Cap 23 - En la comisaría

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Luego del incidente, fui llevado a la comisaría a dar mi declaración de los hechos y a que me tomaran las huellas, todo debía quedar registrado. Los dos policías que me atendieron fueron los mismos que dirigieron el operativo; Dante e Idara. El ex-militar se encargó de interrogarme y su compañera de tomar mis huellas e investigarme.

Tras un interrogatorio algo tenso e incómodo, la expresión del oficial se volvió relajada y confiada; al parecer estaba asombrado por mi habilidad y buenas intenciones, por lo que comenzamos a hablar un poco a la vez que esperábamos los resultados de la investigación sobre mí que por alguna razón parecía estar tardando más de lo que debería.

Gracias a nuestra pequeña charla fue que me enteré de todas las cosas que describí con anterioridad; mientras me andaba contando uno de los primeros casos en los que trabajó, su compañera irrumpió en las habitación con unos papeles y una expresión que me causaba inquietud.

—Dante, necesito que veas esto —habló con seriedad mientras extendía su brazo para que él tomara los papeles.

—¿Todo bien? —agarró los documentos y preguntó con incertidumbre.

—Solo léelos. —Tras decir esto, él le hizo caso y ella me miró con una mirada fría, una que no había posibilidad que no fuera una amenaza.

Pasados dos minutos, ahora los dos estaban serios, pero también podía notar algo de confusión en ellos.

—Creí que te gustaría saberlo para hacer los honores. —Le volvió a hablar, esta vez aún más seria.

—¿Qué está pasando? —pregunté de manera lenta, sabía que algo malo iba pasar.

Dante soltó los papeles, agarró las esposas de su compañera y pateó mi espina dorsal para hacerme chocar con la pared, agarró mis brazos, los colocó detrás de mi espalda, colocando las esposas a la vez que Idara hablaba con un tono neutral en voz alta.

—En un intento por conseguir información tuya y de tus padres, nuestro equipo se topó con un problema; eres básicamente un fantasma. Aparte de tu nombre y tus buenas notas, realmente no pudimos hallar nada más, ni siquiera sabemos en dónde estudiaste —hizo una breve pausa para tomar aire. —No obstante, para nuestra sorpresa, tu ADN coincide perfectamente con uno de los criminales más buscados de la ciudad al que no habíamos podido identificar.

No entendía nada, no era un asesino en serie ni un estafador piramidal, ¿de qué estaban hablando? Pero antes de que pudiera siquiera preguntar algo o negar las acusaciones, el ex-militar habló de nuevo, ahora con una voz que transmitía algo de molestia y decepción.

—Rafael Vázquez; quedas bajo arresto por irrumpir en propiedad municipal, atacar agentes de seguridad durante su jornada sin justificación y por robar información confidencial del municipio.

Un silencio profundo llenó la habitación de manera repentina, nadie sabía qué decir y yo tardé en darme cuenta de a qué se referían: al día en que yo y Heline quedamos de revisar la biblioteca y la alcaldía para hallar información del hotel.

—Tienes derecho a guardar silencio, cualquier palabra que digas puede y será usada en tu contra ante el juez —fueron las palabras que pronunció la mujer; era obvio que no se trataba de una situación de la que pudiese salir fácilmente.

—Serás traslado a retención de menores en cuanto resolvamos unos asuntos, mas por ahora estarás retenido en la comisaría. —Acto seguido, vi cómo la policía comenzó a caminar hacia el pasillo, estaba seguro de que se dirigía al lugar donde tendría que esperar, por lo que tan pronto como reaccioné, comencé a seguirla de cerca.

Por consecuencia, su colega me comenzó a escoltar mientras caminaba. A pesar de permanecer en en silencio, podía sentir una tensión entre los tres que claramente era por mí; sin embargo, no podía evitar sentir que había algo que no me querían decir por cualquiera que fuera el motivo.

Quería hacerles preguntas y probablemente ellos a mí, aunque sí algo era cierto, es que lo mejor para mí probablemente sería no decir nada, al menos en lo que se resolvía el problema o me consiguieran un abogado.

Probablemente no había pasado ni dos minutos desde que nos fuimos de la habitación de interrogatorios, mas para mi alegría, me quitaron las esposas y una vez dentro de la celda, cerraron la puerta y se fueron.

Pude notar que andaban murmurando algo entre sí; al ver que no podía entender la palabras porque esa era la intención, preferí ir por lo seguro al mantenerme lejos de las rejas para no causar más problemas.

Sin saber qué más hacer, me puse a revisar mi entorno para familiarizarme un poco; de lejos parecía ser un sitio pequeño, e incluso si era lo suficientemente grande para ejercitarme un poco, no dejaba de sentirse estrecho al igual que limitante.

El lugar estaría completamente vacío de no ser por mí y un banco pegado a la pared, sobre el que me senté a esperar. Había más celdas a mi alrededor, que para mi sorpresa, estaban todas vacías. Incluso si no me incomodaba, era extraño.

Al poco tiempo comencé a sentir algo de frío, nada que me molestara o que no pudiera soportar, pero solo le añadía más tensión al ambiente. Cada tanto pasaba una que otra persona, se escuchaban voces o quedaba un silencio abrumador que únicamente me generaba inquietud.

Decidí reflexionar sobre mi situación, cosa que había ignorado por bastante rato; comencé con la primera pregunta que se me vino a la cabeza: ¿Cómo lograron obtener mi ADN aquella vez cuando recuerdo perfectamente haber utilizado guantes en todo momento? Al poco tiempo de plantearme está pregunta, hallé rápido la respuesta: la comida. Ese día ni siquiera me molesté en tirar donde había comido o limpiar el lugar.

Por mi propio descuido ahora me encontraba en un dilema que no sabía cómo afrontar. Aún si conseguía ese abogado, ¿cómo le iba a explicar la razón por la que irrumpí en primer lugar?

Estoy seguro que un: "en realidad, me vi obligado a hacerlo porque una mujer sociópata y potencial asesina me está persiguiendo por alguna razón; siento que me voy a morir pronto y como no quiero pasar el resto de mis días huyendo de una desconocida, entré ahí para conseguir pistas de una calle cuya historia nunca antes me había importado." no convencerá a nadie en un tribunal.

Comencé a caminar en círculos tratando de idear un plan sobre qué hacer en el momento que saliera de ahí; sin embargo, mientras trataba de crear un plan maestro, noté que mi diario se encontraba justo debajo de la banca donde reposé, al lado de un lápiz de mina de carbón.

Aunque era demasiado extraño, ignoré ese detalle por completo, recogí las dos cosas para comenzar a actualizarlo; muchas cosas habían pasado últimamente, mi mente estaba abrumada, necesitaba despejarme un poco, por lo que decidí que escribir lo sucedido, ayudaría a aligerar un poco la presión y el estrés del momento.

Una Tormenta Duradera (Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora