8-Tennessee Honey

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Deslicé mi mano por una suave y cálida tela mientras liberaba un suspiro que rosaba por primera vez, la tranquilidad que uno tiene luego de despertar de un maravilloso sueño.
Mis parpados seguían perezosos por abrirse por lo que me dediqué a seguir disfrutando de los sonidos y aromas que había a mí alrededor un poco más...pero no fue así. Me levanté de golpe y miré a mí alrededor encontrándome en una habitación blanca y luminosa, muy lejos de la guarida con objetos extraños y perturbadores del demonio Caín.
Estaba sentada sobre una cama somier enorme de sábanas blancas, de acolchados tibios y almohadas mullidas. Un escalofrió recorrió mi espalda haciéndome estremecer, por lo que de manera instintiva me abracé a mí misma los brazos.

–Qué carajo...–. Murmuré notando que mis hombros se encontraban descubiertos y encrespados por el frío.

Con pesadez me arrastré por la cama y me senté en el borde mientras mi mirada recorría con detenimiento aquel cuarto. Era grande, y sus paredes blancas y pulcras hacían parecer que este era mucho más amplio de lo que ya era; detrás de la cama había una pared que no llegaba a unirse con los otros muros de mampostería ya que en su lugar a cada extremo, un vidrio se levantaba desde el suelo hasta el techo sirviendo de ventana, lo cual explicaba por qué los rayos de luz abarcaban hasta el mínimo recóndito allí dentro.
Esperé que el suelo se encontrara frío cuando mis pies lo tocaran, pero a diferencia de lo que pensaba, me sorprendí que este se encontrara cálido por lo que deduje que se trataba del suelo radiante bajo la madera. La otra ropa ya no la tenía y en su lugar llevaba puesto un camisolín de raso color burdeos que apenas llegaba a la mitad de mis muslos rosando sus detalles de encaje negro.
Eché un vistazo al final del colchón y encontré una bata color negra de la misma tela de mi vestido; la tomé y me la coloqué saliendo silenciosamente del cuarto.
Se notaba que era una casa de estilo contemporáneo, moderna y elegante al mismo tiempo; caminé por un pasillo de pinturas que fácilmente pude reconocer que eran de Dalí y Picasso, hasta toparme con el comedor. Se notaba que los espacios iban desde lo más íntimo hasta lo menos privado ya que al terminar el corredor, frente a mí una enorme pared de vidrio enseñaba una panorámica del patio trasero con una piscina y la vista natural del bosque.
Cerré los ojos e inhalé detenidamente sintiendo como si la luz del sol me estuviera envolviendo en caricias, llenándome de una renovadora energía.
De pronto el ruido de algo friéndose en una sartén y el aroma a huevos robó toda la atención.
Hacia mi derecha, en la cocina, sentado en una banqueta larga y apoyado en una isla de mármol rectangular se encontraba Jin.

–Al fin, ¿Dormiste bien? –. Tenía un libro en las manos y llevaba puesto unos lentes de lectura con marcos muy delgados y algo redondos. Su mirada estaba puesta en mí notando cierto alivio en sus ojos.

– ¿Cuánto tiempo estuve dormida? –. Caminé hacia donde se encontraba él. Este se levantó de su lugar y yo me sentí demasiado diminuta frente a su imponente altura y ancha espalda de nadador.

–Toda la noche, ya son las cinco de la tarde. –comentó. Había perdido las clases del día.

–Ya veo...–me acerqué a él e incliné mi cabeza posando mi frente contra su pecho. –Gracias. –murmuré.

– ¿Por qué lo dices? –. Noté confusión en su voz pero de todas formas, logré sentir que una de sus manos se deslizó por mi cabello en una agradable caricia; era enigmática la sensación que tenia de estar con un hermano.

–Por haberme ayudado ayer...y-yo creí que moriría–. Lo último salió tan débil de mí, pero Jin me tomó por los hombros y me observó con enfado.

–No digas eso, tonta –su semblante se transformó a uno de arrepentimiento y sus ojos destilaban vergüenza. –Fue mi culpa, cuando quedaste inconsciente intentamos despertarte pero no funcionó. Entonces Caín dijo que podía usar un hechizo, pero no me dijo cual –su mirada oscureció. –No fue hasta que vi tus primeros síntomas que me di cuenta que uno de los sellos se había roto. Lo lamento de verdad...no creí que sería tan doloroso el tercero y esto me hace pensar que si este sello fue así de difícil, no quiero imaginar cómo serán los demás.
Dejé escapar un suspiro tras escucharlo y llevé mis manos a sus muñecas intentando que se relajara ya que sus manos me estaban estrechando con bastante fuerza sin darse cuenta.

Wings: The Beginning « j.jk »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora