20-Welcome to The Chateau!

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-Esto no le gustará a Uriel-. Dijo Jimin tras tomar la pluma.
Noté la tensión en su ceño fruncido y la preocupación se instaló en mi pecho.
- ¿Cómo es posible, Jimin?
-Realmente no tengo ni la menor idea, esto es muy serio -ni mi propio asombro podía hacerle justicia a la oscuridad que había en la mirada del ángel.
- ¿Qué haremos?
-Primero debemos guardar esto y mostrárselo a Uriel y Astaroth cuando nos reunamos de nuevo -rápidamente noté que murmuró por lo bajo unas palabras en un idioma que se me hizo desconocido; al instante la pluma levitó y una esfera similar a una burbuja de jabón la rodeó para luego desparecer en la palma de su mano. -Estoy intrigado en saber de quién será este aroma, no lo he sentido en nadie del cielo-. Comentó mientras inspeccionaba la oficina.
-Ustedes los ángeles ¿se reconocen por aromas? Suena como algo animal-. Oí la risa de este mientras me dedicaba a husmear el escritorio del párroco.
-No exactamente, en realidad es lo que perciben los demás de nosotros, ante un humano corriente brindamos calma y paz, solo lo sienten, no lo huelen -dijo. -Pero entre nosotros generalmente son aromas de la naturaleza mesclados...nada bien definido, nada específico a menos que yo decida darte mi confianza, en ese caso un perfume particular será reconocido siempre.
-Entiendo, aunque eso quiere decir que es muy notorio con quien tienes confianza y con quien no, ¿de verdad no les molesta?
-Para nada, bueno, no debería porque la trasparencia es una virtud, en el cielo también existe la afinidad, amistad o en un mejor caso el amor entre pares -su voz sonó débil y yo lo miré por un instante estudiándolo. -Pero también puede haber asperezas aunque no queramos admitir, como veras estamos corruptos y no entiendo por qué continuamos perteneciendo allí arriba.
-También te incluyes, no deberías -repliqué.
-Lo hago porque estoy yendo en contra de mis designios y deber, lo que Dios depone para mí desde mi creación, lo arrojé a la basura el día que pisé la tierra por primera vez.

Aunque revisaba los cajones del escritorio, lo escuchaba atentamente y no me fue indiferente la sensación de confesión o descargo en sus palabras.

-No existe la perfección, Jimin, solo un ideal egoísta que tal vez los aparta de la verdadera felicidad, quizás deberías cuestionar al que impuso esa idea de lo que es correcto y está "bien".
-Cuestionar, esa palabra no existe para nosotros, nos aleja de Dios.
Eso respondía todo. Luego de esto el silencio devino, pero no supe interpretar su no respuesta, pudo haberse molestado y simplemente decidió callarse.

Rápidamente aparté ese pensamiento cuando me topé con el último cajón, el cual particularmente poseía un cerrojo.
-Jimin, este tiene llave -mordí mis labios y me levanté para echar un vistazo por sobre el mueble en busca de algo que lo abriera. -No hay nada para abrirlo...
-Déjame hacerlo-. Y al igual que con la puerta de la iglesia, este hizo trac.
El cajón se deslizó hacia afuera dejándome presa por la intriga, porque algo con candado, era secreto que no quería ser develado.

«¿Y esto?», no entendía nada.

Nos miramos por un instante, para luego llevar la vista a la carta que había dentro junto con un papel doblado en cuatro.
Guardé el sobre sellado y me quedé con el papel plegado. Al desdoblarlo, no supe lo que hice, fue automático e inconscientecomo si estuviera instalada en mí aquella escritura de lengua desconocida. Casi siseante y de una difícil pronunciación, pero enigmática al mismo tiempo.
-Belataelínnanlenisjón, elapatzan min bisha*
-No.

El papel cayó de mi mano con tal lentitud, que se asemejó a una acción en cámara lenta; algo...o mejor dicho todo en la oficina estalló y juré que las llamas estuvieron a un suspiro de mi rostro, sin embargo una fuerza me jaló hacia atrás a tiempo.
Los brazos del ángel me rodearon y apartaron con suma velocidad sin darme oportunidad ni siquiera de emitir sonido alguno, me estrujó y sus alas se abrieron cual escudo separándonos de las llamas mientras salíamos disparados por la ventana que daba salida a un costado del templo.
El sonido del vidrio chirrió y yo intenté cubrirme lo más que pude; cuando el viento helado nos golpeó junto con la húmeda nieve al desplomarnos, supe que estábamos a salvo.

Wings: The Beginning « j.jk »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora