Era una suave noche de verano en Arbezela; la familia imperial, conformada por el emperador Jaider de Secramise, la amada emperatriz, las queridas concubinas y los respectivos príncipes; se encontraban sentados uno al lado del otro en una tranquila cena, dejando de lado los pequeños comentarios de Benela, también apodada como la rosa roja del imperio, en un intento de generar alguna reacción negativa en la emperatriz, la luna del imperio, quien demostraba su educación al simplemente ignorar los pequeños pero mordaces comentarios.
Entre la pequeña armonía que intentaban mantener, el mayordomo principal anunció la llegada de la primera princesa de Arbezela, Ariana de Secramise, quien con solo su presencia iluminó aquella habitación. Sus largos y ondulados cabellos plateados se asemejaban a los de su madre, mientras que sus ojos amatistas demostraban su parentesco con el emperador, quien la recibió con una cálida sonrisa, era más que obvio que, a pesar de declarar que no tenía preferencias, Ariana era su 'niña consentida', era la luz de sus ojos.
"Yo, Ariana de Secramise, primogénita de Roserice de Secramise, madre de Arbezela, saludo a su majestad, el sol radiante del gran imperio de Arbezela"
Dijo al la princesa mostrar su respeto hacia su padre con una sutil reverencia.
"Acepte mis felicitaciones. Escuché que hace poco el ejército real ganó una batalla importante en la guerra. Ahora tiene que cuidar más ciudadanos, padre."
Felicitó antes de notar la mirada de su padre, la cual era señal de que podía enderezarse. Si bien solamente eran formalidades, eran necesarias para que mostraran la equidad entre los hermanos y evitar batallas políticas. El emperador asintió al reconocer a su hija, procediendo a mostrar su afecto con un tono cálido al dirigirse a ella.
"¡Ah! Ariana, ¡Querida hija mía! Te he extrañado realmente, un padre no puede estar tanto tiempo sin ver a su adorada hija"
Dijo el emperador con un cálido tono, un tono de voz que, hacia los príncipes, se sentía casi ajeno por la mínima cantidad en la que dicho fue usado para dirigirse a ellos. Ariana ignoró la mirada casi asesina de Benela al dirigirse hacia su padre.
"Pero sobretodo, estoy alegre de que haya vuelto sano y salvo"
Indicó la princesa para proceder a sentarse al lado de su madre, quien la recibiría con una mirada afectuosa, aquel silencio previo fue interrumpido por Bávilo, quien intentó pronunciarse a su vez, solo para ser callado por el emperador. Ariana al haber tomado asiento proseguiría con su plan.
¿De qué se trataba? Ella anhelaba verse algún día rodeada de hermosos hombres, el solo pensamiento provocaba que su piel se erizara de emoción... pero tenía un problema: Al ser una princesa y por las costumbres de su imperio, ella solo podría casarse con alguien políticamente correcto y no tendría derecho a tener algún amante legalmente. Aquel pensamiento le hervía la sangre, ¿por qué tenía que conformarse con solo tener a un amante si había sido dotada en esta vida de una incomparable belleza, talento y elocuencia?
No podía ir en contra de las tradiciones, así que decidió que por su deseo, se convertiría en la siguiente emperatriz; de tal modo podría poseer múltiples 'concubinos' sin ser mal vista por la alta sociedad. Pero aquello sería un camino difícil, por lo que necesitaba un plan.. necesitaba aliados, y ya había pensado en como conseguir al primero.
"Gracias por cederme la palabra, padre. Seré honesta, requiero pedirle un favor. Escuché que vendría el héroe que nos llevó a la victoria. ¿Podría yo, Ariana, tener el privilegio de otorgarle el emblema de honor?"
Dicha insolencia hizo reaccionar a Bávilo, quien se levantó bruscamente de la mesa al dirigirse a la princesa con una mirada.
"¡¿Cómo te atreves a pretender entregarle el emblema?! ¡Ese derecho le corresponde al emperador! ¡¿Te atreves a desafiar su autoridad?!"
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𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesa
Fanfiction𝓐𝓻𝓲𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓪𝓶𝓲𝓼𝓮, 𝓵𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓪 𝓭𝓮 𝓐𝓻𝓫𝓮𝔃𝓮𝓵𝓪... Poseía de todo: El amor de sus padres, la envidia de sus hermanastros, la belleza de su reino en su piel y una mirada que era capaz de robar el coraz...