Capítulo 14: Una rosa para el debut.

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Hace mucho tiempo, cuando los dioses aun se presentaban entre los mortales y escuchaban de cerca las plegarias de sus creyentes, tiempos donde aún se podía ver de manera directa la influencia de los seres celestiales sobre la tierra, que agradecía y veneraba su misericordia, nutriéndose de su poder.

Los templos solían ser los lugares de mayor influencia en la sociedad, dejando en segundo plano a los reyes y emperadores, era un equilibrio maravilloso siempre y cuando los rituales y tributos fueran llevados a tiempo para cada dios venerado. 

A aquellas familias que mostraron su valía, fueron bendecidas directamente por el dios al que veneraban con fervor, obteniendo a cambio habilidades diferentes a las de cualquier mortal, algunos obtuvieron habilidades para la batalla y otros habilidades referentes al habla, ninguna bendición era la misma entre las familias; por lo que mucho tiempo después la descendencia de aquellas familias ahora aún pertenecían a la nobleza del imperio.

Una de las familias bendecidas era la ahora conocida como "La familia Rosebud" bendecidos por Eros, el dios menor del amor y la atracción, el cual les entregó la bendición de comprender y unir los corazones de aquellos que buscaran el amor; por lo que los miembros de dicha familia eran conocidos por tener un nivel de empatía notoriamente alto, a tal punto de que ciertos fueron tachados de sentimentales, sin embargo, las uniones que eran concertadas por algún familiar Rosebud estaban hechas para durar la vida completa. 

Su empatía estaba relacionada a el "contacto", por colocarlo en dichos términos, cuando un Rosebud entraba en contacto con las manos de alguna persona de manera directa, eran capaces de leer su corazón y medir sus niveles de amor, además de experimentar un poco el como la persona se sentía en ese momento para poder comprenderlos mejor.

Una habilidad creada para ayudar a brindar amor a los demás.

Una habilidad dada a la familia quien podía sentir la mayor cercanía al amor.

Una habilidad para sentir y dar amor.

Dar amor era un trabajo.

Ese era un trabajo también para la menor de la casa Rosebud, Emilie, quien desde corta edad mostró su gran afinidad para sentir los niveles de amor de quienes la rodeaban, viviendo entre sabores dulces y palabras amables de sus hermanos mayores, quienes la consentían al ser ella la menor de la casa. 

Cada hermano se había desarrollado en su propio ámbito, tomando como ejemplo ella a su hermana más cercana: Amelie, quien además de su habilidad de leer corazones había sido bendecida con una hermosa voz, la cual utilizaba para brindar funciones y aligerar las cargas de aquellos que la escuchaban.

Emilie también deseaba algún día encontrar su propia chispa, su propia manera de brindar amor; por lo que su pequeña mente divagaba cuando le contaban historias sobre hermosos príncipes y princesas, quienes se enamoraban a primera vista y vivían felices para siempre; pasaba noches interminables hablando con Coral, su hermana por 2 años mayor, sobre lo mucho que deseaba algún día conocer a algún príncipe como se le era relatado, quizá a su lado conocería su manera de brindar amor.

Casi saltó se la cama el día en el que su madre arribó a su habitación con la noticia sobre su alianza con la segunda concubina, Madame Benela, madre del príncipe mayor del imperio; Bávilo. Aparentemente habían acordado un matrimonio arreglado para el beneficio de las dos familias; sin embargo por la actual situación de la concubina y su relación con la emperatriz, sabía que no se le permitiría unir fuerzas, por lo que decidieron concertar una "pequeña fiesta de té" para que la futura pareja pudiera conocerse, con la afinidad de Emilie sería posible generar un lazo afectivo entre ambos que el emperador no podría negar. 

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora