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Gracias a las curas y la silla que el omega le había fabricado, Mew había podido moverse mejor cada día que pasó pues tenía un motivo para no decaer en su herido orgullo.

Su humor también fue cambiando a mejor y poco a poco paso de exigirles a los omegas, a rogarles incesantemente que lo llevasen al pueblo y lo dejase contactar con su casa.

Gulf estaba muy preocupado pues a pesar de que se había negado a esas peticiones por no tener dinero suficiente para una conferencia de ese calibre, estaba el que aún debía pasar al menos una semana más, para que los pies del alfa estuviesen mejor.

(...)

Mientras en el Bangkok, May y Mild estaban muy angustiados por la desaparición de su jefe, del cual no tenían ningún tipo de noticia.

Habían ido a la policía varias veces pero estos no habían descubierto nada, ya que al parecer los secuestradores no querían dinero y no habían dejado ninguna pista que seguir.

Todo era muy raro pues encima de eso, sin Mew las cosas se complicaron, ya que los socios del gremio tenían en su poder un documento en el que al parecer, este les dejaba dirigir sus pertenencias a su antojo.

Lo primero que hicieron estos fue apoderarse de la empresa y a continuación de su mansión, por lo que echaron a todos los empleados a la calle y le pusieron un cartel de venta.

Lo siguiente fueron el resto de todos los bienes inmuebles del alfa, como sus locales, los edificios y casas que disponía, los cuales fueron vendidos a la velocidad de la luz.

En las dos semanas más que transcurrieron, Mew pudo ir al pueblo y contactar por fin con su casa pero extrañado comprobó que allí había gente desconocida que no sabían quién era él.

Tuvieron que pasar unos días más para poder reunir el dinero y llamar de nuevo a Tailandia, esta vez lo hizo a su empresa pero se encontró con que ya tampoco existía.

Con el restante dinero pudo hablar brevemente con la policía de Bangkok y explicarse y entonces le dijeron que investigarían.

Le recomendaron hacerse un nuevo pasaporte y también un documento de identidad o no conseguiría regresar, este colgó muy desolado pues todo apuntaba a que había sido muy bien maquinado y en apariencia.

Mew dejó dicho el número de la centralita del pueblo inglés, en el que estaba y tras días preguntando, finalmente consiguió contactar con Mild y entonces fue cuando este se encontró con que efectivamente se había quedado con una mano delante y otra detrás, siendo incluso más pobre de lo que lo eran los omegas ingleses, con los que había ido a parar.

Mild le dijo que no podía costearse un billete a Inglaterra para ayudarle a regresar pues los socios del alfa se habían asegurado de que su madre y él se quedasen también solo con sus pocas pertenencias y sus ahorros habían desaparecido, aunque consiguieron trabajo rápidamente en otra casona pero no ganaban lo suficiente para ayudarlo.

El alfa se pasó toda la tarde de ese día entre gruñidos y su molesto olor a enfado, espantando así a toda la clientela de Gulf, por lo que el pobre omega apenas ganó dinero y volvió con la mercancía casi intacta para la casa.

Aún así intentó animar al alfa durante todo el trayecto y hacerle ver que por lo menos estaba vivo, que esos secuestradores no lo habían matado y que el dinero tampoco era tan importante pero Mew lo miraba como si estuviese loco y siguió maldeciendo y lamentándose hasta que llegaron a la granja.

Este lo ayudó a bajarse, tras parar su camioneta delante de la casita donde de nuevo sus alientos chocaron y el omega se sonrojó sin remedio, mientras el corazón del alfa aceleró sus latidos.

El alfa se vio reflejado en los ojos del omega, olvidando por un breve instante su malestar, hasta que estuvo sentado de nuevo en la silla y reaccionó, con lo que continuó refunfuñando nuevamente.

Tras entrar en la casa, Anne vio que la venta había sido pésima y lo del alfa tampoco había ido bien, así que abrazó a su hijo, el cual vio como resignación como este rodaba la silla hasta la habitación y se encerraba de un portazo.

El alfa no entendía como los omegas podían conformarse con la pobreza en la que vivían y le resultaba muy irritante que siempre buscasen el lado bueno de todo.

...-Deja de pensar en el dinero, es tu salud lo que debes pensar... Tienes que alimentarte, anda...ven a cenar-dijo Gulf poco después al abrir la puerta y verlo sentado en la oscuridad con su semblante de derrota-... Mi madre ha hecho una rica empanada de verduras, te gustará.

El alfa no dijo nada, ni se movió, entonces este miró al suelo resignado y volvió con Anne a la cocina, donde se sentó a la mesa para disfrutar de la sabrosa cena.

-Hijo, no podemos permitir otro día así de malo. Necesitamos el dinero, a los animales apenas les queda grano. Hacen falta víveres y algo de ropa para Mew, él no tiene nada que vestirse, siempre está con tu ropa -dijo Anne comprometiéndose del alfa pues a pesar de todo, con el pasar de las semanas le había tomado cariño.

La verdad era que aunque Mew era un auténtico gruñón y muy orgulloso, la omega se había acostumbrado a su presencia y habían conversado y se hacían hecho compañía.

-Si, lo sé mamá, hoy a sido la excepción. No te preocupes, mañana trabajaré doblemente y ganaré para compensar lo de hoy-dijo el omega acariciándole la mano.

Aunque el omega había hablado en voz baja, el alfa lo había escuchado todo y una extraña sensación invadió su pecho pues vio que los dos omegas se preocupaban mucho por él, a pesar de que había sido muy desagradable con ellos.

Desde que los había conocido no habían hecho otra cosa que querer ayudarlo y aún por encima, ese día les había hecho perder las pocas ganancias que tenían para conseguir, cuando ellos no tenían la culpa de nada de lo que le había pasado con su fortuna.

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31. Esperando a mi omega- Parte 1- MewGulf - Omegaverse  TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora