Capítulo quince: Lunas

13 4 0
                                    


Me desperté bañada en sudor, como si realmente hubiera tenido tiempo de hacer caso a Chris y correr. No quise pensar en eso, ya que temía que le hubiera pasado algo. En cualquier caso, sería demasiado tarde como para remediarlo. Esta idea me escocía por dentro, y cada vez me convencía más y más de que debía encontrar una manera de seguir soñando, sin despertarme. Hasta ahora no le había ocurrido nada a Chris, pero algún día me iría antes de tiempo y entonces... Intenté quitarme estas siniestras ideas de mi mente, pero siguieron rondándome todo el día.

¿Y si no volvía a verlo? ¿Y si solo lo veía una vez más, para despedirme de él? Despedida. Una palabra que antes no significaba nada para mí, pero que ahora representaba mis mayores temores. Y de pronto me di cuenta de lo patética que podía parecer, obsesionada con pasar tiempo con un niño al que apenas conocía y que posiblemente fuese solo un invento de mi imaginación. Pero no podía serlo, porque todo parecía tan real... No creía ser lo suficientemente inteligente o creativa como para imaginarme eso.

Pasé por el día puntillas, sin hacer demasiado caso a lo que la gente me pedía o me decía, respondiendo a todo con monosílabos y con una mirada siempre ausente, en un lugar muy lejano. Un lugar al que solo yo podía acceder, y parecía vetado al resto de las personas. Era mejor así, me decía a menudo. No me gustaría que mis compañeros de clase, mis vecinos, o incluso mi familia, supieran algo de Chris. No soportaría las intromisiones, las preguntas sin respuesta... Era mejor así.

Finalmente, llegó la noche. Estaba tan preocupada por lo que hubiera podido pasarle a Chris que tardé lo que a mí me parecieron siglo en quedarme dormida. Me desperté en mitad de un bosque, junto a un lago. Era noche cerrada, y la débil luz de las lunas se colaba entre algunas ramas y le daba color al lago que estaba a mi lado. Fue entonces cuando me di cuenta de que el mayor de mis temores se había cumplido: estaba completamente sola. No había nadie a mi alrededor. Todo estaba quieto, muerto. Lo único que rompía este silencio sepulcral era el viento que se colaba entre las ramas.

Me incorporé rápidamente, asustada. El mundo me daba vueltas, confundida como estaba. De pronto detecté un pequeño movimiento a lo lejos, entre los árboles. Mi mente racional me decía que debía quedarme quieta, pero algo dentro de mí me rogaba salir corriendo hacia ese lugar. Durante unos segundos se libró en mi interior una batalla: lo que estaba bien, lo correcto, contra lo que en realidad quería hacer. Este último ganó, alimentado por la desesperación y el miedo.

Recorrí una distancia considerable corriendo, pero cuando estuve más cerca comencé a andar, para hacer menos ruido. Todavía no lograba ver la figura que se escondía tras los árboles, pero sí lograba sentir su respiración. Entonces, se movió y salió a mi encuentro. Me quedé paralizada unos instantes, hasta que me di cuenta de que, frente a mí, no estaba otro que Chris. Superada el shock, me lancé a sus brazos.

- ¿Qué estabas haciendo aquí? – Le pregunté, con un cierto aire a regañina.

- Pensaba. Solo pensaba.

Nos quedamos mirándonos unos momentos, y entonces él me todo de la mano y tiró hacia él.

- Vamos, te lo enseñaré.

Creo que en ese instante, cuando me acercó a él, me sonrojé. Por suerte, la oscuridad me amparaba lo suficiente como para que ese episodio se quede oculto en mis recuerdos.

- Fíjate en las lunas. ¿No te parecen distintas esta noche? – Me dijo. Su voz tenía oculta una emoción que no cabía en su pequeño cuerpo. Negué suavemente, y le miré con lástima.

- No... Lo siento, Chris.

- No importa. Ven, siéntate frente a mí. Tengo algo que enseñarte. – Hice lo que me decía. Casi no recordaba el cosquilleo de la hierba en las manos. – Relájate, cierra los ojos y haz lo que te digo. Intenta sentir la magia que corre a través del mundo... Vamos, tú puedes.

En mi rostro se había dibujado una sonrisa. Aunque tenía los ojos cerrados, podía detectar cualquier forma de vida, incluso más que a simple vista. La magia que emanaban me permitía conocer más sobre ellas e introducirme en su interior.

- Bien – prosiguió Chris -, ahora concéntrate en mí. ¿Está? Sin hablar, dime algo.

Esto último me confundió, pero intenté hacer lo que me decía. Pensé "Chris y Dana" con todas mis fuerzas. Probablemente estaba gritándolo, una y otra vez.

- ¿Así que "Chris y Dana", eh?

La voz de Chris me sobresaltó de repente.

- ¿Cómo... cómo lo has sabido?

Y ahora, si abrir la boca, me respondió.

- Tú me lo has dicho, yo te he escuchado. Así de simple.

Le miré fijamente. Ere simplemente impresionante... Y justo en ese momento ocurrió. Todo se volvió oscuro de pronto, y cuando intenté despedirme de él ya era demasiado tarde. "Gracias". Fue lo último me dio tiempo a decirle. Pensé con todas mis fuerzas ese gracias sentido, ese gracias de corazón, que esperaba que llegase a él. Era mi forma de agradecerle todo lo que me había dado.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 26, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El recuerdo de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora