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Con el nuevo cambio del alfa, las cosas en la granja fueron a mejor y tras unos días más, Mew ya pudo ponerse en pié y no se sintió una carga tan grande.

La relación de los omegas con el alfa se estrechó aún más, tanto que Anne lo quería como a un hijo y Gulf, bueno él estaba cada día más enamorado del alfa pues aunque lo había intentado remediar, conocer al verdadero Mew, sin gruñidos, ni quejas, malas caras y sin las miradas soberbias, descubrió que este era encantador y con una luz propia.

También fue así para el alfa pues los particulares omegas se habían ido metiendo en su corazón poco a poco y casi sin darse cuenta, hasta el punto que incluso le parecía que le sería imposible vivir sin ellos.

Las cosas cambiaron para mejor pero entonces de repente un día, el omega tuvo un golpe de suerte pues resulta que un anciano y rico alfa perdió la cartera junto a su puesto y este la recogió para luego entregarla a la policía del pueblo, dónde dio sus datos por mero trámite y luego regresó a su puesto.

Cuando ya casi anochecía, un anciano alfa y un beta policía aparecieron en su busca.

—Buenas noches vendedor, soy el señor Claudio James Holmes III, Duque de Holmes Chapel, ¿tú has sido el omega que ha encontrado mi cartera verdad?, ¿Eres Gulf Kanawut cierto?—habló el noble alfa sonriendo.

El omega asintió muy avergonzado pues nunca había estado en presencia de un miembro de la monarquía.

—S-Si señor, yo soy... me la encontré  esta tarde pero...

El alfa entonces extendió su mano para que este se la estrechara.

—Muchas gracias muchacho.

—Me alegro mucho de que ya se la hayan devuelto pero no hacía falta que se molestase en venir hasta aquí para agradecérmelo—dijo este con timidez.

—Bueno, no solo he venido a agradecerte muchacho —dijo entonces el alfa sonriendo mientras miraba al policía junto a él.

—Ah ¿no?

—No...quisiera hacer algo por ti... La verdad es que en esta cartera tenía cosas muy valiosas para mí y gracias a ti las he recuperado, sanas y salvas, quién sabe que les hubiese ocurrido si caen en otras manos.

—Gracias pero no entiendo señor—volvió a decir el joven omega.

—Bueno este amable policía me ha dicho que sueles venir todos los días para vender tu mercancía en este puesto y que no siempre la vendes...También me ha dicho que regentabas este puesto con tu madre hasta que ella enfermó y que no tenéis más ingresos.

El moreno omega asintió con la cabeza y miró al policía, la verdad lo había visto varias veces hacer la ronda po allí pero no sabía que éste estaba tan enterado de la vida de los vendedores.

—Si señor, es cierto—dijo finalmente este.

—Bien, entonces quiero compensarte muchacho.... Quiero recompensar tu buena obra, ayudándote—dijo el alfa abriendo su cartera para sacar dinero.

—Oh no, no, señor....no voy a aceptar dinero por hacer algo que es de buen ciudadano... Era mi deber llevarla a la policía, no era mía y no sabía su procedencia—dijo el omega tocándole con su mano temblorosa para detenerlo.

El alfa y el policía se quedaron extrañados ante esa noble acción.

—Entonces, ¿qué es lo que puedo hacer por ti dulce omega?.—preguntó el anciano alfa.

—No se preocupe señor, yo prefiero ganarme mi dinero con mi trabajo. No hago las cosas por agradecimiento, ni por propinas. Vuelva a su casa tranquilo, ya estoy más que pago con su presencia y su agradecimiento en persona—dijo este mientras recogía el resto de la mercancía que le faltaba por poner en la furgoneta y regresar a casa.

El alfa entonces sacó un papel de su bolsillo y escribió algo.

—Ya sé lo que haremos, muchacho...a partir de mañana lleva toda tu mercancía a esta dirección—dijo entregándole el papel— serás mi nuevo proveedor de frutas y hortalizas, ¿Qué te parece?, así ya no tendrás que pasar más frío aquí parado y tampoco tendrás que meterte en la noche para ganarte unas pocas monedas. Yo te pagaré bien por tu fresca mercancía—dijo finalmente el alfa sonriendo.

—¿En serio, señor?, eso sería estupendo.

Gulf sonrió feliz mientras leía el papel en el que el anciano había escrito las señas de la casona donde vivía con su familia.

—Bien pues hasta mañana. Ahora regresa a tu casa, ya se ha hecho muy tarde—dijo el anciano alfa al despedirse.

—Adiós señor y muchas gracias nuevamente—dijo feliz el omega mientras subía a su camioneta.

Cuando este llegó a la humilde casita con su madre y con Mew, este estaba muy contento y alterado, tanto que le costó horrores explicarles lo sucedido pero cuando al fin lo entendieron, los dos abrazaron orgullosos al buen omega por su amabilidad y su gesto de buen ciudadano.

—Sabía que algún día tu bondad sería recompensada hijo, esto es lo mejor que Dios nos podía mandar—dijo Anne persinandose y mirando al techo.

—Me alegro mucho por ti, te lo mereces. Ahora podrás comprarte libros y podrás estudiar como es tu desees—habló también el alfa.

El omega entonces lo miró negando con la cabeza.

—No Mew, ya habrá tiempo para eso. Con el primer dinero que juntemos, compraremos tu documentación y tu billete para que regreses a tu país y puedas recuperar lo que es tuyo y así podrás volver a tu vida—dijo mostrándose feliz, aunque le invadiese la pena.

Este sabía que tenía que ser así pues ese alfa no era suyo y además no dejaría su cómoda vida en Bangkok por él, un simple y desarrapado omega granjero de Inglaterra, por eso su deber era ayudarlo a regresar, aunque por dentro estuviese muriéndose del dolor.

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31. Esperando a mi omega- Parte 1- MewGulf - Omegaverse  TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora