Cap 19 - Las reservaciones

2 1 8
                                    

Estuve mirando fijamente la edificación y comencé a caminar hacia ella hasta que una voz habló.

—Ey, ¿todo bien? —Fueron las palabras que pronunció Blade.

—¿Esa... cosa siempre estuvo ahí? —Le pregunté de manera vaga debido a que no podía recordar su nombre, pero le señalé el lugar con el índice para darme a entender.

—¿Ese hotel...? No recuerdo muy bien, pero creo que sí. —Me contestó al poco tiempo.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso quieres ir a hacer una reservación o qué? —habló su hermana de manera sarcástica, comentario que sólo ignoré para comenzar a acercarme hacia él.

—Rafa, ¿qué haces? —preguntó Heline confundida por mi acción.

—Yo... necesito revisarlo; en serio, hay algo raro con ese edificio —seguí moviéndome a paso moderado.

—Creo que el señor racional está comenzando a perder la cordura. —dijo Gunner a manera de burla.

—Sea o no el caso, deberíamos seguirlo. En caso de que realmente haya algo mal con ese sitio, lo mejor sería que no estuviera solo. —La chica de ojos esmeralda comenzó a seguirme de cerca mientras los gemelos lo hacían a cierta distancia.

Tras caminar algunos minutos a una velocidad relajada, finalmente llegamos a la entrada de la edificación que, para mi sorpresa, estaba operando. Entramos al lugar y la recepcionista nos atendió de manera amable.

—¿Cuál es su nombre?

—¿Mi nombre? No, nosotros solo... —La pelinegra fue interrumpida por la joven mujer.

—¿Usted es la señorita Gunner? —Esto la dejó boquiabierta, después de todo, no es muy común conocer o encontrarse con alguien que utilice el mismo nombre que tú, al menos no en estos casos.

—Sí, lo es. —Me apresuré en contestar porque aunque también se me hacía muy raro que lo preguntara, podría obtener información útil.

—Entonces supongo que ustedes son Blade, Rafael y Heline. —Cada vez esto se tornaba más extraño.

—Así es —respondió la chica de ojos verdes.

—Excelente, las habitaciones 14, 15, 16 y 17 han sido reservadas bajo esos nombres, aquí tienen sus tarjetas de acceso. —Esto fue lo que más nos sorprendió a los cuatro; tal vez los gemelos podrían pasar por mayores de edad sin tanto problema, pero claramente nosotros no.

Tomamos las tarjetas, le agradecimos para después ir a buscar dónde estaban las puertas con los mismos números; cuando ya nos habíamos alejado lo suficiente, comenzamos a hablar entre nosotros.

—¿No se les hace raro todo esto? ¿Cómo nos reconoció? —murmuró Gunner.

—Puede resultar extraño, pero realmente con una buena descripción se puede reconocer a cualquiera, la pregunta es: ¿Por qué no preguntó por nuestros apellidos como lo harían en un hotel normal? —respondió su hermano en el mismo tono de voz.

No entendía por qué no hablaban como lo harían normalmente, mas en un determinado momento alcé mi vista sólo para descubrir que había cámaras en los pasillos.

—Sus preguntas son ciertamente interesantes, pero creo que la más importante es: ¿Quién hizo esto y con qué motivo? —Heline estaba en lo cierto, incluso si había sido la mujer desconocida, no sabíamos realmente qué pretendía lograr.

Ninguno de nosotros fue capaz de responder a esa interrogante, por lo que solo seguimos caminando hasta encontrar nuestras habitaciones, ingresando a ellas después de eso.

Luego de cerrar la puerta, me puse a explorar el lugar para familiarizarme un poco con el mismo. Tenía cama, baño, cocina, refrigerador, armario, entre otras cosas. El lugar no parecía ser precisamente muy económico que digamos, las cosas eran grandes y estaban en buen estado, causando mayor intriga por mi parte.

Todo el día había resultado agotador para mí, por lo volví a la cama para recostarme a procesar todo, pero encontré mi diario sobre ella junto a un bolígrafo, cosa que ya no me sorprendía a estas alturas.

Decidí aprovechar mi momento de tranquilidad para actualizarlo. Tras terminar de escribir, lo puse sobre la mesita de noche, me acosté, cerré los ojos y caí dormido al poco tiempo.

...

Realmente no sé cuántas horas estuve dormido, se suponía que sólo sería una pequeña siesta de treinta minutos, pero parece que mi reloj interno no está coordinado con mi mente. Miré la hora que marcaba el reloj, era la 01:05, eso significa que dormí aproximadamente nueve horas.

No tenía sueño, pero no tenía la más mínima idea de qué podía hacer para no morir de aburrimiento, así que solo salí de ahí, para dirigirme a la azotea. En realidad, no quería ir ahí, pero era una opción mucho más segura que salir a la calle a esas horas.

Cuando me acerco a los bordes del lugar, me siento para luego mirar hacia el horizonte. El ambiente estaba frío, pero no demasiado; el aire soplaba suavemente y por primera vez en mucho tiempo, volví a ver unos pocos carros pasar por las calles, edificios iluminados; parecía que había vuelto al mundo real.

Me quedé unos minutos viendo los autos y algunos peatones, nunca creí que llegaría a extrañar algo que antes me daba igual, mas supongo que después de tantas cosas raras vividas en un corto periodo, terminaría añorando un poco de normalidad, esa que antes significaba monotonía para mí.

El cielo se encontraba despejado mientras la luna creciente brillaba en lo alto; no había una sola nube que impidiese a las estrellas iluminar el firmamento, al haber una cantidad pequeña de luces de ciudad a comparación de las ciudades grandes, se podía verlas con cierta claridad.

A pesar de la hora, seguía sin tener sueño o ganas de volver al dormitorio, mi mirada se perdió entre la oscuridad de la noche en cuanto comencé a reflexionar sobre la vida; hace mucho que no me lo podía permitir.

Mientras estaba perdido en mis propios pensamientos, alguien llegó para sentarse a mi lado, lo hizo de forma relajada, aunque no le había visto el rostro su silueta se me hizo familiar, volteé a ver quién había venido a acompañarme para notar que se trataba de Heline.

—Parece que no soy la única con problemas para dormir —habló de manera serena.

—Creo que es porque dormí no poco durante la tarde —le respondí tranquilamente, ella bajó el rostro y su mirada se tornó triste.

—¿Sabes? en realidad tengo insomnio, sólo que nunca le hablé a alguien sobre esto. —Su voz decaída decía que no estaba mintiendo, mas sus palabras únicamente me dejaron con más dudas que respuestas.

Algo en mí sabía que no era una de esas noches en las que no podemos dormir, ¿pero había algo más detrás de todo esto?

Una Tormenta Duradera (Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora