La muerte negra

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Los personajes utilizados pertenece a Masashi Kishimoto así cómo todo a Naruto se refiere, la historia me pertenece.

Esta historia la escribo sin fines de lucro única y exclusivamente por mi amor a la lectura y escritura y más que nada para todos ustedes.

La muerte negra

—¡Princesa Temari!—desvié la mirada de mi lectura. Era Sakura.

Levanté la ceja, como odio las formalidades. Sus labios formaron una tímida sonrisa, como si me hubiera leído el pensamiento y un intenso rubor comenzó a cubrir su cuello llegando hasta sus mejillas, su cara contrarita reflejaba un debate interno que terminó con una bocanada de aire.

—Iré a ver a Ino y me preguntaba si te gustaría acompañarme. —se encogió de brazos a la par que se mordía el labio.

Sorprendida ante su petición me levanté de la silla, aceptando, y comenzamos a caminar hacia los aposentos de Ino, si debía admitir algo, era que estaba inquieta, habían pasado muchas cosas el día anterior, pero sin duda lo que más me tenía pensativa eran las marcas de Ino, aquello no era nada parecido a alguna enfermedad ni mucho menos una marca repentina; eso era una marca de ataque. Sí, la noche anterior también fue especial, la velada que habíamos pasado nos hizo perder la noción del tiempo que cuando regresamos la corte estaba muda y los reyes sonreían cómplices y aunque tuve un buen sueño tengo que ser honesta, sucedido con Ino no salía de mi cabeza.

Caminamos por los pasillos, los rayos del sol pegando contra mis brazos me hicieron caer en cuenta de algo, estaba muy fría, demasiado, y se hizo más penetrante cuando llegamos a la cámara de Ino. Sólo ella y Sakura me habían agradado, quizá era el hecho de que ambas eran menores y que eran muy joviales, tal vez la amistad tan extraña y violenta que tenían o el hecho de que yo deseaba una relación así de fuerte.

Apenas entrar a la habitación el olor a enfermedad penetró mi nariz. Olía a suciedad y humedad. Había un leve olor a pieles de animales que seguramente eran propiedad de la dama ahí tendida, otro de los olores era un hedor vegetal de agua para cocinar que no se tira y un tufo agrio que provenía de un cuenco dejado en una esquina de la habitación en el que, probablemente, contenía desechos evacuados del estómago de la joven rubia. Mi estomago estaba a nada de volcarse.

—¿Por qué huele tan mal? —Pregunté tapándome la nariz—¿Qué está haciendo el servicio? ¿por qué no han limpiado nada?

—No lo sé—Sakura con un pañuelo en la nariz se acercó a revisar a Ino. Sus ojos se abrieron tanto y echándose para atrás soltó un grito—¡Está muerta!

QUÉ

—¡No mientas! —grité.

Me acerqué de inmediato a la pálida rubia y comencé a checarla cubriéndome la nariz con mi pañuelo. Su piel estaba casi transparente pero en instancias me pareció amarilla, podía ver sus venas, estaba bañada en sudor y parecía que nadie había limpiado su cuerpo pues había rastros de sus necesidades en la cama. Tomé su mano con el pañuelo y revisé con cuidado, su pulso era demasiado débil. Limpié su frente y la acomodé en la cama.

—No, Sakura, está inconsciente. Cuídala iré por ayuda.

Salí corriendo de la habitación gritando tan fuerte como mis pulmones daban, doblé pasillos y corrí hacia los jardines, ahí estaba Tenten entrando a una torre donde estaba la gente del servicio. Abrí la puerta y entré casi cayendo de bruces.

—¡Tenten! ¡Trae a un mensajero! ¡Necesito un médico! ¡YA!

—Sí mi señora—la castaña salió corriendo y salí de trance. Estaba hiperventilando, Sakura me había espantado. El olor aun impregnado en mi nariz no ayudó, caí de rodillas y vomité.

En espera de las nubes blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora