- Sam, ¿has visto a tu hermano y a tu padre? - le pregunté a mi hijo que estaba comiendo cereales mientras veía la televisión.
- Creo que han ido al descampado que hay detrás de casa.
- Está bien. Voy a ir a verlos, en seguida vuelvo.
Sam siguió atento a sus dibujos con lo que salí a buscarlos.
Desde lejos parecía que estaban jugando con las pistolas de balines de John, pero la furia se desató en mí al darme cuenta de que Dean estaba sosteniendo una de mis escopetas y estaba segura de que estaría cargada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- ¿¡Qué se supone que estás haciendo!? - le arrebaté al niño el arma de las manos y clavé la mirada en mi marido - ¿¡Qué tipo de padre saca a su hijo a disparar!?
- Un padre que quiere mantener a su familia a salvo.
- Dean, cariño, ve a casa con Sam.
Nos miró a los dos sabiendo que la tormenta iba a desatarse en cualquier momento y decidió ponerse a resguardo antes de que empezara.
- Un demonio entró en la habitación de Sam cuando solo era un bebé para hacerle solo Dios sabe qué y casi te mata a ti en el camino. No estoy dispuesto a correr más riesgos.
- Nosotros cuidamos de ellos.
- ¿Y si mañana no estamos? Quiero que por lo menos Dean sepa a qué se estarían enfrentando.
- Es solo un niño, debería poder disfrutar de ser un niño un poco más.
- ¡Dejó de serlo cuando empezamos a guardar garrafas de agua bendita en la despensa de la cocina!
El silencio nos rodeó durante un segundo.
- John, entiendo lo que quieres decir, pero haré todo lo que esté en mi mano para evitar que metas a los niños en esto. No quiero que crezcan como lo hice yo, no lo permitiré.
- ¿Qué vas a hacer? ¿Llevártelos?
- Si es la única opción, si. No me obligues a hacerlo.
