Capítulo 10 - Hormo Hormo

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Todo estaba oscuro, le dolía el cuerpo, era pequeño y sentía mucho miedo. Pidió ayuda, nadie se la dio.

La brutal sensación de ser un estorbo siempre estaba instalada en su pecho, cualquier cosa que hacía estaba mal. Miradas de decepción, sonrisas burlonas.

No podía dejar de llorar tirado en el frío suelo de piedra, lo que si podía ver era los enormes pies que había frente a él, levantó la cabeza y de nuevo sus ojos solo le mostraban un odio y decepción infinito.

"Eres un fracaso"

Sanji abrió los ojos sobresaltado empapado en sudor, el techo de la bodega le reveló donde estaba realmente, se enjugó las gotas que se habían acumulado en su frente, le temblaban las manos. Esas que juró por encima de todo que solo usaría para cocinar. Suspiró algo aliviado al encontrarse en el Going Merry pero poco le duró, esa pesadilla siempre anunciaba que el celo llegaría pronto y se maldijo por su condición.

Miró a su lado, Zoro dormía plácidamente con él en el futón, su tranquilo rostro revelaba que no se había dado cuenta de nada, era mejor así. Tendría que inventarse alguna excusa para no pasar las próximas noches con él, no podía arriesgarse a que descubriera su secreto.

Salió de la bodega para ir a darse su ducha matutina, esta vez algo más fría de lo habitual para bajar su temperatura corporal y después fue a la cocina, su refugio. Puso la cafetera, el olor distraería el olfato de Chopper y sacó una pequeña caja de pastillas, ya le quedaban pocas, pero no podía permitir tener el celo en el barco, debía usar la excusa de repostar antes de llegar a Water 7 para conseguir suministros... y ya improvisaría sobre la marcha. Tomó una de ellas esperando que pronto hiciese efecto. Utilizó su nueva taza que le regaló Nami por Año Nuevo para rellenarla del café que acababa de preparar y un trozo de tarta de manzana para desayunar.

"Eres un fracaso"

Repitió la voz en su cabeza consiguió que perdiera el apetito por el desayuno, aun así, debía comer algo sino la pastilla le haría daño en el estómago. Levantó la cabeza del plato y se encontró a Zoro sentado frente a él en la misma mesa en la que estaba observándole detenidamente.

- Siempre me obligas a darte los buenos días cuando vengo a la cocina y te encuentro aquí sentado sin decir nada ¿tanto te distrae el café?

- Ah, no te he oído llegar. -respondió desganado mientras buscaba en su chaqueta su paquete de cigarrillos y su mechero.

- Eso no es habitual en ti, podría tomar ventaja y aprovecharme. – sonrió de lado, pero el cocinero no se la devolvió, entonces si se preocupó- ¿todo bien, cocinero?

- No tengo ganas ¿de acuerdo? Hoy no – respondió bastante seco dejando al espadachín bastante sorprendido - ¿O crees que voy a abrirme de piernas cada vez que al señor alfa le apetezca pasar el rato?

- ¿A qué viene esa actitud de mierda? – frunció el ceño sin entender su mal humor, apenas hacía unas horas estaban bien, divirtiéndose en el futón con sus cuerpos entrelazados y no se habían peleado antes de irse a dormir.

- Ya te lo dije, la cocina es mi lugar sagrado y no voy a dejar que lo mancilles. – se terminó el trozo de pastel de un bocado y apuró el café de su taza para así levantarse de la mesa y darle la espalda a Zoro para ir a fregar los utensilios, incluida su cucharilla favorita que también consiguió en Año Nuevo. Debía poner distancia, usaría cualquier excusa para que no estuviera cerca, por suerte aparecieron en la cocina Usopp, Chopper y Luffy con su habitual escándalo, sin darse cuenta, del tenso silencio que había entre ellos. Unos minutos más tarde, llegaron las chicas y sirvió el desayuno a cada uno de ellos, incluyendo al espadachín como si nada hubiera pasado. – Oye, Nami. Sé que falta poco para llegar a nuestro destino, pero antes debemos hacer una parada, la despensa está casi vacía, habrá solo para la comida de medio día.

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