Capítulo 25: Brillante como la Luna

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Narrador omnisciente:

Una joven rubia, hablaba entre lágrimas con una chica. A simple vista, se notaba el traje extravagante de la rubia a comparación del simple vestido de la castaña

— Lo siento que interferí  —dijo la rubia dando la espalda y, finalmente, yéndose

Horas más tarde, _____ miraba la ventana apoyada en el pecho de su sensei, le acaba de decir todo lo que pasó y él veía el mar de llanto que era. Esperaba que se calmase, mientras él pensaba

— No sé-é s-si me a-m-ma o no —antes que pudiera seguir, el varón la interrumpió

— No, no te ama —dijo con una voz segura, sin dejar que haya dudas en esa frase— Más bien, desarrollo una depende emocional. Nadie ama tan rápido, simplemente fuiste la persona que estuvo ahí para él, lo que le generó confianza y una dependencia que confunde con amor. Si llegará a amarte, fue porque, además de la confianza que ya hay, tuvieron más comunicación, vivieron más juntos, hay respeto, honestidad. Esas pequeñas cosas son las que les faltan para tener una sana relación y poder hablar de amor

La menor quedó callada, se sentía una tonta antes esas palabras, pues, donde lo viera, tenía razón y eso la hacía una tonta por ilusionarse así con alguien que no la amaba

— No te preocupes por eso, ¿si? —rió el varón, suposo que la lleno de más duda de lo que debería— Dime, ¿qué más te preocupa? —la chica lo miro, sabía que no podía mentirle, pues la conocía muy bien, tanto que le irritaba

— Simplemente no termino de entender. ¿Se supone que soy el reemplazo de Usagi? Si ella, es mucho mejor que yo en todo —mientras decía eso último, se escondía en el pecho del varón, intento que no la vean llorar

Él se quedó callado, le había tomado algo por sorpresa aquellas palabras, pues _______ no era una mujer precisamente insegura o con pensamientos de inferioridad. Tomo aire para pensar, pues la castaña tenía sus razones, era difícil poner una vara de medir entre una joven normal y una chica que es capaz de destruir una galaxia. Sonrió

— ¿Y por qué crees eso? Que eres inferior —la menor lo miro con cara de extrañada, ¿qué clase de pregunta era esa?

— Pues, no sé, ella es más bonita y, básicamente, es prácticamente una diosa por su bobo Cristal de Plata —su voz se rompía de a pocos, intentaba no llorar, a cambio, abrazaba sus piernas

— ¿Y qué es sin ese cristal? —la chica lo miro aún más extrañado, no entendía a donde demonios quería llegar

— Pues... una chica rubia y bonita, amable, simpática... torpe, mala en los estudios, distraída —quedó callada, mirando al varón, sorprendida y a la vez confundida por aquello que acababa de pasar

— Haruka nos dijo que los cristales de Mamoru y Usagi tienen el mismo poder, ¿no? Y dudo mucho que alguno busque más poder. Entonces, ¿qué más tiene ella que no tengas tú? —la menor lo miró con enfado, no sabía que responderle y le disgustaba esa situación

Empezaba a sobre pensar, incluso Usagi la eligió a ella, la mujer más cercana a una diosa la había escogido para ser su reemplazo. ¿Acaso en verdad era la indicada? ¿Está a la altura? Interrumpió cada pensamiento cuando recordó algo

— Aún así, ¿cómo puedo competir? Se amaban desde su vida pasada, el hilo rojo unía sus destinos por la eternidad. A cambio yo, a mí ni me ama de verdad —suspiro levantándose y yendo hacia la puerta— Saldré a dar un paseo

Antes que pudiera decir algo, la joven castaña salió del lugar, dejando al varón con un sentimiento amargo, con la sensación que falló en ayudarla.

La contraria, seguía pensado en todo, hasta llegar a la conclusión que Usagi y Mamoru debían estar juntos, incluso tenían un destino y era uno feliz, donde gobernaban y tenían una hija; uno donde ella no estaba por ningún lado

— ¿Qué pasó? ¿Qué hice para cambiar aquello? —se revolvía la cabeza pensando en qué hizo o que pasó para que ella "ocupara" el lugar de Usagi

Mientas caminaba sin rumbo, escucha un silbido, era angelical, suave, que la llevo a buscar el lugar de donde provenía aquel bello sonido. Termino entrando en un callejón, había una tienda con amuletos, cartas del tarot y muchos más objetos similares, allí estaba, lo que creía que era una mujer, vestida de una túnica dorada, que le cubría todo su cuerpo y cara

— Bienvenida, jovencita —dijo, afectivamente era una mujer, más joven de lo que podría haber pensado— ¿______, verdad? —la chica se congeló, preguntándose como demonios sabía su nombre— No tema, soy una simple adivina je, je

La mujer señaló una pequeña banca en la que se sentó la castaña, mirando con asombró los objetos de la tienda

— Dime, ¿qué te atormenta? ¿Alguien va detrás de ti? ¿Te matan las dudas?

— Señora, yo... no sé muy bien porqué estoy aquí —dijo con vergüenza mirando hacia abajo, pero con total sinceridad— ¿Tal vez cartas del tarot? Lo que usted considere mejor —su voz estaba aún quebrada, ya estaba sentada, no le parecía muy educado irse a ese punto sin comprar nada

La señora, o al menos lo que _____ creía, saco unos hilos rojos y empezó a hacer una manilla, a la anterior mencionada, no le importó ese hecho, sólo seguía mirando el suelo

— Los hilos hacen un tejido —la menor miro a la mujer, le sorprendió que empezará a hablar mientras hacía aquella manilla— Cuando algo cambia, el tejido no puede seguir, los hilos se reacomodan hasta poder seguir con el tejido, una y otra vez, cuántas veces sea necesario para formar un tejido firme y bello. Así es el futuro, niña, por más perfecto que sea el tejido, si se llega a romper, todo se acomoda de nuevo. Eso no es malo, porque antes y ahora, el tejido está, que es lo más importante. Nada es inamovible, nada se queda igual, todo cambia, fluye, por más mínimo que sea, cada hilo es igual de importante para el tejido. Así que, incluso el más bello de los hilos; el hilo rojo, cambia, se rompe y vuelve a formarse

Con esas palabras, la mujer terminó la manilla, una bastante bella para ser hecha en tan poco tiempo, tenía un estampado de estrella, como la Estrella de los puntos cardinales. Dejo algo de dinero en la mesa, con una dulce sonrisa

— Muchas gracias, señora —hizo una reverencia, desde ahí, pudo ver la cara de la mujer, sus ojos eran celestes y, igual que el estampado de su manilla, en su frente había un estrella

Salió del callejón, caminando algo confundida mirando lo que acababa de comprar. ¿Esa mujer acaso era humana?

Gracias por leer
Mu1tiversal







Una... ¿chica normal? (Mamoru x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora