El diario: Ausencia

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Después de ese segundo reto que fue tan intenso para su cuerpo, Nadia paso varios días pensativa en que se había dejado llevar por su deseo, había tenido sexo con el hijo del conserje y todavía quedaba un reto por cumplir, ella sabía que esa mente pervertida no le pondría fácil recuperar su diario, a los días ambos se volvieron a encontrar.
—Solo falta un reto y obtendrás tu diario, el día de mañana quiero que me visites en la tarde, estaré otra vez solo, así que podemos aprovechar para realizar el tercer reto, no te diré en que consiste el reto, esta vez lo dejare como una sorpresa.
Al día siguiente Nadia llego a la hora acordada para pasar a ese sótano donde vivió tantas sensaciones en ese segundo reto, estaba de nuevo ese colchón y la mesa donde destacaba una venda.
—El tercer reto consistirá en que tengas vendados los ojos, hare contigo lo que desee, si no te resistes y me complaces en todo lo que se me ocurra, el diario sea tuyo.
—¿No podre negarme a nada? —le pregunto Nadia.
—En realidad si puedes negarte a cualquier practica que te desagrade, pero si lo haces no cumplirás el tercer reto y el diario seguirá en mi poder, así que será decisión tuya negarte o aceptar.
Nadia guardo silencio, era obvio que había traspasado la línea en el segundo reto cuando tuvo sexo con el hijo del conserje, así que pensó que, si pasaba otra vez la línea para recuperar su diario, estaba dispuesta a aceptar cualquier petición, por eso acepto moviendo su cabeza en señal de aprobación.
—Ven acércate a mi para colocarte la venda.
Ella obedeció mientras sentía las manos fuertes del hijo del conserje en su cuello, causando ligeros estremecimientos en su cuerpo, mientras recordaba todo lo sucedido en el anterior reto, él coloco la venda apretándola lo suficiente para evitar que Nadia pudiera ver, al terminar la atrajo contra su cuerpo, ella podía sentir el calor de su respiración en su cuello.
—Ahora quitemos la ropa—su voz sonó como un susurro que la calentaba.
Ella pudo sentir sus manos levantando su blusa por encima de la cabeza, a sus manos acariciar la piel desnuda de sus hombros y espalda, un ligero beso en el cuello mientras la apretaba más fuerte contra su cuerpo, pudo sentir la erección que se presionaba contra sus nalgas por encima del pantalón, sus dedos acariciando su abdomen antes de posarse en el botón de su pantalón, abrirlo mientras bajaba el zipper, empezando a resbalar el pantalón por sus muslos hasta terminar en el piso, estaba solo en ropa interior mientras la abrazaba, esos besos en el cuello eran más intensos y apasionados, sus manos recorrían todo su cuerpo, desde sus pechos, cintura, sus muslos, con cada caricia su cuerpo volvía a despertar al placer.
Sintió su cuerpo caer al colchón, las manos del hijo del conserje le levantan las nalgas, ella siento una fuerte nalgada y luego una extendida caricia por el área golpeada, nuevamente él repite las nalgadas logrando que ella sienta sus nalgas ardiendo, luego esas caricias que despiertan su deseo, esas manos acarician su cuello, recorren su espalda en forma de un delicioso masaje que la estremece sus costados, esas manos se detienen en el nacimiento de sus pechos, ella siente cosquillas, esas manos vuelven a sus nalgas sintiendo como se cuelan por debajo para acariciar su panty por debajo, acaricia el interior de su muslos y la tela de su panty, es un masaje suave, placentero, sus dedos acarician de forma circular su vagina, su cuerpo empieza a mojarse, sus fluidos empiezan a notarse en la fina tela de su panty.
—Ahora te voy a atar, solo te estoy preparando para que experimentes lo que tengo pensado para ti.
—¿Qué tienes pensado hacerme? —pregunto Nadia curiosa.
—Tranquila, lo sabrás cuando suceda.
El hijo del conserje tomo sus brazos para atarlos a su espalda, la dejo apoyada en la cama solo con su cara que nadie había hecho a un lado del colchón para respirar mejor, su corazón se aceleraba mientras estaba expectante a lo que sucedería, sintió su boca sobre su cuello, su lengua en sus lóbulos, se sorprendió lo sensible que se encontraba ese día, esa caricia simple despertaba sus ansias, calentándola de una manera que no esperaba, las caricias se trasladan a la parte atrás de su cuello, para in bajando por toda su espalda, siente el recorrido de esa lengua, como baja por toda su espalda mientras siente escalofríos de placer, vuelve a llegar a sus nalgas, siente rápidos besos caliente en esa área y su cuerpo se tensa al sentir esa lengua traviesa en la tela de su panty.
Esa lengua se mueve con intensidad lamiendo toda la tela, abarcando toda su vagina desde esa posición, las lamidas son continuas, ella nota la humedad en su panty sin estar segura si se debe a sus fluidos o la caliente saliva del hijo del conserje, esa sensación intensifica sus sensaciones, de sus labios escapan tímidos gemidos mientras él sigue lamiendo, luego sus manos le quitan su panty, la única barrera entre su boca y su vagina, ahora si siente esa lengua en toda la piel de su vagina, recorriendo la forma, presionando su sexo, tiembla un poco al sentir como se cuela un poco entre sus labios vaginales, no puede ver lo que sucede pero no necesita hacerlo, su cuerpo siente todas esa caricias, su mente crea una imagen de esa posición tan pervertida, imagina su vagina tan expuesta a los ojos y boca del hijo del conserje y se calienta aún más.
—Noto que estas muy sensible, es hora de prepararte aún más.
Nadia toma un respiro mientras siente esa lengua de nuevo en sus nalgas, no pudo evitar levantar levemente su cuerpo, al sentir como esa lengua traviesa se colaba de lleno en su ano, no puede evitar sentirse extraña mientras esa lengua acaricia esa parte tan sensible e inexplorada de su cuerpo, su cara se enrojece de pena, no estaba preparada para una caricia en esa área tan intima, pero el hijo del conserje en cambio luce tan seguro, su lengua con maestría le enseña a Nadia nuevas sensaciones que la sorprenden disfrutando esa pervertida y morbosa caricia, es una extraña sensación que calienta su cuerpo de una manera tan particular, tan prohibida, en sus pensamientos lee las intenciones del hijo del conserje, un ligero temor se apodera de su cuerpo, pero no puede moverse, está atada de manos a su espalda, su cuerpo y sus agujeros están indefensos a los deseos depravados del hijo del conserje, puede negarse pero desea recuperar su diario, solo le queda un camino, abandonarse completamente a esos deseos, dejarse llevar y disfrutarlos.
—Te pondré un poco de lubricante—esa voz sonó tan decidida que el cuerpo de Nadia tembló.
—¿Qué piensas hacer?
—Nunca habías recibido un beso negro.
—No nunca, ni he tenido sexo anal, estoy aterrada, no quiero que me duela.
—Tranquila, lo disfrutaras, lo hare poco a poco, no puedo evitar desear disfrutar de tu culo, se ve tan delicioso desde esa posición.
Ella sintió ese lubricante frio embarrarse sobre su ano, era tan viscoso, siente como él se aleja hacia la mesa, escucha sus pasos nuevamente acercarse, siente como empieza a introducir algo en su culo, lo hace de a poco como se lo prometió, ella nota la forma parecen unas bolas, siente como entran más en su ano, siente un ligero dolor al ser invadido su canal tan estrecho, es un dolor disfrutable, se queda quieta para acostumbrarse, la vuelve a besar en el cuello y sus orejas, mientras escucha en sus susurros las cosas perversas que le desea hacer a su culo, él se levanta, toma sus caderas, ella gime al sentir como su pene entra de un solo empujón en su vagina, su vagina es llenada por la dura carne, él empieza a embestirla suavemente, aumentando su velocidad a cada segundo, siente sus manos jugando con las bolas que están metidas en su otro agujero, siente placer pero es tan diferente, ella no cree que pueda acostumbrarse a esa sensación pero la disfruta, él hala y vuelve a introducir esas bolas de diferente grosor.
Ella siente esas intensas penetraciones y comienza a gemir, su interior vibra con cada penetración, adaptándose al tamaño de ese duro pene que abraza mientras no puede ignorar lo que siente con esas bolas dentro de su ano, todo es tan intenso, tan pervertido que no puede evitar que sus fluidos resbalen por sus muslos. El hijo del conserje dejo de penetrarla, sintió sus manos acariciando su inflamado clítoris mientras le retiraba las bolas de su trasero, ella no ve nada, pero su mente crea imágenes de todo lo que sucede y eso la pone más caliente.
—Ya estas preparada, voy a cogerme tu culo.
Aun no se sentía preparada pero estaba atada, solo le quedaba sentir mientras siente en su cuerpo una mezcla miedo y excitación por todo lo que va a suceder, ella siente como su ano cede a la presión de la punta del pene del hijo del conserje, como entra de a poco, como ese pene se abre camino lentamente en su estrecho agujero, ella respira entrecortado mientras sigue entrando, hasta que se siente completamente invadida, comienzas las embestidas, suaves movimientos que se van intensificando, es una sensación diferente, difícil de describir, es agresiva y placentera a la vez, ese ligero dolor tan disfrutable como extraño. Esas embestidas son más intensas, pero ahora su cuerpo puede sopórtalo, hasta disfrutarlo.
Se escuchan sus gemidos cada vez más fuertes, él seguía penetrándola, había bajado una de sus manos para meterla entre sus piernas y concentrarse en acariciar su clítoris, con esa caricia ella sentía que explotaría, su clítoris recibía oleadas de placer al sentir los movimientos de sus dedos, mientras seguía siendo penetrada por su ano que le causaba esa sensación tan extraña, tan intensa.
—Te vas a correr como esa chica mala que eres, que disfruta sentir mi pene en su culo.
Ella sentía más fuerte sus embestidas, al mismo tiempo que aceleraba las caricias sobre el clítoris de Nadia, que sentía como su cuerpo empezaba a temblar, todos sus pensamientos se acumulaban en su mente, sus sensaciones eran muy fuertes, ella tenía ganas de estallar, ese deliciosa sensación de calor se extendía desde su vagina por todo su cuerpo, su cuerpo sentía todo, esas penetraciones en su culo se hacían tan intensas, tan pervertidamente placenteras, su cuerpo tembló mientras iniciaban sus contracciones vaginales, un tremendo y violento orgasmo se apoderó de su cuerpo haciéndole sentir como este se partía en pedazos, era un orgasmo tan diferente, tan físico, tan animal, tan primitivo, también lo sintió temblar como señal de que él también llegaba a su orgasmo.
Su cuerpo temblaba sobre el colchón, casi no tenía voz en ese momento, pero pudo decir débilmente.
—Quítame la venda.
El hijo del conserje lo hizo, sus ojos verdes que delataban ese lado tan pervertido aparecieron ante sus ojos, él la desato para ofrecerle de vuelta su diario, Nadia no dijo nada mientras se volvía a vestir, apretaba su diario con sus manos mientras recordaba lo que había sucedido gracias a que se le perdiera, prácticamente había vivido algunas de las fantasías escritas con sus propias letras, ahora no eran solo fantasías escritas, ahora eran recuerdos que durarían en su memoria.



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