Capítulo 34: Helado

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Narrador omnisciente:

El varón no sabía que hacer, esa chica que se veía igual a la persona que casi crío, pero no era ella. Aniis, como se reconocía a sí misma caminaba a su lado, solo los dos, pues Haruka prefería buscar una forma que vuelva a ser ella misma

¿Pero qué debía hacer mientras?

Ella lo veía como su esposo, con unos ojos llenos de cariño de pareja, le resultaba ya un poco incómodo, pues desde que el pelinegro apareció, su relación de dirigió exclusivamente a una fraternal

— Adán, ¿a dónde vamos? —preguntó la chica mirando al mayor con una suave sonrisa, fascinada por el siglo XXI

— Mmm —el varón miro de reojo a la chica, no sabía muy bien a dónde se dirigían, simplemente caminaban sin rumbo fijo. Miraba su alrededor, pensando en qué lugar sería un buen sitio para llevar a la chica

Vio el lugar y al instante se le ocurrió el lugar. Ambos caminaron un poco más, una zona no tan transitada del gran Tokio. Ambos llegaron a una heladería

— ¿Y esto? —preguntó la joven mirando con curiosidad el lugar

— Es un helado, Aniis —respondió el chico, para luego centrar su atención en pedir los dichosos helados

La mujer se quedo esperando con una sonrisa al varón, al curiosa por el sabor que tendría el "helado", suponía que sabría bien, pues se lo estaba ofreciendo su querido Adán. Mientras él tuvo ambos helados en mano los miró con una sonrisa. Le ofreció una a la chica, era el sabor favorito de ______, así que esperaba que le gustará

— ¡Muchas gracias, Adán! —dijo la chica antes de comer, probando el helado

Abrió sus ojos de par en par, su mente recordó algo

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— ¡Sensei, esto no es necesario! —gritó la menor, una joven ______ de 13 años, con su rostro lleno de curitas— En serio —agregó con el rostro sonrojado al notar que había gritado

— ¡No seas tan exagerada! —respondió con una sonrisa Kris, divirtiéndose un poco por el comportamiento de la chica— Sólo es un helado, no un diamante

El varón pagó ambos helados, intentando hacer que la menor olvide al menos por un momento los golpes que tiene en su rostro

— ¿El de vainilla o fresa? —preguntó con ambos helados el chico, la niña tomó el de vainilla en manos, sabía que al mayor le gustaba más el de fresa— Buena chica —acarició con amor la cabeza de la joven, con una suave sonrisa, lamentando la situación familiar de la chica

— Gracias, sensei —la pequeña se lanzó a abrazar al chico, con una pequeñas lágrimas en los ojos, pero una gran sonrisa en su rostro— El helado está delicioso —sonrió con los ojos cerrados, dándole una gran ternura al mayor

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¿Aniis? —preguntó preocupado el muchacho, viendo como el rostro de la chica se inundaba en lágrimas

La chica sólo tocó su rostro, sorprendiéndose a sí misma por las lágrimas que caían por su rostro. El chico de ojos miel se ponía cada vez más nervioso. La mujer se lanzó contra él, abrazándolo

— El helado está delicioso, Kris —dijo ella con una suave sonrisa en su rostro, casi provocando lágrimas en el mayor al hacerle regresar un recuerdo

— ¿Me recuerdas? —suspiró acariciando el cabello de la chica, ella asintió con la cabeza, provocando una gran sonrisa en el mayor— ¡Genial! ¿Quién necesita un estúpido cristal? ¡Vamos por Mamoru! —tomó la mano de la chica, para ambos caminar. No hubo respuesta, poniéndole de nervios de nuevo— ¿Recuerdas a Mamoru? —miro a la chica, a lo que negó. Suspiró algo enfadado

— Lo siento, Kris, sólo te recuerdo a ti —dijo la chica, intentando no hacer enojar al contrario

El varón refunfuño, mirando con menos esperanza a la chica. Suspiro. Pensando qué podría hacer para ayudar a la chica

— Al demonio, que Mamoru se encargue de él —dijo para luego sonreír, abrazando a la chica— Me preocupaste, tonta —dijo sin dejar aquella cercanía, acariciando su cabello castaño

— Yo nunca he sido problemática —responde sonriendo, inspirada de alguna forma extraña

Ambos se sobresaltaron por un ruido fuerte en la ciudad, las personas corrían en el sentido contrario. La chica se sobresalto

— ¡Príncipe! —la joven corrió hacia el lugar, siendo seguida por el mayor

— ¡Espera, loca! —el varón tomó la mano de la chica, suspirando algo enojado por la actitud de la mujer— ¡No estamos en una especie de mundo antiguo y medieval a la vez! No puedes ir y tirarte contra esas dos por Mamoru

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Almines y Agmeto, un par de gemelas con un rostro de pocos amigos miraban el tan tranquilo Tokio. Ambas sonrieron entre sí

— Es hora del tramo final, hermana —dijo Agmeto, con una sonrisa grande

— Si todo sale tal cual el plan, será en cuestión de días —respondió su gemela, mirando con desdén a la ciudad— Vamos, pequeñas, hagan de este sitio una granja —dejo caer un líquido al techo del edificio, apareciendo unas cientas versiones de ellas de color completamente rojo

Las gemelas miraron con una sonrisa, tomadas de la mano

— ¡Ya es hora que vuelva Laódice! —gritan ambas a la vez, con sonrisas en sus rostros

Gracias por leer
Mu1tiversal

Una... ¿chica normal? (Mamoru x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora