Mi sumisa

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Caminaba hacia la casa de mi amigo Pedro, necesitaba ponerme de acuerdo para un trabajo que realizaríamos juntos, al llegar a su casa me disponía a tocar la puerta cuando un sonido extraño llamo mi atención, había escuchado bien, eran unos gemidos, no estaba seguro pero al acercarme a la puerta note que estaba abierta, sin darme cuenta entre a la casa, en silencio camine hacia donde escuchaba los gemidos, provenían de la cocina, me coloque en una esquina para observar que pasaba, mi sorpresa fue grande al observar a la hija de Pedro besándose con un chico, Pedro siempre ha sido muy celoso con su hija, le tiene prohibido tener novio o amigos, mucho menos invitarlos a su casa a pesar de que ella es mayor de edad, pero hay estaba su hija Vanessa besándose apasionadamente con un chico, no solamente la besaba desde mi ángulo podía observar cómo las manos del chico acariciaban los pechos de Vanessa, le acariciaba todo su cuerpo, su mano derecha se había metido debajo de su falda mientras le besaba su cuello, la situación además de sorpresiva era excitante para mi persona.

Vanessa era una chica muy linda y atractiva, cuando visitaba la casa de mi amigo disfrutaba verla pasearse por la casa en sus faldas cortas y blusas pegadas al cuerpo, en cierta forma envidiaba a ese chico, en ese momento deseaba que fuera mi mano la que estuviera acariciándola debajo de su falda, justo en ese momento ella abrió los ojos que mantenía cerrados mientras era acariciada por el chico, nuestras miradas se encontraron, decidí salir de la casa al ser descubierto, vi lo sorprendida y asustada de su mirada, conociendo a Pedro se le armaría un completo lio a Vanessa si su padre se enterara de esa situación.

Mientras caminaba hacia mi auto que estaba en la otra calle una mano tomo la mía de forma repentina.

-Espera lo que viste tiene su explicación, no es lo que piensas, por favor no se lo digas a mi padre.

Me volteé para mirarla, mientras ella terminaba de arreglar su falda y su cabello desordenado, me volvió a tomar la mano para que volviera a su casa, la detuve y sostuve su mano para llevarla a mi auto.

-Hablemos, pero no en este lugar, vamos al mirador de la ciudad, nadie nos molestara en ese lugar y te traeré de vuelta cuando terminamos de hablar.

-Está bien pero que no sea por más de una hora, mi padre volverá en ese tiempo.

-Límpiate bien y arregla tu labial al parecer se ha corrido debido a "Tus conversaciones con ese chico"-le dije esas palabras de forma irónica para que recordara lo que había visto.

Me sonrió mientras su cara dibujaba una mueca, nos montamos a mi carro para ir al mirador, al llegar ella no perdió tiempo en tratar de comprar mi silencio.

-Tengo un dinero ahorrado, puedo dártelo si no dices nada.

-No quiero tu dinero Vanessa.

-Pero entonces no le dirás nada a mi padre.

-Sabes bien que si me quedo callado me meteré en problemas con él, si llega a enterarse de lo que sucedió.

-Pídeme lo que quieras, pero por favor no le digas nada a mi padre.

Sus palabras eran una súplica, la mire fijamente, aun nerviosa Vanessa era una chica muy sexy, un pensamiento pervertido apareció en mi mente, así que no dude en decirle lo que realmente deseaba.

-Quiero que seas mi sumisa por una semana, podre hacerte lo que desee y tendrás que complacer todas mis exigencias.

-¡Estas loco! Llévame a mi casa, nunca accederé a esa locura ni a ese chantaje-me reclamo molesta Vanessa.

Decidí respetar su decisión por el momento, encendí el auto y la lleve a su casa, se bajó sin despedirse mientras la miraba, sonreí ella pensaba que me quedaría callado, mañana Pedro me había invitado a comer, creo que si le decía ciertas palabras Vanessa entendería que estaba hablando muy en serio.

El libro de las perversiones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora