Capítulo 8: El fénix de Xek

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Efrit Karsia, el segundo príncipe de Xek, también conocido como "el secreto del rey"; siendo el segundo hijo del matrimonio, se le encomendó no resaltar más que su hermano, el futuro heredero de la corona. 

Podía moderarse en un inicio, su infancia fue dedicada a convertirse en una flama calmada para que su hermano mayor brillara intensamente tal y como estaba destinado "por el bien del reino".

"Es tu hermano mayor, respétalo."

"Tu hermano será el futuro rey, ¿Por qué deseas avergonzarlo? Tu hermano debe de ser el mejor. Sé amable."

Pero, ¿Cómo pedirle a un niño que cubriera su rostro como si de aquello dependiera su vida? Su belleza fue de lo que se habló en años posteriores una vez que comenzó a convertirse en un joven, su belleza se convirtió en un tipo de amenaza para el príncipe heredero; por lo que portó una máscara que lentamente se fundió con él. 

Y así con el pasar del tiempo se convirtió en la sombra del príncipe heredero, alguien a quien solo conocían por tener las manos manchadas de sangre y pólvora, un defensor cuyo nombre eventualmente sería también apropiado por las azañas y el renombre del príncipe mayor.

"Un fénix que renace de las cenizas, podré morir una y otra vez; pero para ojos de otros, será lo mismo si muero o no."

Sus manos se movían sin cesar, siendo veloces y precisas cual garras de un halcón; el sudor recorría su frente cubierta por su característica máscara de hueso que resaltaba su mirada penetrante, cual cazador y presa; si bien era una práctica común para él, para los soldados a su mando era una masacre, nadie podía igualar la energía del General Efrit Karsia.

"¡S-Su alteza..! ¡Tenga piedad...!" 

Imploró uno de los soldados al caer al suelo agotado; considerando aquello como incompetencia por quienes se suponían que eran los cazadores de bestias y defensores de Xek, Efrit respondió con enojo al alzar la voz.

"¡Imbéciles Insufribles! Son la tropa de élite de Akelade, el ejército del Dios del sol. ¡¿Cómo pueden dejarse derrotar tan fácil?!"

Entre sonidos de quejidos de dolor y respiraciones agitadas por el cansancio, otro soldado alzó la voz, atrayendo momentáneamente la atención del general.

"¡Yo, Abal, protesto! No como miembro de la tropa, sino como su amigo de la infancia. ¡¿No se da cuenta que su resistencia es inhumana?! ¡No es que seamos débiles!"

"¡¿Cómo?!"

"¡Ay, el príncipe intenta matarme!" 

Sin tomarse ni un momento para permitir que el cuerpo de su amigo pudiera crear una manera de defenderse, Efrit ya se encontraba jalándolo del collar de su camisa, preparado para regañarlo; cuando escuchó repentinamente las voces de unas sirvientas; saliendo de su concentración de batalla para poder colocar más atención en aquella plática una vez que esta atrajo su atención.

"Oigan" Habló una de las sirvientas "¿Vieron a la princesa Ariana? La vi de cerca, ¡Tiene una belleza incomparable! ¡Era tan bella que me cautivó!"

"Seguro ya debe de haber llegado al banquete, ¿no?" 

"Sí, ¡si tan solo pudiera servirle mientras está aquí!"

El príncipe Efrit dejó caer a su amigo una vez que una idea surcó su mente, solo escuchándose el caer del cuerpo y un quejido de dolor una vez que el general analizó por un segundo la charla; siendo invadido por un deseo de satisfacer su curiosidad. 

"¿Debería echar un vistazo?"

Efrit no conocía personalmente a la princesa Ariana, lo poco que sabía sobre ella era por rumores y los constantes halagos que hacía su hermano mayor cuando hablaba sobre las visitas que ella hacía cada cierto tiempo; desafortunadamente él solía estar de cacería, por lo que la oportunidad de verla con sus propios ojos no se había presentado... hasta ese momento.

Habiendo escuchado la mención de la posibilidad de que la princesa estuviera en el banquete lo hizo apresurarse; previamente habría anunciado que no tenía deseos de asistir a dichas formalidades, por lo que se encontraba entrenando; pero ahora la situación había cambiado. 

Dejando de lado su "educación" corría rápidamente por los jardines del palacio en camino hacia donde suponía que se haría el banquete, solo para escuchar una dulce voz una vez que se subió a un árbol para ingresar por el balcón.

"Vaya, sí que hace mucho calor en Xek." 

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora