Capítulo 23: Espero sea la última vez.

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Cada fin de semana, desde que cumplieron la edad adecuada, el príncipe heredero y sus amistades organizaban una fiesta de té al aire libre o dentro de los confines del palacio; habían encontrado una especie de confort en verse seguido para saber cómo le iba a cada uno.

Rebecca mantenía sus estudios dentro del templo principal de Galdeon, siendo esto parte de una tradición de su especie, quienes debían permanecer orando y fortaleciéndose hasta cierta edad. En ese tiempo, eso fue lo que Rebecca explicó ante la curiosidad de sus amigos cercanos, quienes también terminaron por preguntar con interés, sobretodo el pequeño heredero de la casa Amber.

"¿Es realmente necesario que lo hagas? ¿Y si faltas un día? ¿Explotas?"

"Si llegara a explotar, lo haría cerca tuyo."

El pequeño Raymond tosió un poco su té endulzado antes de mirar a la niña  con curiosidad, tomando una galleta igual de dulce y señalando a Rebecca con ella.

"Ow~ ¿Quieres que yo sea lo último que veas? ¡Que cursi!"

"Para nada, si exploto, prefiero que explotes conmigo antes de dejar que tú estupidez se le contagie a Raul."

Cuál pelea de niños ambos empezarían a discutir entre burlas blancas, discusiones que pertenecían a su propio estilo de juego mientras el joven príncipe reía ante el espectáculo.

Raymond y Rebecca siempre estuvieron para Raúl, en cada momento en el que el ,en ese tiempo, príncipe podría necesitar de su ayuda o para cualquier tipo de nimiedad; ambos eran los pilares de su vida en un reino donde incluso él dudaba de sus capacidades. Sabía que pasara lo que pasara, estarían allí para él tanto como él para ellos, se sentía increíblemente bendecido.

Un vínculo que los unía a los tres, uno inquebrantable del cual, pese a que ninguno deseara admitirlo, se habían acostumbrado; pese a las pequeñas peleas que podrían surgir de vez en vez, siempre volvían a hablar en cercanía, por lo que lo consideraba inercia a ese punto.

Era de esa manera desde siempre, inclusive el momento en el que Rebecca volvió de uno de sus múltiples viajes de peregrinación y descubrió la nueva afición de Raymond y él, ¿Cómo inició todo? Habían pasado múltiples mujeres en su vida que ya no podía recordar exactamente a la primera ni lo que sucedió; es decir, todas ellas estaban en sus cabales y conocían sus intensiones y las de su querido amigo, no podía ser culpable de que ellas no supieran lo que sucedería después.

Sin embargo, le tomó un tiempo el que Rebecca pudiera acostumbrarse a su nueva afición, y para evitar preocuparla excesivamente es que decidió mantener esa afición por lo bajo, claro, esto no alteró para nada a Raymond, quien parecía verse interesado por los regaños de Rebecca, lo que lo incitó a volverse el doble de descarado.

En fin, era así como funcionaba todo; se reunían, hablaban de algún tema al azar, Raymond daba un comentario desubicado, Rebecca lo regañaba y Raúl se entretenía con ello antes de calmar a ambos cambiando de tema; era un ciclo bastante agradable, podría verlo todos los días de ser posible.

Debía ser de esa manera, pero en esa nueva reunión se sentía incómodo por el ambiente gélido, y no podía culparlo, puesto a que se encontraba distraído en esa ocasión y por lo visto, la pelea de noches atrás aún no había quedado resuelta pese a las horas haber transcurrido. 

En su mente estaba presente de manera vívida la escena en el jardín, donde la princesa menor del imperio vecino, aquella mujer de cabellos azabache y tierna sonrisa, le jugó una pequeña broma con su labial. Sentía aún la calidez de la cercanía al perfume de dicha mujer que parecía haberse enamorado del invierno pese a casi quedar congelada horas antes. Su mente no paraba de divagar.

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora