Capítulo 14 - Zoro

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Toda su vida le habían halagado lo fuerte que era aun siendo un niño, apenas había aprendido a andar y a valerse por sí mismo, cogió una espada y sintió que ese era su destino: Ser el espadachín más fuerte del mundo.

Retó a innumerables dojos desde que cumplió los seis años y venció a cada uno de ellos. Al principio se reían cuando se encontraban en la puerta a un mocoso desafiante, pero cuando eran derrotados se convertían en el hazmerreír y trataban de ocultar que habían sido vencidos por un mañaco, hasta llegar al dojo en el que, una joven un poco más mayor que él, pudo pararle los pies.

Vivió allí unos años, sus habilidades aumentaron increíblemente más a base de disciplina y también confirmaron su segundo género: un alfa. Experimentó su primer celo que, con ayuda de su sensei, le ayudó a controlarlo a base de entrenamiento estricto y someterlo, nunca le explicaron nada más allá de lo necesario, o puede que si lo hicieran, pero Zoro no prestó atención. Al cumplir los 15 decidió seguir su camino pues ya no tenía nada que aprender allí y más si no estaba Kuina como reto a superarla.

Su fama creció y se ganó la reputación de "Cazador de piratas", muchos lo consideraban un monstruo, tan joven y tan fuerte solo podía ser cosa del diablo, aunque eso era algo que a Zoro no le importaba lo más mínimo. Unos años más tarde, fue capturado por la Marina y allí es donde conoció a Luffy y se unió a su tripulación, no le tenía miedo y fue el primero que no se rio cuando dijo que sería el mejor espadachín, le tomó en serio, reconoció al chico de goma como alguien digno de seguir y le ayudaría a ser el rey de los piratas.

También conoció a Nami y Usopp con los que continuaron su viaje hasta topar con un restaurante que le cambiaría la vida: El Baratie.

Luffy rompió el tejado de la cocina del barco y tendría que trabajar allí durante un tiempo para pagar por los daños ocasionados, por lo que ellos mientras tuvieron que esperar, y al no tener cocinero propio debían de comer en el restaurante.

Zoro estaba esperando su comida cuando un pequeño altercado llamó su atención, un cliente fue humillado por un camarero, al levantar la vista allí estaba. Un chico de su edad, alto y delgado. Sus movimientos eran elegantes y calculados, supo de inmediato que ese tipo sabía pelear, aunque eso no fue en todo lo que se fijó. El cabello rubio era algo poco común en East Blue y más ese azul intenso de la única pupila que mostraba, ya que la otra se ocultaba tras el flequillo. Su ceja era bastante ridícula ¿Por qué era un espiral?

Para ser un tipo refinado no lo era para nada su olor. No llegaba a ser desagradable, pero no le gustó, no solía desagradarle el olor del tabaco, pero aquel le aturdía el sentido del olfato. Tampoco le agradó su carácter, un baboso con las mujeres y borde con los hombres, además se notaba que no terminaba de agradarle estar allí. Un pervertido amargado.

Cuando llegó la comida reconoció ser buena, pero hubo un plato en concreto que le impresionó: la sopa. Nunca le había dado importancia a lo que comía, solo eran nutrientes para poder seguir luchando, pero a cada cucharada que daba, le llenaba de satisfacción y dicha ¿Cómo era posible? Nami preguntó que llevaba, pues estaba deliciosa y otro camarero dijo los ingredientes básicos, pero que si la notaban rica era porque la había preparado el primer ayudante en cocina, Sanji.

Le sorprendió que aquel idiota tuviese tal habilidad, eso fue el detonante para fijarse más en aquel cocinero. Al no tener nada que hacer allí salvo esperar a su capitán, vigiló los movimientos del rubio. Tenía un carácter explosivo y extremo a veces, aunque regañara a otros cocineros les ayudaba y explicaba cómo hacerlo. Con las mujeres era un pervertido, pero a la vez, era muy amable con ellas, pendiente de cualquier cosa que necesitasen para servirles de inmediato y tenerlas entre algodones.

Continuó observándole y cada vez le resultaba más interesante. Mientras estaba en la cocina disfrutaba preparando la comida, bromeando y riendo con sus compañeros, discutiendo con el chef por cada pequeña cosa, era divertido verle. Cuando se tomaba descansos siempre salía fuera a fumar a solas, se apoyaba en la barandilla y miraba hacia el horizonte en silencio ¿en qué pensaría en esos momentos?

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