacíamos este trabajo, el de ir a hablar con los vecinos y víctimas para poder sacar más información de los que cometían los crímenes. Pero encontrarme aquí, de pie y esperando a que unos padres destrozados por la desaparición de su hijo nos abriesen para hablar de eso mismo... Estaba segura que no iba a salir muy bien de esa casa y estaba nerviosa por enfrentarme por primera vez a eso.

Nuestra vestimenta era diferente, para nada lo que solíamos ponernos para ir al club. Estábamos vestidos de oficina, con Cronos que tenía un traje a medida con corbata y yo con unas botas de tacón negras, unos pantalones elegantes oscuros y una camisa blanca.

Teníamos las placas de policía escondidas y, para cuando abrieron la puerta, ambos las enseñamos al hombre que sabía que era el padre del desaparecido, ya que era un famoso opositor político.

Sus ojos se le veían hinchados, algo decaído, pero trasmitía fuerza a pesar de ello.

—Buenas tardes, somos el agente Bianci y Bécquer. —Nos presentó mi compañero y el hombre asintió.

—Hola. Vuestro capitán nos dijo que vendrían.

—Así es. —Asintió Carlo mientras nos dejaban pasar.

En el salón, nos encontramos con lo que supuse que sería la madre del joven desaparecido. Nada más vernos, se levantó del sofá, completamente destrozada, un paño en su mano y limpiándose las lágrimas. Apenas era capaz de levantar cabeza, pero parecía que, al vernos, la ilusión por volver a ver a su hijo sano y salvo estaba ahí.

Nos saludó y nos dijo;

—Por favor, siéntense.

Todos nos sentamos, Carlo y yo frente a los padres de la víctima y comencé a sentir un malestar peor en el estómago por ver a unos padres que echaban en falta a su hijo.

Esto no era nada agradable, lejos de que fuésemos policías, primero éramos personas y ver el desespero de ellos por no encontrar a su hijo, lo sentí yo al instante. Pero no era lo mismo. Yo sentía empatía por ellos, pero el dolor que ellos estaban sufriendo en ese momento, solo lo sentían esos padres que alguna vez habían sufrido la desaparición de un hijo, el desconcierto de no saber donde estaba, si estaba vivo o le había pasado algo. Esa duda, ese temor que debían tener cada instante, no quería vivirlo, nadie quería vivirlo. Pero luego habían personas desgraciadas, malas, que hacían ese daño a esas personas.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora