Cap 8 - ¿Cerrado? ¿A quién le importa?

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Ya es sábado, un día más frío de lo que esperaba. Nuestros padres han estado buscando más escuelas para inscribirnos, pero casualmente, todas están completas.

Decidimos intercambiar nuestros números para comunicarnos con más facilidad, quisimos aprovechar nuestro tiempo libre; así que hoy iremos a investigar más sobre esa calle y demás.

—Casi creí que no llegarías. —Le dije bromeando; ella traía una camisa de color rosado junto a un pantalón blanco que se hacía más ancho al final, no era posible que pasara desapercibida.

—Jaja, perdón, me estaba terminando de arreglar cuando me enviaste el mensaje de que ya estabas aquí. —Me respondió y, de hecho, estaba muy bien peinada; no sé ni porqué se puso tan elegante si solo vamos a buscar información, parecía que incluso planchó la ropa antes de ponérsela.

—Bueno, ¿A dónde vamos primero? —Nunca pensé en eso en realidad.

—Tal vez… ¿a la biblioteca? —Aparentemente, ella tampoco tenía un plan.

—¿La biblioteca? ¿Crees que haya algo útil allá? —Dudaba mucho que fuera así.

—No sé, es la primera vez que hago esto. —Era evidente que éramos solo unos novatos.

—Yo también, pero creo que mejor vamos a la alcaldía.

—¿Y si nos separamos?

—Está bien, estaremos comunicando nuestro progreso por mensajes, y al terminar, volvamos a este mismo sitio.

—Ok. —Los dos salimos corriendo, no podíamos perder aún más tiempo.

La alcaldía se encontraba a diez minutos del parque más o menos; así que tenía esa ventaja de estar cerca de mi destino. A diferencia de Heline, yo traía una chaqueta azul marino con un pantalón deportivo; muy informal, pero más práctico.

Tomé mi teléfono y le marqué a Heline.

—¿Hola?

—Está cerrada.

—La biblioteca también.

—¿No se te hace raro que justo los lugares a los que decidimos ir estén cerrados?

—Bastante.

—¿Qué hacemos ahora?

—Se me ocurre algo, pero tal vez no te guste.

—Dilo.

—Ok. Mi idea es sencilla. Solo tenemos que entrar sin que nadie se dé cuenta y recolectar tanta información como podamos.

—¿Hablas de irrumpir ilegalmente en propiedad del gobierno?

.

—Suena bien.

—Pero recuerda, nadie nos debe ver.

—Vale.

Ahora solo había un problema, ¿Cómo iba a entrar? La puerta y las ventanas estaban cerradas, abrir alguna de ellas sería ruidoso y escandaloso; además, ¡había cámaras! ¿Cómo podría burlar la seguridad?

Es probable que también estén adentro, así que ahora tenía el desafío de encontrar un punto ciego y una forma sigilosa de entrar.

Comencé a buscar disimulada, pero apresuradamente una solución, si me quedaba mucho tiempo afuera la gente comenzaría a sospechar.

—Ok, esto fue mucho más fácil de lo que creí. ¿Qué clase de idiota deja la llave de una ventana justo debajo de ella?

Al parecer, hay una cámara que no funciona, la misma cámara que apunta hacia donde entré es la que no sirve; definitivamente tengo mucha suerte.

Ya fue lo fácil, sigue lo difícil. Tendré que recolectar información y detectar las cámaras antes de que me detecten a mí; así que, lo primero que buscaré, será la habitación de vigilancia para desactivar las cámaras y moverme con libertad. También me traje unos guantes en caso de tener que obtener una prueba especial, pero los voy a utilizar para no dejar mis huellas dactilares.

Ahora el problema será tapar mi cara para que no me reconozcan las cámaras, porque no tengo nada específicamente para eso, no esperaba que este lugar estuviera cerrado.

Tras buscar un rato sin éxito alguno, decidí abrir muy cuidadosamente una puerta para seguir buscando, por fortuna, llegué al baño, y realmente no creo que pongan cámaras de seguridad ahí, eso sería muy…

Como sea, ese no era el único punto a mi favor ya que, al ser un baño, probablemente tenía algo que me podría servir: el papel. Se supone que se le da otro uso no muy higiénico, mas se me acababa de ocurrir una idea para sacarle provecho. Luego de conseguir un rollo entero, puse mi plan en marcha.

«Todo este tiempo mi vida ha sido muy aburrida, ¿Por qué no nos divertimos esta vez?» Fue lo único que pasó por mi mente.

Comencé a enrollarlo al rededor de mi cabeza para ir creando una especie de vendaje eficaz, pero delicado, que se encargaría de cubrir mi rostro y mantenerme más o menos a salvo.

No me tomó mucho tiempo, fue divertido y obtuve un buen resultado gracias al espejo pegado a la pared. Ahora estaba buscando más cosas que me pudieran servir; ya tenía un bolígrafo y hace poco había conseguido unas hojas en las que anotar lo que pudiera. Supongo que no conseguiría nada más, así que solo me fui de ahí y comencé a explorar.

El lugar era sumamente grande, no esperaba que tuviera ese tamaño, tenía varias pinturas, contratos y otras cosas pegadas en las paredes, pero me tenía que concentrar.

No había tiempo que perder así que decidí buscar un mapa del lugar, una edificación tan grande e importante debía tener uno en algún lado.

Traté de ocultarme tanto como pude de las cámaras, mas no pude escapar de la vista de todas ya que estaban en todas partes.

Después de un rato, ya había llegado a una habitación que me llamó la atención. Decidí buscar en ella en busca de algo interesante, y hallé más de algo que me atrajo, así que solo me quedé ahí husmeando por un rato más.

—Umm, ¿habrá algo de comer por acá? Sé que es improbable, pero no se me ocurrió que esto podría pasar. —Por alguna razón bajé la mirada, como si por arte de magia la comida se fuese a materializar, mas solo me topé con papeles regados por todas partes.

—Pero antes de buscar comida, tengo que organizar este desastre y conseguir los planos del lugar —dije con algo de fastidio.

Luego de ordenar el desorden que había hecho, seguí buscando y después de un tiempo, dí con lo que quería; los planos ya estaban en mis manos. Como no podía llevarlos conmigo, tuve que memorizarlos.

—Listo, ahora… —Doblé el papel y lo coloqué nuevamente en su lugar. —Vayamos a la zona de descanso, tal vez allá encuentre algo comestible.

Emprendí mi pequeño viaje hacia el lugar, muy confiado por el hecho de estar absolutamente solo en el lugar. Al llegar, no lo pensé dos veces y abrí descuidadamente la puerta.

—Jaja, sí, aún recuerdo ese dí… —El guardia dejó de hablar y me miró a ojos bastante sorprendido antes de gritar. —¡Un intruso! —Los demás giraron a ver y otro gritó. —¡Tras él!

Cerré bruscamente la puerta, salí corriendo, y para mi fortuna, llegué a otra puerta, sin pensarlo me escondí, puse seguro y me mantuve tan callado como pude.

—¡Abre! ¡Sé que estás ahí!— Una voz masculina exclamó desde la otra habitación con una voz tan grave como la seriedad de la situación.

—¡Si no abres, derribaré la puerta!

«¿Qué haré ahora?»

Continuará…

Una Tormenta Duradera (Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora