Capítulo 3.- Lágrimas y verdades.

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En aquel momento, Lyssa Velaryon acunaba el cuerpo de Laenor Velaryon, mientras este aún tenía lágrimas en los ojos. Al fin estaba dormido y la mayor de los hermanos podía ver a la menor de ellos mirándola desde el balcón de aquella habitación. Estaba de brazos cruzados, mientras el viento de la noche movía sus rizos blanquecinos. La peliblanca se levantó despacio de la cama, dejando a su hermano recostado y se acercó a su hermana, abrazándola.

-¿Crees que estará bien?- preguntó Laena mientras escondía su rostro en el cuello de su hermana mayor.

-No lo sé, Lae. Ha tenido que ser muy duro para él ver cómo le hacían eso a alguien que quería.

-Tú ni siquiera has pestañeado cuando lo has visto todo.- Laena se separó de sus brazos y se adentró en la oscuridad que les brindaba el balcón. Lyssa la siguió, apoyando sus palmas en la piedra fría de la barandilla.

-He visto muertos, hermana. Estaba más preocupada por qué a vosotros no os hicieran nada.

-Es verdad lo que decía madre y padre. Que el mar cambia a la gente.

-Creo que siempre he sido así. Sólo que el mar me ha permitido encontrarme. Y me permitía ser libre, Lae.

Ambas se sonrieron. Miraron la luna, dejando que la tenue luz que daba las bañara con ella. Respiró hondo. Cuando aquella luna estuviera completa, se casaría. Con Daemon Targaryen. Solo pensarlo hizo que un frío escalofrío le recorriera la espina dorsal y temblara. No iba a admitir que aquel hombre le atraía, jamás. Pero debía ser al menos sincera consigo misma y su cuerpo.

-¿Qué pasará ahora, Lys?- preguntó Laena sacándola de sus ensoñaciones. Suspiró.

-Yo me casaré.- ambas se miraron. La pequeña sorprendida, la mayor tranquila.- Con Daemon Targaryen. Aunque la reina preferiría que me casara con su padre.- la mueca de asco de Laena hizo reír a su hermana.

-Creo que has ganado con el cambio.

-Sí.- las dos rieron al unísono.- Y nuestros padres tendrán planes para ti. Seguramente te casarán con algún noble de alguna casa. Para evitar que Alicent vuelva a intentar lo que ha hecho conmigo. Pero tranquila. Nosotros tres siempre estaremos juntos.

Ambas se volvieron a abrazar y entraron a la estancia, viendo a Laenor en posición fetal en la cama de Lyssa.- Quédate con él, Lae. Yo iré a ver a Rhaenyra.- la pequeña asintió, dándole un beso en la mejilla y sonriendo a su hermana. Lyssa se marchó de allí, dejando a sus dos hermanos durmiendo. En la puerta estaban todos los de su tripulación, esperándola.

-Nysah, por favor, quédate vigilando. Luego que tu hermano te ponga al día. No quiero dejarlos solos en esta corte.- la chica asintió y el resto se marcharon hacia otros aposentos, a los de Darron. Allí Alon los recibió con alegría, ajeno a lo que había pasado y embriagado por el alcohol del lecho de pulgas.

-¡Buenas noches, damas y caballeros!- cantó con alegría el joven, viendo las caras taciturnas de los recién llegados.- Que caras más sombrías. ¿Quién ha muerto?

-El amante de mi hermano.- Alon tragó tan rápido el alcohol que bebía que, al escuchar eso, lo escupió de golpe por la sorpresa. Lyssa había puesto al día sobre su familia a todos ellos, porque eran sus personas de confianza, pero su amigo no esperaba que de verdad hubiera muerto alguien.

-Veníamos a una boda, ¿verdad? ¿Cómo es que todo ha acabado con un muerto?

-Digamos que a alguien se le ha ido la cabeza y ha acabado cometiendo semejante atrocidad.- explicó Darron mientras se servía una copa de vino. Alon miró a Lyssa Velaryon, que se paseaba tranquilamente por la estancia.

Agua y fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora