C A P I T U L O 5

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¿Cómo es que no me di cuenta antes? Su cabello es más corto que ese día y como enserio no lo vi tanto tiempo como él parece creer, no recuerdo muy bien su físico.

—¿Eres tú? No lo había notado.

—Eso es poco creíble, intenta con otra cosa.

—Es verdad, no tenía idea de que la persona para la que tenía que trabajar era usted.

—Ya te dije que ese cliché no funciona conmigo.

—Enserio no hago esto por usted.

—Mentirosa.

—Digo la verdad señor, si no me cree no voy a tratar de convencerlo.

Para mi suerte el ascensor se detiene, las puertas se abren y logro ver el auto del que bajé antes, salgo y me apresuro a llegar a él.

—¿Por qué tratas de estar cerca de mi entonces? —me dice una vez que el auto se pone en marcha.

—No intento estar cerca de usted, solo quiero trabajar.

—Ese día demostraste que no eras buena para ocultar tu interés por mí.

—Ese día no estaba concentrada en su presencia como usted cree, tampoco había recordado su existencia hasta el día de hoy.

—No voy a caer en tu...

—Señor, usted no es tan importante como cree, tengo cosas y personas más interesantes a las cuales dar mi atención.

—Ya te lo dije, no harás que caiga con esa actitud.

Decido ignorar a este ricachón impertinente y veo por la ventana, las aceras con gente me tranquilizan un poco, me recuerdan que a pesar de nuestras diferencias todos merecen respeto "¿Hasta este humano?" Si Brito hasta este humano.

***

La jornada más larga de mi existencia y apenas son un poco más de las ocho de la mañana, hasta que sean las cinco veo a esas horas separadas por siglos y no minutos.

Mientras don ego habla con su abuelo, una secretaria que no trata de ocultar su desagrado por mí me da una rápida capacitación. Con tan solo verla puedo saber lo que piensa de mí: curriculum sin experiencia, sin título universitario, mi forma poco profesional de presentarme y vestirme ¿Cómo rayos conseguí el trabajo? Palancas, exactamente así lo conseguí.

—Y aquí es donde trabajarás —me dice y luego entramos por la puerta que hace unos segundos estaba señalando.

La oficina es medianamente espaciosa, hay dos escritorios, uno grande frente a la pared del fondo, el escritorio que supongo es en el que yo trabajaré está cerca a la puerta. En el lado izquierdo de la oficina cerca de las ventanas un sofá grande, dos pequeños y en el centro de estos una mesita.

—Gracias por tu ayuda y perdón la molestia —le digo a la secretaria.

Después de que se va me siento en el escritorio y repaso los horarios de la tablet.

La puerta se abre, me pareció que hasta el color del ambiente cambió, don ego lanza una tarjeta (sé que esta si es de crédito) al escritorio.

—Ve a comprar el desayuno.

—¿No lo toma en la cafetería?

Se dirige al escritorio del fondo —Ve a comprarlo en la cafetería al final de la calle. Un café descafeinado con una cucharada de azúcar y algún acompañante.

—... sí señor.

Tardé cerca de diez malditos minutos en llegar a la bendita cafetería, espero que a ese idiota le hiervan las orejas después de tantos insultos que le dediqué. Tardé diez minutos más en la cola. Y en total me han tomado cuarenta minutos de mi valioso tiempo solo para que él princesito tenga su desayuno.

LOVE & LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora