C A P I T U L O 28

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LEÓN.

Estaba regresando de buscar un bocadillo en la cocina cuando vi a Leo ir a la habitación de Leah, no los voy a dejar hacer cardio toda la noche, necesito a Leah conmigo mañana temprano. Golpeo la puerta de su habitación:

—Voy a entrar a la cuenta de tres. Uno... Dos... Tres —Abro la puerta y a pesar de mi advertencia mi hermano está sobre mi mejor amiga, besándola apasionadamente. Camino hasta la cama y empujo a Leo tratando de alejarlos.

—Siempre que haces eso ella tiene poca energía en la mañana.

—¿Para que la necesitas?

—No te importa.

—Es mía.

—Y mía también.

—Más mía que tuya.

—No soy de nadie —dice Leah.

—Cállate, tu no opines —le digo en broma.

Leo la sujeta de un brazo y yo de una pierna ...

—¡Suéltenme! no soy un juguete.

—No voy a dejar que estén toda la noche uno sobre el otro, te necesito cuerda mañana.

—Es mi fuente de energía —responde mi hermano.

—Por eso no te la voy a dejar, le robas toda la energía que necesito.

—León —Leo responde en tono de orden.

—No te voy a hacer caso hoy, necesito a Leah solo por un día, tú la tienes siempre.

—Basta —Dice Leah —O se calman o se van los dos.

—Elije entonces... ¿quién? ¿él o yo? —pregunto.

—Los elijo a ambos —responde.

—Leah... es hora de dormir —dice Leo.

—Por eso.

—Es mi hermano, comparto casi todo con él, pero no quiero que duermas con otro hombre aparte de mí.

—Entonces no duermo con ninguno de los dos.

—Nena... —Nunca me imaginé al varonil y fortachón de mi hermano lucir indefenso y vulnerable frente a alguien de la mitad de su peso.

—Shu váyanse... los dos.

No voy a ser el primero en salir, Leo no lo hará después de que yo lo haga.

—Tu primero le digo.

—Después de ti —responde.

Al final fuimos empujados hasta la salida por alguien significativamente más pequeña en nuestra comparación. Leo desanimado se dirige hasta su habitación y yo le sigo.

—¿A dónde vas?

—A dormir contigo.

—...León.

—¿No le dijiste a Leah que te acostumbraste a dormir con compañía?

—Con su compañía, no la tuya.

Me apresuro y me meto en su cama.

—Ya somos adultos León.

—¿Y?

—Dos hombres adultos compartiendo cama no...

—Tengo que acostumbrarme.

—¿Acostumbrarte? ¿por qué?

LOVE & LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora