Capítulo seis: Cuenta progresiva

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Un día. Dos. Tres. Cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve... Y diez. Diez días llevaba sin ver a Chris, diez días en los que el tiempo no corría, las horas estaban completamente vacías y el aire era más denso a cada día que pasaba. Durante esos diez días estaba desganada, cansada y aburrida constantemente. Quizás lo único importante que ocurrió fue lo siguiente:

La mañana del quinto día, Pablo se acercó a mí con cuidado.

-¿Dana, ocurre algo?- Rápidamente, mi mente reaccionó. Probablemente era lo que menos me esperaba en ese momento, y tuve que pensar rápido. No podía decirle que estaba preocupada por Chris, porque entonces me preguntaría quién era. Y no me pasaba nada más. De pronto, se me ocurrió una idea.

-Es que... ¿Sabes? Papá, Mamá y tú pasáis mucho tiempo trabajando, y me gustaría pasar más tiempo contigo...- Utilicé mi mejor cara de ángel para aparentar que lo que decía era cierto. Verdaderamente lo era, pero no era lo que más me preocupaba en esos momentos. Pablo me miró atónito (hay que admitir que incluso parecía divertirse con la situación), se sentó a mi lado y sonrió.

-¿Tan solo eso? Podrías habérmelo dicho antes. Te prometo que a partir de ahora seré mejor contigo.

Los cinco días siguientes transcurrieron sin ninguna novedad. Cada vez pasaban más despacio, hasta que al final los segundos se cargaban sobre mí, y entonces fue cuando descubrí que su peso podía llegar a ser completamente insoportable. La mañana del décimo día me desperté, y me di cuenta de algo. Ahora, esa noche iba a ser diferente. Esa noche iba a ver a Chris.

El recuerdo de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora