CAPÍTULO 7 - SECRETOS

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De pie frente a la cama de una de las salas de la mazmorra, Vante observó a su clienta absolutamente consumida por la excitación, y sonrió orgulloso, aprovechando que ella no podía verle debido a que tenía los ojos vendados. La señorita Hong era relativamente nueva como usuaria de sus servicios y había sido extraordinariamente difícil dar con la combinación perfecta de prácticas que la satisficiera y que al mismo tiempo pudiesen brindar como negocio. Según les había contado en la entrevista inicial, era un alto cargo de una multinacional, todo un ejemplo de liderazgo y manejo empresarial con mano dura. 

Pero en contra de lo que solía ocurrir en ese tipo de ocasiones, en las que la vergüenza por solicitar sus servicios les resultaba de alguna forma humillante, ella entró con sus ideas muy claras y la frente alta, algo que le gustó muchísimo personalmente a Vante.

Mientras encendía una nueva vela y esperaba a que la cera se derritiese ligeramente, se dejó llevar por sus propios pensamientos. En contra de lo que mucha gente pensaba, aquel trabajo le daba la oportunidad de reflexionar sobre la vida con frecuencia, algo que adoraba.

Al fin y al cabo, por mucho que la sociedad nos quiera estereotipar, el ser humano es un conjunto de contradicciones, una suma de facetas únicas e imposibles que nos hacen ser quienes somos. Y ver a la dura y autoritaria mujer que entró en su despacho vestida únicamente con un conjunto de lencería disfrutando con cada gota de cera que caía sobre su cuerpo le parecía crudo y bello al mismo tiempo, convirtiendo el momento paradójicamente en una dicotomía absurda en sí misma.

Bostezando en silencio, miró el reloj para comprobar cuanto tiempo de sesión le quedaba antes de poder quitarse las nuevas botas de cuero que se había comprado para trabajar, ya que desgraciadamente le estaban destrozando los pies, y según su experiencia, eso solo quería decir que pasarían meses antes de que definitivamente pudiese llevarlas sin miedo a las rozaduras.

 Por suerte, ya eran las 6:50 de la mañana, y ya solo quedaban unos pocos minutos, así que fue sacando del trance a la mujer para que pudiesen terminar a tiempo, y la dejó sola para que pudiese vestirse.

La bofetada de calor casi veraniego fuera de la sala le hizo maldecir el momento en el que Mimi y él decidieron solo instalar aire acondicionado en el despacho y las salas. Del ajustado bolsillo de sus pantalones de cuero, que debido al sudor incipiente se le empezaban a pegar a los muslos, sacó como pudo su teléfono para mandarle un mensaje a Jungkook antes de irse a poner su ropa de calle.

Vante:

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Vante:

Buenos días, conejito. ¿Cómo has dormido? Me voy a ir a casa a dormir un rato, pero no tengo que trabajar hasta mañana por la noche... ¿Te paso a recoger cuando salgas de clase y te vienes a mi casa?

Jungkook:

Me encantaría verte un ratito, pero no me puedo quedar. Los exámenes finales son en un par de semanas y tengo mucho que estudiar.

La mazmorra de las 3 AM [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora