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"Chaman" 🀢
La noche apestaba a olor humano. Se percibía el dolor y terror en todos los que miraban la escena, todos menos la pequeña niña; que de pequeña solo tenía la estatura.
Conocida como: maldición de primer grado. Una masa sin forma definida pero que principalmente simulaba la de un humano promedio se dejó ver en medio de un centro comercial. Enseguida el lugar fue evacuado. La niña que iba con sus padres se separó de ellos para volver a ingresar con intenciones de acabar con la maldición que interrumpió su día.
—¿Que crees qué haces en mi territorio? — habló la pequeña, apenas fue audible para la maldición que enseguida fue tras ella y cuando iba a dejar ver su energía maldita para someter fácilmente a la maldición, sintió otra presencia. Un hechicero se aproximaba a la escena con intención de ayudar a la menor. Esta dejaría que se encargara para evitar el esfuerzo por lo que se quedó en su lugar.
— Se supone que habían evacuado a todas las personas... — se posó aún lado de ella con las manos dentro de su buzo — yo me encargare, ¿puedes esperarme en las escaleras eléctricas? — le hablo a la niña que para su sorpresa no parecía asustada por la maldición y lucia tranquila. Tal vez luego vaya hablar con ella y preguntar por sus padres.
— Claro — dijo sin ningún problema mientras lo observa de abajo hacia arriba. Ella se alejó en la dirección que le dijo el hechicero y al llegar se sentó sobre estas que permanecían apagadas. Normalmente se iría, no soporta mucho a los chamanes, pero él era lindo y con eso como motivación podría esperar un poco.
Mientras esperaba, observaba el modo de pelea del hechicero, lo evaluaba y juzgaba. Después se distraía en lo que compraría cuando volvieran abrir el centro comercial y como debería de llorar enfrente de sus padres.
— Bien, gracias por esperar — sonrió el hechicero en su dirección, ya no traía la venda en sus ojos como en un principio. Solamente llevaba unos lentes oscuros — ¿Qué hacías aquí adentro? — preguntó antes de sentarse aún lado y la fuera a cargar para ir a dejarla con sus padres.
— ¿Cómo te llamas? — dijo ignorando lo anterior dicho por el chico, este volvió a sonreír y con una señal de "amor y paz" respondió.
— Gojō Satoru, ¡el chamán más fuerte! A tu disposición... — al escuchar su apellido, una idea emergió, una que no le podrían negar y de la que ella sacaría provecho.
— ¡Satoru!—Se acercó al hechicero y lo abrazó por el cuello. El la tomo por la cintura, ahora listo para llevarla fuera, creyó que este acto fue por salvarla. Pero al momento de levantarse vio como el cuerpo de la niña crecía.
Ella no era cualquier pequeña de primaria. En realidad tenía más de 1000 años de existencia, tampoco era humana, ni maldición; si no una fusión de ambas. Controlaba su cuerpo a la perfección, algo tenia que aprender en esos años. Ahora regresando a su mejor época y edad favorita: 19 años. No era tonta, si le llamaba la atención aquel hechicero debía de ser legal al menos.
