Cap 3 - Unos... ¿olivos?

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...

Hoy salí de clases más temprano de lo habitual, ya que había un examen y como fui el primero en terminar, pude salir mucho antes de la hora.

No he olvidado lo de los muchachos, ahora iré a visitar la casa de sus familias para averiguar qué ocurrió con ellos.

Le pregunté a algunos compañeros de clase, al oírme, dieron respuestas muy raras, como que no sabían quiénes son, que no los conocían o que nunca habían oído sus nombres. Lo más extraño de todo fue el hecho de que ninguno de los profesores los mencionara al pasar la asistencia.

Es como si nunca hubiesen sido inscritos acá, sin embargo, se encuentran dos cupos libres en este momento, los que ellos ocupaban.

Como es más temprano, tengo tiempo antes de que caiga el sol; debido a que aún no es la hora extraña (sí, así he decidido llamar al momento en que ocurren esos sucesos) no debería haber problema si paso por esa calle.

De todos modos, si algo llega a ocurrir, posiblemente logre obtener nuevas pistas para descubrir qué es lo que tiene ese lugar.

...

El trayecto estuvo bastante calmado, habían personas caminando, algunos animales, árboles y demás. Hace poco logré notar otro detalle importante, siempre que llega la hora extraña, no hay ningún animal o persona que ande por las calles o en las afueras de sus casas, ¿por qué?

...

Luego de caminar un poco más, llegué a mi destino, estaba algo dudoso, pero no tenía opción, ellos desaparecieron mientras los estaba acompañando, tenía que averiguar lo que les pasó, así que disipé mis dudas y toqué la puerta.

—¿Qué se le ofrece? —atendió una mujer que parecía haber estado durmiendo hasta hace poco.

—Buenas tardes, quisiera saber si Félix se encuentra acá, es que tenemos una tarea en equipo para la próxima semana.

—¿Félix? Aquí nunca ha vivido ningún Félix.

No puede ser, pero si esta es la dirección, él incluso me había señalado específicamente la ubicación de su casa un tiempo atrás.

—Oh, supongo que me equivoqué; disculpe las molestias, tenga linda tarde.

—Igualmente —dijo para cerrar la puerta.

No sé lo que esté pasando, pero esto no me está gustando nada. La única esperanza que me queda es preguntar en la casa de al lado.

—¿Sí? —Esta vez me atendió un señor que parecía estar borracho.

—Eh... busco a Claudio.

—¿Qué? ¿Quién es ese? No lo conozco —respondió algo molesto y fastidiado

«¿En serio? ¿Acá tampoco?»

—Ah, discúlpeme, fue mi error.

No dijo nada y solo cerró la puerta, supongo que se fue a beber más alcohol.

Es como si en realidad nunca hubieran existido, hasta donde sé, Claudio vivía con su padre y Félix con su madre que probablemente son los que me atendieron, ¿entonces por qué sus propios padres dicen no conocerlos? Esto es demasiado raro.

«Antes que nada, debo irme de acá, así que me tendré que regresar, si tomo el mismo camino, no sé qué deba esperar, puesto que la hora extraña va a comenzar pronto, pero si me arriesgo a tomar otro, corro el riesgo de perderme ¿Qué hago?»

Cuando venía creía que tendría tiempo de sobra, mas ahora descubro que me equivoqué, si voy puedo obtener alguna pista; sin embargo, no sé qué clase de cosas podrían llegar a ocurrir.

—Agh, debí planear esto mejor —dije a forma de regaño.

En medio de mi frustración, ví a un gato que se dirigía directo hacia esa calle, así que me acerqué velozmente para intentar salvarlo, pero al verme, salió corriendo y desapareció entre las plantas.

Tras ver cómo huyó exitosamente de mí, alzo la mirada y logro ver qué ahora la calle está rodeada de olivos, estos liberan un aroma que calma mi inquietud. Luego de esto, tomo los ánimos necesarios para comenzar a caminar por la calle sin miedo alguno.

No sé por qué, mas parece ser que el único cambio en esta calle, en esta ocasión son esos olivos que desprenden ese aroma tan tranquilizante y disipan mis miedos.

A medida que iba caminando, una suave brisa soplaba y hacía mover débilmente a los olivos, pero también intensificaba ese olor tan relajante.

...

Efectivamente, estuve caminando por toda la calle y durante el trayecto no me pasó absolutamente nada ¿Será que por fin la calle comienza a presentar cambios positivos? No sé, lo único que sé es que pude llegar a mi casa sano y salvo.

No sé por qué, pero desde lo ayer, por alguna razón, me duele el pie derecho, a pesar de que no me lastimé o algo así. El dolor a veces desaparecer, pero siempre vuelve. A pesar de eso, igual puedo caminar, correr o saltar con bastante normalidad.

Ignorando eso, ahora yo me comienzo a cuestionar de que ellos realmente hayan sido reales, tal vez solo fueran un delirio mío de las personas que más trataron y que me hicieron sentir bien.

¿Acaso no hay alguna manera de comprobarlo? Eso es lo que debo averiguar, y por desgracia, la única manera de descubrirlo es volver a esa calle.

A todas estas, tanta relevancia ha cobrado para mí ¿Y ni siquiera sé su nombre? De verdad que estoy mal, debería al menos intentarlo.

De hecho, saber el nombre de la calle me ayudará a ubicarme y tal vez encuentre alguna pista o tal vez descubra algo aún más interesante.

Si los muchachos realmente estudiaron conmigo, ¿Habrá alguien detrás de su inusual desaparición? No, eso es imposible... a menos que... esa persona tenga el poder de la manipular la realidad.

¿Tendrá esa hermosa mujer de ayer algo que ver con esto? ¿Querrá algo de mí? ¿Del barrio? ¿Estará realizando algún experimento?

Luego de unos minutos, reflexiono sobre lo que acabo de decir y me doy cuenta de las cosas absurdas que pensé, ver tanta ciencia ficción e historias sobrenaturales me estaba afectando.

—Ya es tarde, ¿debería comer algo o irme a dormir de una vez? —dije al aire.

Tras meditar un poco, decido dejar la pereza a un lado e ir a cenar. Al terminar lavo la losa y luego de cepillarme los dientes, me dirijo hacia mi cama, y caigo profundamente dormido al apenas tocarla.

Una Tormenta Duradera (Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora