La estación

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La estación de King's Cross estaba repleta de muggles, ajenos al secreto que se escondía entre las plataformas 9 y 10. Mientras abordaban sus trenes, sin la menor idea de lo que ocurría a su alrededor, la magia se desplegaba de maneras que ellos nunca podrían comprender. Si alguno llegara a ver a un mago desaparecer en la pared, probablemente lo atribuiría a un truco de la luz o a su imaginación. Los muggles, tan necios en su incredulidad, siempre encontraban una explicación mundana para lo inexplicable, negándose a aceptar que la magia habitaba en el mundo.

Para los magos, esta ignorancia era una bendición, ya que la mayoría disfrutaba de la separación entre ambos mundos y no comprendían, o incluso llegaban a despreciar, a quienes no poseían dones mágicos. Hoy, 1 de septiembre de 1991, todos los jóvenes magos y brujas se preparaban para el inicio de clases en Hogwarts, la escuela de magia y hechicería. Familias enteras ya se congregaban entre los andenes, esperando el momento preciso para cruzar el muro y llegar al Expreso de Hogwarts.

La estación estaba llena de emociones encontradas: lágrimas de despedida, risas nerviosas, y la efervescencia de los estudiantes que se reencontraban con sus amigos. Entre la multitud, la familia Nott destacaba por su elegancia discreta. Theodore y Leah, los mellizos de la familia, se despidieron de su padre con un breve abrazo antes de dirigirse al tren. Con sus cabellos rubios casi castaños que ondeaban al viento, los dos intentaban, sin mucho éxito, levantar sus baúles.

Theodore, con una mirada decidida, logró manejar su equipaje, pero la pequeña Leah se encontró luchando con el peso de sus pertenencias. Justo cuando estaba a punto de rendirse y pedir ayuda, dos cabelleras pelirrojas idénticas aparecieron ante ella, iluminando el lugar con su energía vibrante.

—Parece que esta damisela necesita ayuda, George —dijo uno, con una sonrisa traviesa.

—Qué bueno que llegamos nosotros, Fred, caballeros tan apuestos como nosotros no se encuentran todos los días —replicó el otro, tomando con cuidado el asa del baúl de Leah.

Los gemelos Weasley, con sus ropas ligeramente desgastadas y manchas de hollín en sus rostros, irradiaban una confianza que desbordaba la estación. Sus brillantes pecas contrastaban con el fulgor de sus ojos llenos de travesura.

—Mucho gusto, somos Fred y George Weasley, y será un honor ayudarte con tus cosas —dijeron al unísono, con un aire de solemnidad fingida que arrancó una sonrisa a Leah.

Aunque su padre le había hablado de los Weasley y le había insinuado que sería mejor evitar a esa familia, Leah nunca había sentido aversión hacia ellos. Su padre les inculcaba ciertas creencias, pero siempre les permitía formar sus propias opiniones. A pesar de sus reservas iniciales, la amabilidad y confianza de los gemelos la tomaron por sorpresa. Antes de que pudiera decir una palabra, ya habían tomado su baúl y lo conducían hacia Theo, quien observaba con asombro cómo esos dos desconocidos se apresuraban a ayudar a su hermana.

Leah les indicó un compartimento vacío, y los gemelos colocaron su baúl con cuidado, mientras Theodore los miraba con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Jamás alguien, que no fuera un elfo doméstico, les había ofrecido ayuda de esa manera.

—Muchas gracias, Fred y George, mi nombre es Leah —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa.

—El placer fue todo nuestro, Leah —respondió George, haciendo una exagerada reverencia—. Esperamos verte en el castillo...

—...pero si nos disculpas, debemos irnos. ¡Buena suerte! —interrumpió Fred, guiñándole un ojo antes de salir corriendo, su risa resonaba por los pasillos del tren.

Los mellizos Nott se sentaron en el compartimento vacío, acomodando sus cosas en un silencio que sólo compartían aquellos que se conocen profundamente. No obstante, Theo no podía contener su curiosidad. Miraba a su hermana como si intentara descifrar un enigma, abriendo y cerrando la boca, incapaz de decidir si debía preguntar lo que rondaba en su mente.

Malfoy is synonymous with idiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora