Capítulo 38: Caja

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Narrador omnisciente:

Sus nudillos estaban ya manchados de sangre; golpe tras golpe ya sus fuerzas se acababan, y para empeorar, sus tripas le exigían comida con rudeza, como si pudiera tomarla tan fácilmente

Porque podía hacerlo

Un banquete estaba servido ante él, los aromas suaves llegaban a su nariz, penetrante, taladrando su cerebro para invitarlo a comer. Era un total festín los olores y colores, llamativos, nada opaco en esa ruleta de colores que podía presenciar en la mesa

— Morirás de hambre, cara bonita —comentó una mujer detrás de él, mirándolo con algo de intriga por sus acciones, mientras ponía algo de comida en su boca

— ¡Cállate, Agmeto! —rugio el varón, claramente estresado por tener que aguantar a aquella pelirroja con él

Kris, un humano común y corriente, sin mucho que destacar si lo miramos desde la perspectiva de una Sailor. Pero ahí estaba, con una de las mujeres que amenazaba con destruir la Tierra, no entendía que clase de retorcía ironía se manejaba en su vida desde que entró las Sailors

— ¡Matame, encierrame, pero ya no quiero estar con tu estúpida cara otra hora más! —suplico, chocando su cabeza contra lo que era la puerta a su consideración

La mujer simplemente volvió a comer, disfrutando un poco del panorama que estaba viendo

— ¿Por qué me culpas? Todas están en su propio infierno, eres tan normal que no tienes un trauma —respondió levantando una ceja, preguntándose cómo se rebajo a ese punto miserable

El varón sintió un escalofrío pasar por su espalda, le obligo a hacer un mueca de preocupación al ver a _______, Mamoru, Usagi y Hotaru en lágrimas, la Sailor del viento ya había perecido. Su gesto se intensificó más, pero esas imágenes eran una cámaras hechas de magia, o al menos así lo entendía él. Miro con furia a la pelirroja, sabía que era un intento para tomar la agonía que podría producir su corazón en esa situación

No se lo permitiría

A pesar de que realmente le dolía la situación, no podía permitir que esas gemelas obtengan más poder así, ¡su fuerza de voluntad era inquebrantable! Aunque el miedo de ser asesinado ahí mismo aún recorrería sus venas, era mortal al fin acabo

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Toda su fantasía se había venido abajo, los colores vivos de su habitación se apagaron de repente, su mente divagaba en sí misma, intentando encontrar consuelo en recuerdos felices, pero todos llegaban a los malos de un modo u otro. En su mente no pasó momentos buenos desde que conoció a Kris, fuera de su figura de maestro. Cómo si alguien hubiera puesto un candado en el lugar que sea dónde estén esos recuerdos

Su cabeza dolía a horrores, miles de agujas se clavaban en su cerebro una y otra vez. O esa era la sensación que tendría si sus dolores fueran reales, sabia que todo estaba en su mente, al menos la mayoría de cosas

Su hogar volvió a ser el mismo de siempre, de hecho, era incomodamente real. Se levantó del suelo, acariciando su adolorida cabeza. Sí, esa era su habitación. Se reincorporó a los segundos, su mirada se fijo en un tarro donde había una viscosa sustancia negra

— ¿Venom? —susurró la chica, tomando el tarro con las manos. La entidad reaccionó como siempre

Eso provocó nervios en la mujer. Tomó su libreta, donde había anotado todas las cosas que creían podría ser útiles para defenderse contra esas cosas. Estaban todas y cada una de ellas. Su mirada se quedó en el texto que decía "No confiar en Sailor Moon". Mordió su labio con culpa, sabía que ella tampoco había actuado lo mejor posible, sabía que gran parte de aquella desconfianza era infundada por los celos que llegó a sentir. Ella no era una santa, al fin a cabo.

Salio de su habitación a pasos lentos, temerosos por el lugar tan real. Se cuestiono por unos momentos si aquel lugar era verdaderamente su casa y ya estaba en la Tierra sin saberlo. Se dirigió a la puerta, sin hacer el más mínimo ruido, su casa veía incluida con el desastre que era su madre. Abrió la puerta, cerrando los ojos con fuerza, pidió a todos los dioses que, cuando abra los ojos, viera la ciudad de Tokio

Claramente no fue así

El vacío que la había recibido continuaba ahí. Suspiró con decepción. Levantó la cabeza, ahora sí su expresión cambió con fuerza, una más asustada y temerosa. La Tierra, ese astro de color azul y verde, ahora estaba teñido de blanco. Como si una gran capa de nieve lo hubiera envuelto. ¿O así era? No lo sabía. Gruñó con fuerza al no saber que carajos hacer o pensar. ¡Necesitaba pensar!

— ¿Qué mierda te he dicho de estar aquí? —dijo su madre detrás de ella. La chica salto al escucharla, soltando un pequeño grito— Oh, mierda —susurró Kyomi, mirando la Tierra con un cigarrillo en mano. Cuando lo termino, lo apago en el brazo de su descendencia

Ella soltó un gemido de dolor, acariciando el lugar del ardor. Miro a su madre con enfado, quién solo se dirigía a la casa de nuevo. Ella estaba muerta, Kyomi está muerta, eso no es más que una clase de perro guardián para la chica, usando el cadáver y esencia de su madre para evitar que salga. Era repugnante. Pero inteligente, golpear con una daga su peor punto. Esperaba que los demás no se encuentren en una situación similar

Entro de nuevo a su hogar, no quería más rasguños por intentar escapar, al menos ya no estaba de humor para eso. Levantó sus pies con pesadez, de nuevo a su habitación

Cayó al suelo otra vez, mirando la manilla de estrella en su mano, si la miraba lo suficiente, su mente empezaría a alucinar con recuerdos felices, no sabía si era por su mente dañada o algo de la manilla. Suspiró, pasando su mirada a la habitación por milésima vez. Tal vez ese día haría algo más. Rápidamente se quedo dormida en el escritorio, su mente estaba constantemente cansada, así que era normal simplemente quedarse dormida

Esta vez su sueño no fue agradable, se levantó de golpe, golpeándose contra la parte superior de su escritorio. Su corazón latió rápido cuando escucho algo caer, algo pesado. Giro su cabeza rápido, quedándose algo sorprendida cuando vio que era una caja

Una que conocía

Se apresuro para cerrar la puerta con llave, casi cayendo en el proceso, volvió a la caja. Arrodillada para tomar la caja entre manos, manos sudadas y temblando con fuerza. Abrió la caja, una luz la cegó momentáneamente, 4 joyas se encontraban allí. Una luz más tenue se hizo presente, la figura de 4 hombres se hizo presente. Esas figuras hizo que la chica sintiera una gran satisfacción

— ¡Jadeite, Nephrite, Zoisite y Kunzite! —dijo, arqueando su cuello hacia atrás, como si fuera a morir de felicidad

Gracias por leer
Mu1tiversal

Una... ¿chica normal? (Mamoru x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora