La visita incomoda

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Pablo y Karen eran un matrimonio muy feliz, Pablo es el director exitoso de un poderoso conglomerado, acostumbrado al éxito, un hombre seguro de sí mismo, mientras Karen es una maestra infantil, tranquila, callada, paciente, bastante comprensiva, sus personalidades no podían ser más distintas, él acostumbrado a tratar a personas conflictivas todo el tiempo, tomando decisiones temerarias para mantener sus empresas a flote, mientras ella se inclina por ser amable, cariñosa siempre dispuesta a enseñar a sus alumnos, ellos tenían un año de casados y su convivencia hasta ese momento era excelente, a pesar de sus diferentes personalidades, ambos tenían gustos similares en sus pasatiempos, amaban ver los mismos géneros de películas, ambos les gustaba la lectura y los juegos de mesa, ambos habían tomado vacaciones de su trabajo al mismo tiempo para disfrutar de un tiempo a solas, lejos de las problemas que se presentaban en sus respectivos trabajos.
Esa tarde ella estaba cocinando preparando una rica cena para su esposo, cuando él se le acercó sin que ella se diera cuenta para abrazarla por detrás.
—¿Qué cocinas?
—Me asustas, cocino una receta de carne que vi en internet.
—Creo que te quedara deliciosa, así como tú lo eres—dijo Pablo mientras empezaba a besar el cuello de Karen.
—¿Qué haces? Ahora estoy cocinando—le pregunto Karen.
—Lo siento, no puedo resistir la tentación de tocarte cuando te tengo cerca.
Pablo atrajo contra su cuerpo a Karen mientras volvía a besar su cuello, justo en ese punto que la hacía perder el control, ella sintió como esos besos calentaban su cuerpo de manera gradual.
—Vamos al cuarto, no me gusta hacer esto aquí—dijo ella.
—No tengas pena, vivimos solos además no creo que pueda llegar a la cama con estas ganas que te tengo.
Pablo le dio la vuelta a Karen mientras la presionaba contra el fregadero, le dio un beso suave que al pasar los segundos se transformó en un beso intenso y provocativo que dejo a ambos sin aliento, rápidamente bajo nuevamente a su cuello para besarla mientras le acariciaba la espalda, ella tenía un vestido corto situación que aprovecho Pablo para subirlo por detrás y tomar sus nalgas entre sus manos, ella dio un salto por la repentina intensidad de su esposo.
—Eres tan atrevido, alguien nos puede ver.
—Te recuerdo que vivimos solos y como te dije antes muero en deseos por hacerte mía en este mismo momento.
Las manos de Pablo se movieron al frente, metiéndose por debajo del vestido de frente, subía lentamente acariciando los muslos de Karen, una caricia lenta que surtía efecto en el cuerpo de ella que temblaba al sentir esa caricia, la mano de su esposo fue más atrevida metiéndose entre su panty para acariciarla de una forma intensa en su vagina.
—¡Detente! Esto es tan atrevido—dijo Karen mientras se sonrojaba al sentir como esa mano la acariciaba tan íntimamente.
—Te sientes tan mojada, no seas tan tímida, tu cuerpo me dice que estas muy excitada, relájate y disfruta que te voy a hacer temblar de placer.
Ambos se mantuvieron mirando, como si estuvieran conversando, pero la mano de Pablo seguía dentro del panty de Karen, jugando con su entrada, masajeando en círculos para aumentar la humedad que sentían sus dedos, acariciando y recorriendo la forma de sus labios vaginales, ella mantenía la mirada pero a veces cerraba los ojos para disfrutar de la excitante caricia, experimentando corrientes de placer que nacían en su vagina, golpeándola con intensas sensaciones que la hacían desear que su esposo la desnudara y poseyera en la cocina, abría su boca al no poder contenerse por no poder expresar las tantas sensaciones que experimentaba, estaba a punto de gemir cuando una voz la regreso a la realidad.
—¿Interrumpo algo importante? —se escuchó una voz familiar en la entrada de la cocina.
Ambos voltearon al mismo tiempo sorprendidos por la inoportuna interrupción, Pablo fue el primer sorprendido al ver a su madre parada frente a él.
—Eres un mal hijo, ni siquiera te preocupas por tu madre, pero te tengo una noticia me quedare un mes contigo, vamos Pablo parecieras que esta noticia te pone triste, alégrate.
—Esperaba un aviso de tu parte, por lo menos mamá.
—No seas malagradecido, soy tu madre no necesito decir que tengo que venir a visitarte.
—Carga mis cosas, preparen mi habitación que no pienso quedarme de pie todo este tiempo.
Ambos esposos trataban de normalizar sus respiraciones, sus excitaciones seguían a flor de piel, ambos estaban calientes deseando liberar ese deseo que había crecido con las caricias que se habían dado, pero ambos  resignados arreglaron la habitación para la madre de Pablo para que se quedara tranquila, los siguientes días la presencia de la madre de Pablo afectaba la intimidad de la pareja que no tenía el tiempo a solas para calmar sus deseos, algo que hacían diariamente porque ambos estaban acostumbrados a tener juntos, apenas intentaban tener contacto físico la madre los interrumpía como si los estuviera vigilando, un día ellos estaban en la piscina, con la madre de Pablo entretenida tomando sol mientras leía un libro, Pablo y Karen jugaban en el agua como toda pareja, en uno de esos juegos Pablo la apretó a su cuerpo por detrás.
—¿Qué haces? Tu mamá nos puede ver.
—Esta entretenida leyendo, no te preocupes.
Pablo se pegaba mucho al cuerpo de Karen, ella podía sentir que la dureza de su pene contra sus nalgas, usando sus manos para acariciar de forma disimulada el cuerpo de Karen.
—Contrólate, tu madre nos puede ver.
—No te preocupes, esta distraída leyendo ese libro.
Karen miraba hacia donde su suegra mientras sentía los besos en el cuello de su esposo, sus manos recorriendo su cuerpo, sus pechos eran acariciados con suaves masajes circulares por encima de su vestido de baño, esos besos encendían su cuerpo, pero ella no se concentraba en disfrutar por observar a su suegra, sentía que si los descubría no podría volver a mirarla a la cara pero esos besos en su cuello de Pablo eran deliciosos, era una tentación dejarse llevar por el momento, sus manos traviesas recorrían el cuerpo de Karen sin reparo, sus dedos amenazaban con meterse en la parte inferior de su bikini.
—¿Estás loco? Tu mamá nos puede ver.
—Ella esta distraída, solo disfruta.
Karen pudo sentir como los dedos de su marido se habían colado dentro de su bikini, acariciándola de una manera tan intima, esos dedos sabían dónde tocarla, que presión aplicar para llevarla al éxtasis, ella estaba disfrutando las caricias, esos dedos le proporcionaban tanto placer que la estaban enloqueciendo, le costaba mantener sus ojos abiertos, las sensaciones de placer abrumaban su cuerpo, ella estaba cerrando sus ojos para concentrarse en disfrutar completamente las caricias que su esposo le proporcionaba, se había olvidado de su suegra en , para ella solo existía ese momento, dónde estaba en la piscina siendo masturbada desde atrás por Pablo, mientras sus nalgas sentían la dura erección que su esposo estaba experimentando, en ese momento, ambos casi olvidaban que estaban acompañados, el deseo era tan grande que se distrajeron por unos minutos en las caricias.
—Estoy de acuerdo que como pareja deben ser amorosos, pero sus caras al parecer indican otra cosa, espero no sea lo que estoy pensando, eso estaría en contra de las leyes de la decencia.
—Te equivocas mamá, solo nos abrazábamos—respondió Pablo mientras trataba de pensar en cosas desagradables para que su erección se calmara y poder salir de la piscina.
Karen se sentía intranquila, deseaba llegar al orgasmo con esa caricia que había experimentado, ella era muy calmada pero sus ganas se desbordaban, su mente se llenó de pensamiento lascivos, no podía evitar fantasear que finalmente Pablo la penetraba en la piscina, embistiéndola hasta que llegara al clímax, ambos se separaron para evitar que la madre de Pablo los estuviera observando, pero aun el deseo quemaba sus cuerpos, aumentando sus ganas de estar juntos, ella sonrió al notar como su esposo escondía de su madre la erección de su pene que no se calmaba todavía, los días que siguieron la madre de Pablo no les dejaba ni un minuto a solas, causando la desesperación de la pareja hasta aquel día que Karen cocinaba mientras Pablo realizaba las compras de la casa en el supermercado, él regreso a casa entrando sin que su madre se diera cuenta, ella se encontraba leyendo su libro en la sala, Karen tenía un traje corto que siempre le había encantado a Pablo, era su traje favorito, se veía tan sexy cuando lo usaba porque le ayudaba a resaltar sus bien formadas piernas, él se acercó a ella para abrazarla por detrás, sintió su perfume, ella dio un paso hacia atrás al sentirlo, él la atrapo con sus brazos para que no escapara  mientras le besaba el cuello, al retroceder su cuerpo Karen rozo con sus nalgas el pene de Pablo.
—No juegues con tu esposo, que no seré capaz de controlarme.
Ellos se encontraban en el pasillo que daba a la sala, ocultos por una pared, sus cuerpos estaban muy juntos que Pablo no podía ignorar la presión sobre su pene, sus besos sobre el cuello de Karen eran tan provocativos.
—Tu madre está sentada en la sala, nos puede descubrir.
—Te deseo tanto que ya no me importa que mi madre nos vea, además eres mi esposa, es normal que quiera poseerte en este mismo lugar.
—Debemos controlarnos—Pablo le dio la vuelta para darle un beso que silencio los labios de Karen.
Su mano la tomo por el cuello mientras sentía como se aceleraban los latidos de su corazón, mientras la besaba recorrió con sus dedos desde su yugular hasta el nacimiento de su escote, ella lo miro a los ojos, sus ojos demostraban ese deseo que estaba por desbordarse, él sin ocultar sus ganar metió su mano dentro del escote de ella para liberar su pecho derecho, sus dedos acariciaron la punta del pezón, enardeciéndolo de placer, el pezón de Karen no tardo en endurecerse, él la presiono con su cuerpo contra la pared, se besaron desatando una tormenta que parecía que amenazaba con derrumbar todo a su paso, una tormenta contenida por la presencia de la madre de Pablo al otro lado de la pared, los besos se hacían más intensos, él se movía contra ella quien podía sentir la agresividad de su miembro que amenazaba con penetrarla a pesar de su ropa.
Otro empujón sobre su cuerpo creaba la presión justa para aumentar su deseo, él bajo su boca para atrapar el pecho descubierto, sus labios besaron, lamieron y succionaron la caliente piel de su pecho, su lengua jugaba con la punta del pezón mientras las ganas crecían, su mano libre sube su vestido para colarse dentro de su panty comprobando lo excitada y caliente que se encontraba Karen, sus dedos buscaron hacer crecer esas ganas con suaves masajes circulares, la vagina sensible de ella se humedeció más de lo que se encontraba, ciego por el deseo Pablo desabrocho su pantalón para liberar su pene, con un rápido movimiento hizo la tela del panty de ella a un lado para empujar metiéndose en su interior, ella mordió sus labios al sentir como ese pene se abría paso entre sus paredes vaginales, otra fuerte embestida mientras su marido la cargaba en brazos para que se apoyara en la pared, ella luchaba para controlar sus gemidos, él se movía lento pero de manera firme, sus embestidas eran lentas pero profundas castigando con placer su sensible vagina.
Ella no podía controlar sus sensaciones, empezaba a gemir suavemente al momento que sentía cada embestida, él puso una de sus manos en su boca para tapar sus gemidos, al mismo tiempo que aumentaba el ritmo de sus penetraciones, Karen estaba muy excitada, su cuerpo era estimulado completamente con cada penetración, deseaba gritar, demostrar todo ese placer que estaba sintiendo, sentirse libre y dejarse llevar, pero por ahora sabía que evitar sus gritos era lo mejor para todos, estaba sintiendo el pene de su esposo tan profundo, la enloquecía esa firmeza con que la penetraba, logrando rozar ese punto tan sensible, su cuerpo perdía el control y exploto de una manera explosiva, tembló de placer mientras las sensaciones de placer la invadían, quiso gritar pero su grito fue ahogado por la mano de su esposo quien no quito la mano hasta que ella se controlara, se separaron mientras recuperaban el aliento, volviendo a sus quehaceres diarios sin que la madre de Pablo sospechara lo que había pasado al otro lado de la pared, como el deseo de los esposos había sido satisfecho en ese inesperado encuentro sexual.



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