Cap 21 - En el banco

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Me desperté de manera lenta, sintiendo que todavía estaba en un suelo, intenté girarme un poco para estar más cómodo, pero noté al instante que no estaba soñando tan pronto como caí al suelo.

Me encontraba aturdido y adolorido, me sobé mi brazo derecho para intentar aliviar el dolor mientras fui abriendo los ojos de manera progresiva.

Me levanté apoyándome de la primera pared que vi, fui a prepararme algo de comer con la intención de recuperarme del golpe que me dí, pero cuando terminaba de cocinar, fue que noté por qué me había despertado realmente; un sonido no muy fuerte se escuchaba a mi alrededor, lo que tenía de familiar lo tenía de extraño.

Intenté localizar la fuente del mismo, cosa que me llevó al departamento de Blade; en el momento que toqué la puerta, esta se abrió sola, al no ser algo que esperaría en esta situación, desenvainé mi arma para entrar con sigilo al lugar.

Al ingresar, noté que el cuarto de Blade tampoco estaba cerrado, al igual que era la fuente de ese extraño sonido; entré de manera veloz listo para atacar, mas terminé encontrándomelo relajado frotando y golpeando sus cuchillos entre sí.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —bajé decepcionado mi arma, aunque estaba aliviado, no me hubiera molestado un poco de acción para iniciar el día.

—¿Acaso no es obvio? —respondió como si se tratara de algo evidente.

—En realidad no —comenté con el mismo tono de voz.

—Estoy limpiando las hojas. —Lo miré extrañado.

—¿Desde cuándo así es como se limpia el metal? —dije con ironía.

—¿Por qué no lo ves por ti mismo? —habló confiadamente y luego los golpeó fuertemente entre sí, provocando más ruido, pero haciendo que se desprendieran varios pedazos grandes de un material que no reconocí.

—Por si no lo habías notado, señor políglota, con el tiempo se va formando una "capa protectora" al rededor de los cuchillos que, aunque bien evita que se manchen con sangre o cualquier otra cosa, reduce su eficiencia en varios aspectos volviéndose algo innecesario. —Tras decir esto, me arrebató el mío, lo chocó contra otro de los suyos provocando la misma reacción de antes.

—En primer lugar, no soy políglota; y en segundo lugar, ¿qué es esa cosa?

—No sé qué sea, lo único que he notado es que no es tóxico. En cuanto a lo otro, ¿cuántos idiomas sabes hablar entonces?

—Solo español, inglés y un poco de franc... —Antes de terminar el enunciado Blade lanzó hacia mi dirección mi cuchillo, el cual rozó mi cara y chocó contra la pared para caer al suelo.

—Recuerda, ya no es mío, es tuyo; deberías de cuidar más tus cosas —tardé varios segundos en reaccionar, pero luego de recogerlo y guardarlo en su funda, miré el lugar donde chocó para notar un agujero.

—Supongo que has de tener mucho dinero para pagar eso, se ve a simple vista que no es un hotel barato. —Le dije con confianza.

—No es necesario —habló con confianza, se levantó y pegó una foto suya tapando perfectamente el hoyo.

—¿De dónde sacaste eso? —La señalé con el índice extrañado.

—Me la tomaron ayer; no es como que hubiese caído del cielo en mi mano —estuve a punto de preguntarle de dónde sacó el dinero, pero recordé que había dicho que consiguió trabajo.

—¿En qué momento fuiste?

—Cuando la bella durmiente estaba tomando su siesta pacíficamente en la tarde. —Su tono burlón era demasiado evidente, justo en el momento que le iba a responder, me lanza una pregunta intrigado. —Por cierto, ¿por qué ustedes se quedaron a dormir acá si podían ir a sus casas? A nosotros nos resultaba más cómodo quedarnos, pero no entiendo por qué no se fueron.

—Bueno, a mí en realidad me dio igual, mi madre estaría trabajando, por lo que no notaría la diferencia entre estar solo o no, mas desconozco las razones de Heline para dormir aquí. —A medida de que hablaba, analizaba la situación para intentar hallar una respuesta lógica sin saber que sería en vano.

—¿Tal vez tenga problemas familiares?

—No lo sé; sin embargo, sí me comentó que extraña a su familia, aunque se supone que ella también se fue a su casa a dormir —hice una pausa antes de seguir hablando. —Incluso así, la única forma de saber la verdad es preguntándole a ella en persona, siéntete libre de hacerlo, pero yo voy a seguir con mi vida mientras tanto —salí de manera relajada, comí y luego salí a caminar como no pude en la madrugada.

Comencé a caminar sin un rumbo fijo, llendo hacia donde el destino me llevara, a la vez que echaba un vistazo a cualquier cosa o hecho que me pudieras interesar, mas realmente nada logró llamar mi atención.

Por alguna razón, sentí la necesidad de entrar a un banco, aunque no podría hacer nada allí, simplemente me fui al banco más cercano que encontré.

Al llegar ahí, me puse cerca a la puerta viendo al personal de seguridad usar sus celulares, no parecía que tuvieran mucho trabajo, o tal vez simplemente no les importaba. Algunas personas salían, otras entraban; todo igual que como lo que esperé, incluso si no estaba haciendo nada, mi aburrimiento comenzó a desaparecer de manera gradual.

Sentí que alguien me jaló hacia dentro, a los segundos se escucharon gritos y la puerta se cerró mientras sentí cómo me quitaban el mi arma para después inmobilizarme.

Caí al suelo de manera brusca al sentir que esa persona se recargó en mi espalda para tumbarme, amarró con velocidad mis manos y me apuntaba con un revólver a la cabeza.

A pesar de sentir bastante dolor, no entendía lo que estaba pasando, apenas conocía cuál era mi situación, así que como pude alcé la mirada para intentar recolectar información.

No había ninguna duda, un grupo no identificado de personas había irrumpido al banco para robarlo, para asegurar su éxito, habían infiltrado a alguien más con anterioridad que se encargó de drogar a los guardias.

Yo no era el único al que habían tomado como rehén, estaban dos mujeres y un hombre; los tres se quejaron al caer, pero una de las mujeres no paraba de hacerlo; luego de unos segundos entendí el porqué, estaba embarazada y al chocar contra el suelo comenzó a sangrar.

—¡Si alguien de atreve a intentar hacer algo, estos cuatro serán los que la van a pagar! —exclamó fastidiado uno de los criminales, pero por el tono de voz noté que no estaba bromeando; mi vida y la de otras cuatro personas de encontraban en riesgo, todos nosotros siendo completamente incapaces de hacer algo para mover la balanza a nuestro favor.

Continuará...

Una Tormenta Duradera (Borrador) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora