C A P I T U L O 29

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LEÓN

No sé si estoy más emocionado o asustado de que ya sea el día. Llego media hora antes de la hora planeada al lugar al que David me dijo que viniera. Faltan diez minutos para que den las nueve de la mañana cuando él aparece y sube al auto.

—Gracias por aceptar —le digo.

—¿A qué quieres llegar con esto León? ¿Has salido con un chico antes?

—...No.

—Yo no quiero ser la persona con la que averigües si eres gay o no.

—No es la primera vez que siento atracción hacia un hombre, pero si la primera vez que hago este tipo de cosas.

—¿Por qué yo?

—... No se.

—Vez, ni siquiera estás seguro.

—No fue mi intención hacerte sentir mal con esto, no quiero que creas que estás obligado a algo conmigo. Si no quieres nada puedes irte.

—... Solo por hoy —responde.

Me pongo en marcha antes de que cambie de opinión, el ambiente que hay entre nosotros no se parece en nada al que solía haber cuando antes coincidíamos, es incómodo y algo opresivo.

Abro la puerta automática del garaje de la casa.

—¿Me traes a tu casa?

—Leah y mi hermano están aquí.

Lo guío hasta la sala de la casa. Al ver la expresión en su rostro, al fin después de tantos días de preocupación siento que puedo relajarme. Con la ayuda de Leo y Leah preparé la sala de la casa para pintar, alejando los muebles y cubriendo el suelo con un plástico para poner caballetes, lienzos y pinturas que nos permitan hacer un pequeño desastre sin que el perfeccionista de mi hermano me hable por destruir nuestra casa.

—¿Vamos a pintar?

—Si tú quieres.

—No quiero ensuciar mi ropa.

—Puedo prestarte algo.

—Por favor.

Aprovecho que Leah ya está aquí para que le haga compañía hasta que yo le traiga algo a David.

Regreso después de unos minutos trayendo conmigo una camiseta blanca que pocas veces he usado.

Si a David no le agrada estar conmigo me alegra que al menos con Leah la esté pasando bien. Parecen disfrutar de la compañía del otro (ninguno de los dos puede hacer eso con cualquiera) están sentados en el suelo frente al computador de Leah.

—Aquí tienes —digo pasándole la camiseta.

—Gracias — responde —¿Está bien si me cambio aquí? —Le pregunta a Leah (si, solo a ella).

—Claro, no hay problema —responde mi cuñada.

Para no ver como David se cambia centro mi atención en Leah.

—¿En dónde está Leo? —le pregunto.

—Acabando con algo de trabajo, dijo que en unos minutos ya viene.

No entendía por qué David quería que Leah estuviera con nosotros, pero ahora ya sé por qué. Buscamos imágenes en el portátil con ella entre nosotros.

Cuando ya tenemos nuestras imágenes de inspiración, nos ponemos manos a la obra, Leo se nos une y seguimos pintando.

Un lugar bullicioso no nos permitiría tener una conversación agradable. Ahora todo está en silencio pero nadie dice nada, todos estamos, están concentrados en lo que están haciendo. Yo estoy más concentrado en la persona que tengo frente a mí, David, nunca me canso de su físico.

LOVE & LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora