CAPÍTULO 2 - QUIERO QUE ESTÉS A SALVO

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Jungkook había perdido la cuenta de los minutos que llevaba mirando la pantalla de su móvil con el nombre de Vante en ella. Habían pasado 5 días desde su encuentro, y a pesar de que en un principio estuvo a punto de borrar su teléfono y fingir que nada había pasado, lo cierto era que siempre que iba a hacerlo, algo en su interior le echaba para atrás. No sabía si era la curiosidad que aquel hombre le causaba, o las irrefrenables ganas que tenía de volver a tener la oportunidad de mirar aquel rostro perfecto y esa sonrisa de medio lado que le aceleraba el pulso solo de pensar en ella. Estaba a punto de pulsar el botón de llamada, cuando alguien llamó a la puerta de su dormitorio.

—Buenas tardes, señora Lee. Sé que le dije que hoy le daría el dinero que le debo del alquiler, pero ¿podría darme un par de días más?

—¿Pero de qué hablas, muchacho? Hace días que me pagaste todo el dinero que me debías. Venía para decirte que, tal y como me solicitaste, te he cambiado a una habitación en el edificio nuevo.

—¡No, no! ¡Yo no le he pagado nada! ¡Ni le he pedido un cambio de habitación, no puedo pagar el alquiler de esas habitaciones de lujo!

—Jungkook, cariño, ¿te encuentras bien? Me pagaste todo el próximo año por adelantado ya. Solo venía a preguntarte si necesitabas ayuda para mover tus cosas, porque ya tengo a otro inquilino para este cuarto.

—¡Pero es una confusión!

—Hijo, confusión o no, tengo un ingreso bancario a tu nombre para pagarlo todo.

Algo en el pecho de Jungkook se cerró como una trampa para osos sobre su corazón. Él no era el tipo de persona que tenía golpes de suerte. Fue su mala suerte la que hizo que su madre le viese besando al que creía que era su mejor amigo en aquel centro comercial. Fue su mala suerte la que hizo que le robasen todas sus pertenencias varias veces cuando vivía en la calle. Fue su mala suerte la que hizo que se rompiese el brazo al caerse de la bicicleta el año anterior, impidiéndole trabajar durante semanas al ritmo habitual y haciendo que se endeudase con la señora Lee. 

Aún con esa sensación de mala intuición, Jungkook agarró la caja de cartón que había llevado la dueña del edificio para él, y lanzó todas sus pertenencias dentro. Viéndolas ahí, amontonadas de cualquier manera, le dieron ganas de llorar al ver el poco espacio que ocupaba su vida: Una mochila llena de folios y apenas una docena de prendas de ropa. Literalmente, su bien más preciado era el candado de su bicicleta. Caminando por la calle detrás de su casera, de camino al bloque de apartamentos contiguo, no podía parar de pensar en qué había pasado para que apareciese todo ese dinero a su nombre.

Al despedirse de la señora Lee en la puerta, se sentó en la cama del cuarto, con el papel que le había dado en la mano, leyéndolo sin entender. Limpieza semanal del cuarto con cambio de sábanas incluido, servicio de mantenimiento, internet gratis, cuarto de baño privado, y hasta una pequeña cocina privada. Todo eso, para él. 

Su cabeza empezó a dar vueltas sintiéndose mareado de pronto, posiblemente porque le costaba respirar debido a la ansiedad. Sí, muy bien, esa habitación era una pasada, pero ¿cómo demonios iba a pagarla? ¿Qué iba a pasar cuando el error se solventase y se descubriese que él no había pagado nada de aquello? No tendría dónde dormir y tendría que volver a las calles. Sí, no sentía aquello como un golpe de buena suerte, aunque pudiese parecerlo, sino todo lo contrario: un desgraciado error que le arrastraría a la miseria irremediablemente otra vez.

Un pitido en su móvil le indicó que había recibido un email, y al mirar la pantalla, nuevamente sintió como si un jarro de agua fría le cayese por encima. Era del departamento de cobros de su universidad. Mentalmente, repasó si había pagado todas las cuotas y si había cumplimentado correctamente la solicitud de beca, así que, al borde de un ataque de pánico, tocó la pantalla para abrir el mensaje. "Su deuda pendiente con la Universidad de Seoul es de – 9000 wones". Por un instante, entró en pánico, pensando que le debía esa clase de dinero de forma inesperada a las puertas a su futuro soñado, pero entonces leyó mejor el mensaje. No decía que debiese dinero. Decía que tenía 9000 wones en su cuenta, el coste de su último semestre en la universidad.

La mazmorra de las 3 AM [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora