Era una mañana casual, el sol resplandecía en el firmamento, brindando la calidez de sus rayos a la humanidad; sin embargo su grandeza no era rival para la escena que sucedía en la tierra, donde la primera princesa de Arbezela, Ariana, se encontraba entrenando con su maestro, el señor Belloque, el maravilloso arte de la batalla con espadas. Tal era la precisión y postura de la princesa, mérito de su entrenamiento, que tras una larga batalla, el maestro no pudo seguirle el paso, anunciando su derrota una vez que la princesa había logrado arrebatarle su espada con un ataque certero, haciendo que el maestro cayera al suelo sentado por el cansancio.
Tan digna adversaria, tan resplandeciente talento era merecedor de sus elogios."¡Guau!, ¡Qué habilidad con la espada, su alteza! No creo que tenga nada más que enseñarle."
De fondo se escucharon las adulaciones del resto de testigos de la batalla, entre los elogios hacia el maestro por su esfuerzo, se escuchó la dulce risa de Ariana, quien no tardó en responder.
"Ah, señor Belloque, es que usted es un profesor profesional."
Por el exceso de halagos por parte de los testigos y la princesa, el señor en un ataque de timidez optó por enojarse para disimular el sonrojo en sus mejillas al perseguir al resto de caballeros para ahuyentarlos, Ariana solo observaba entretenida al pensar sobre lo tímido que era su maestro cuando no se encontraba concentrado en batallar.
"Jane~ Aún no comprendo el por qué no le pediste a padre que te inscribiera al entrenamiento de espadas, sé que estamos rodeadas de guardias el 90% del tiempo, pero nunca está de más ser capaces de romper un par de narices de vez en cuando, ¿no?"
Al haber terminado su entrenamiento, Ariana se giró a ver a su hermana, quien se encontraba viéndola junto a otras 2 mucamas desde un pequeña "fiesta de té" al aire libre, el cual simplemente era una excusa para que Janeth pudiera ver a Ariana entrenar sin necesidad de atender a alguna clase del momento.
Escuchando la voz de su hermana, Janeth sonrió suavemente debajo de aquel velo ante la vista frente a ella. Habían pasado ya seis meses desde su llegada al palacio y el inicio de sus pláticas con su media hermana y, como si estuviera predicho por el destino, ambas ahora eran más cercanas, siendo Ariana la guía y Janeth la que 'admiraba' a su hermana mayor como si compartiera el mismo pensar que el resto de mucamas que hacían lo mismo detrás de la princesa. Ariana estaba feliz por la actitud de su hermana, quien la seguía como un cachorro perdido cada vez que la llamaba, dispuesta a hablar con ella hasta tan tarde aunque fuera un capricho.
"La verdad es que no creo ser tan habilidosa en el arte de la batalla como tú, querida hermana, mis manos son algo torpes y mis reflejos no son los mejores, si fuera a batallar como tú, estoy segura de que sería un estorbo."Y era verdad, sus habilidades en batalla no eran los mejores debido a su falta de entrenamiento; ya sea por petición suya o por el hecho de que levantar una espada se le dificultaba por alguna razón. Debido a esto, se habían intensificado sus estudios en el manejo del maná y ciencias políticas, si no podía ganar de manera física, quizá algún día despertarían sus habilidades mágicas como las que su hermana tenía, o al menos sabría defenderse políticamente si fuera necesario.
Después de haberla visto ser llevada como una muñeca por el duque Phantom, Ariana generó cierta preocupación por que alguien pudiera aprovecharse de la debilidad física de su hermana, después de todo, ella era quien mejor sabía la necesidad de perfección en pro de poder defenderse era necesario en el palacio. ¿Cuántas veces ella se había salvado de los ataques que la rosa roja perpetuó en contra suya a pesar de que Ariana aún era una pequeña niña? No perdería a su hermana, no. No como perdió a Ares."¡No digas esas cosas! Sé que tus habilidades para batallar faltan... eh... 'Pulirse' pero no es nada que un poco de entrenamiento no pueda solucionar, ¡Créeme que me agradecerás en el futuro!"
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𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesa
Fanfiction𝓐𝓻𝓲𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓪𝓶𝓲𝓼𝓮, 𝓵𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓶𝓮𝓻𝓪 𝓹𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮𝓼𝓪 𝓭𝓮 𝓐𝓻𝓫𝓮𝔃𝓮𝓵𝓪... Poseía de todo: El amor de sus padres, la envidia de sus hermanastros, la belleza de su reino en su piel y una mirada que era capaz de robar el coraz...