Un salto en el tiempo

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La copa de quidditch comenzaría al día siguiente y Leah Nott se encontraba completamente exhausta con un constante dolor de cabeza que le reventaba el cráneo. Se frotó las sienes y se levantó de una cama que evidentemente no era la suya mientras encendía un cigarrillo con un fósforo que encontró en el suelo. Observó alrededor con curiosidad, como si no hubiera pasado los meses de vacaciones escabulléndose en esta misma habitación durante dos años seguidos . Se trató de peinar el cabello mientras lanzaba un fuerte suspiro, inhaló un poco más el contenido de su cigarro para posteriormente expulsar el humo a través de una pequeña ventana que contenía aquella habitación. Todo le resultaba familiar a su alrededor, los montones de artefactos de tiendas como zonko, las enormes listas de personas que servirían como conejillos de india y hasta el tapiz color rojo en las paredes, que hacia juego con el cabello del chico que se encontraba dormido en la cama a unos metros de ella. Leah comenzó a recoger sus cosas rápidamente, tras notar que casi daban las 6:30am y pronto notarían su ausencia en casa. Se sentó en la cama y recogió un pequeño espejo de su mochila, para limpiarse el rostro manchado de mascara de pestañas y otros productos que habia olvidado retirar la noche anterior. Mientras pasaba una toalla desmaquillante por las ojeras un movimiento brusco la sobresaltó haciendo que casi se la incrustara en el ojo.

—Buenos días Lay Lay —murmuró el pelirrojo con una voz más ronca de lo normal mientras se frotaba fuertemente los ojos, probablemente también afectado por la resaca. —Veo que no planeas quedarte mucho más.

—George son casi las 7, como descubran que no estoy en mi cama me van a sacar la mierda. —respondió despreocupada mientras guardaba todos sus implementos de vuelta a su mochila — Además, sabes que no soporto el día después de una fiesta, volveré a casa para que Theo me prepare uno de esos batidos.

La rubia cerró su mochila y se acercó al pelirrojo. George Weasley se encontraba aún recostado en su cama, con los ojos algo rojos y un aspecto de no haber dormido por una semana entera. En una ocasión normal Leah habría pensado en lo sexy que se encontraba aquel chico en ese momento, sin embargo, ni siquiera se fijó mucho en su aspecto, ya tenia suficiente con tener que llegar a su casa en escoba antes de las 8 sin desmallarse por la resaca.

—Nos vemos mañana —le dijo el pelirrojo.

Leah se acercó a el y plantó un beso en sus labios, no fue tan intenso pero tampoco fue dulce, era más que nada desesperado, pues aunque ambos tenían una fuerte resaca, su atracción uno por el otro era más grande que cualquier cosa. La puerta se abrió de pronto y ambos chicos se separaron sobresaltados, si Molly Weasley era quien estaba detrás suyo era su fin.

—Venía a decirte que tus padres salieron pero creo que fui inoportuna, debí suponerlo cuando Fred insistió en que debía subir yo — dijo Atenea Grindelwald recostada en el marco de la puerta —Leah si quieres llegar rapido a tu casa tienes 10 minutos para usar los polvos Flu.

Atenea era la mismísima bisnieta del segundo mago mas temido de la historia, Gellert Grindelwald. Reciéntenme la chica había tenido que mudarse con los Weasley, pues su padre había fallecido y su madre desapareció, dejándola únicamente con sus tutores legales, Molly y Arthur, grandes amigos de su madre, Marlene. Atenea ya se estaba acostumbrando a la presencia de Leah en el dormitorio de los gemelos, desde que la encontró 3 semanas atrás compartiendo un cigarrillo con Fred Weasley, descubriendo que era la única en la madriguera ademas de los padres de los chicos que no sabia sobre la presencia de la rubia en sus habitaciones, incluso Percy estaba al tanto, aunque no le importaba en lo absoluto, al único al que parecía molestarle era a Ron, quien hacía alusión a la chica cada que podia con comentarios desagradables.

— Gracias al cielo, no habría querido volver a casa así — respondió Leah caminando hacia la puerta con sus cosas— hasta mañana George, atenea.

Leah bajó hacia la primera planta lo más rápido posible con todas sus cosas, intentando evitar un encuentro desafortunado con una de las personas más insoportables para ella, Ron Weasley, o como solía llamarlo con sus amigos, la comadreja. Leah llegó a la chimenea y estaba lista para desaparecer cuando Fred Weasley entró en escena.

— Entiendo que ya quieras escapar de mi hermano, corazón, pero creo que deberías despedirte —dijo entrando a la sala con una gran taza de café —después de todo es gracias a mi que no tienes que llegar a tu casa en escoba.

Leah volteó los ojos y dejó que el pelirrojo se acercara a ella y plantara un beso en su mejilla como despedida. Para muchos la relación de los gemelos con la chica Nott era muy extraña, ya que todos suponían que se trataba de una especie de trio o un juego sexual muy desagradable, sin embargo no podían estar mas alejados de la realidad. Los gemelos y Leah eran mejores amigos y compartían el gusto hacia las fiestas y los cigarros, de vez en cuando Leah y George disfrutaban coqueteando y teniendo sesiones de besos pero ellos no tenían ninguna etiqueta mas allá de la amistad, al menos por ahora. Últimamente Fred comenzó a notar el creciente interés de su hermano hacia la chica, algo mucho mas allá de juegos y coqueteos, un interés real. En la mente de Fred no pasaría mucho para que su hermano le confesara que le gusta Leah y que no soporta cada vez que la ve con el, lo que no representaría problema alguno para el chico porque sus sentimientos hacia la rubia no eran algo mas que fraternales, aunque no podría negar que cada vez está más guapa.

Leah llegó a su casa exhausta y fue directamente a la cama, esperando poder disfrutar ese día antes de tener que ir al partido de quidditch, donde tendría que soportar compartir muchas horas con Draco Malfoy, y lo que es peor, tener que dormir en la misma tienda.

Malfoy is synonymous with idiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora