3-Am I Wrong?

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El ruido del pan saltando en la tostadora me quitó de mis pensamientos; miré la hora en el gran reloj de la cocina pero aún faltaba mucho para que sea la hora de irme por lo que continué desayunando. Un fuerte olor a colonia de hombre inundó mis fosas nasales delatando la presencia de alguien que se encontraba detrás de mí.

–Ni se te ocurra–. Dije antes de morder una tostada con mermelada.

–Das miedo ¿Sabes? –. Replicó él rodeando la barra para sentarse frente a mí.

– ¿Acaso no te hueles? Ese horrible perfume se siente a kilómetros. Me pregunto qué clase de nariz tiene tu novia–. Comenté con ironía intentando volver a concentrar la mirada en los apuntes de historia del arte que estaba junto a mi taza.

Mi hermano soltó una risotada alegre y contagiosa logrando arrebatarme una sonrisa mientras negaba con suavidad.

– ¿Cómo te encuentras? –preguntó. El timbre de su voz sonó cálido mientras que sus orbes azules se mostraban oscuros y preocupados. Ese era el único lado que nadie conocía de él; los demás solo veían su lado cool y sociable, pero jamás ese.

–Bien...supongo –me encogí de hombros disponiéndome a guardar mis apuntes. –En cualquier momento serás aún más popular por tener una hermana loca, así que no hay nada de qué preocuparse–. Hice una floritura con mi mano restándole importancia, jugando con el sarcasmo de manera divertida.

–No seas tonta, Mel. Dime... –había dejado la tostada a medio terminar sobre la mesa, y su mirada se veía seria.–Quizás me suelo hacer el tonto, pero me preocupas, eres mi hermanita y ayer yo te dije que te llevaba al cementerio y te fuiste sola de todas formas...Sabes, desde que la abuela no está, cambiaste mucho y lo noto en tu rostro Melanía. Escucho cuando gritas y no puedes dormir...–me miró impaciente. Por otro lado, yo intentaba buscar la excusa adecuada para salir de eso; entendía que podía estar preocupado pero no llegué a pensar que a ese límite...

Solo bajé la mirada y me mordí el labio de manera interna.

–Yo estoy bien Eloy, de verdad –intenté sonar convincente. –La gente puede cambiar.

– ¿Un día eres la chica más sonriente y al otro una que toma pastillas recetadas por un psiquiatra? A mamá y papá podrás engañarlos pero a mí no.

Me encontraba entre la espada y la pared con él, pero por más interrogatorio que tuviera no podía contarle en el delirio en el que me encontraba, a pesar de que mi corazón temblara por liberar todo aquel peso que llevaba sobre mis hombros. Mis labios se entreabrieron pero no salió palabra alguna en mi defensa ante la acusación, sin embargo, el timbre sonó a tiempo para que yo tomara mis cosas y prácticamente huyera de allí mismo dejando a mi hermano con las palabras en la boca.
Abrí la puerta y di gracias al cielo encontrándome con mis amigos que me esperaban para ir al instituto. No les di tiempo de saludar ni preguntar cómo estaba; simplemente jalé de sus manos arrastrándolos conmigo lejos de mi casa y haciendo caso omiso a sus llamados. Cuando estuvimos lo suficientemente alejados de allí los solté volviendo a respirar y caminar de manera relajada pero Suga me detuvo.

– ¡Mel! Joder, ¿Qué pasa contigo? –. Dijo Suga jalándome un mechón de cabello para llamar mi atención. Y sí que lo hizo.

– ¡Hey no hagas eso! –le di un pequeño manotón haciendo que me soltara. Di la vuelta y ambos tenían un semblante interrogante y preocupado. Suga y Naomi habían sido mis amigos desde pequeña; siempre fuimos unidos y realmente sentía que estábamos destinados de alguna forma a ser amigos porque de manera inexplicable siempre terminábamos yendo por el mismo camino. Suga era una persona pasiva y tranquila pero cuando algo le molestaba su semblante se mostraba duro y más serio de lo normal, e incluso maldecía o insultaba. Por otro lado, Naomi también era alguien tranquila y divertida con la cual jamás me cansaría de hablar, e incluso juraba que hasta nuestras mentes estaban conectadas.
Sabía que estarían enojados y que buscarían una explicación en mí del por qué jamás les había avisado que estuve en el hospital. Esa noche al llegar de allí simplemente caí rendida en mi cama y el celular quedo regado en el suelo junto con mis cosas. No fue hasta esa mañana que al revisar mi teléfono encontré sus angustiados mensajes.

Wings: The Beginning « j.jk »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora