Capítulo 17: El collar de perlas

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Exactamente una semana y media había transcurrido desde que Janeth despertó de aquel peligroso estado; si bien aquellas habían sido esperanzadoras noticias, no se logró conseguir pruebas suficientes como para poder si quiera tomar a algún posible culpable del intento de asesinato en contra de la segunda princesa. 

 La administración interna y organización de eventos estaba dentro de los múltiples deberes de la emperatriz, por lo que el emperador decidió que era momento de hablar con ella para poder obtener su testimonio al respecto sobre este caso. 

Él no consideraba la remota posibilidad de que su esposa fuera la culpable de tal ataque a la segunda princesa; pero tampoco era la primera vez en la que personas sin trabajo alguno dentro del palacio ingresaban, tomándose como ejemplo a los 'jóvenes irrespetuosos' que se infiltraban solo para poder llegar a los aposentos de su querida Ariana. 

Tocó un par de veces la puerta de aquella manera tan característica antes de ingresar, pidiendo a aquellos que se encontraban en la oficina de la emperatriz retirarse debido a que requería hablar con su esposa en privado. 

La mirada de Roserice, la emperatriz, se iluminó al igual que su sonrisa al verlo aproximarse; no era usual que él la visitara durante el horario de trabajo, era inoportuno pero le brindaba cierta alegría que lo hiciera; por ello se levantó de su asiento al hacer una pequeña reverencia medianamente normal.

"Roserice de Secramise, la rosa azul de Arbezela, saluda al sol de nuestro imperio." 

"Gracias por recibirme, Rose, ¿Podemos hablar un momento? Sé que estás ocupada, pero es de suma importancia."

Sin tener motivos como para negarse, Roserice aceptó, procediendo a sentarse en uno de los sillones de su oficina, su esposo se sentó frente a ella; una vez ambos tomaron asiento la platica inició, aún si ella tenía un ligero mal presentimiento sobre lo que podrían hablar debido a la seria expresión del emperador.

"Lamento no encontrar el tiempo correcto para visitarte, Rose, han habido múltiples cambios en las fronteras debido al avance de las fuerzas paganas. ¿Cómo te encuentras? ¿Te has sentido bien estos días?" 

"Agradezco que te preocupes por mi, Jaider; el estrés del papeleo no es nada que no pueda solucionar por mi cuenta."

"¿Estás segura de ello? Múltiples veces te he ofrecido ayuda y tiendes a rechazarla usualmente; hay varios funcionarios que están dispuestos a brindarte apoyo con este tipo de temas; inclusive dos de mis concubinas están ilustradas para poder ser de ayuda en la administración de ser necesario."

La sola mención de las concubinas hizo temblar un poco la gentil sonrisa en los labios de la emperatriz, sin embargo guardó la compostura como siempre que era necesario, y este momento no era el adecuado.

"Me brinda alegría el que te preocupes por que el estrés de mi labor no me consuma, pero como tantas veces antes, te repito que este es mi deber como emperatriz. Comprendo tus buenas intenciones, sin embargo, relegar mi trabajo a otros es lo mismo que reconocer mi poca aptitud para mi cargo." 

"... En ese caso, emperatriz..." 

Eran pocos los momentos en los que su esposo la llamaba por su cargo, por lo que aquello solo activó más aquel instinto de defensa que la llevaba a sobre analizar; mérito recompensado al momento en el que el emperador la observó con seriedad directamente a los ojos, ya no con aquella mirada comprensiva.

"¿Me puede explicar lo que está sucediendo en el distrito 27? Aquel distrito cerrado a pesar de estar cerca a la zona comercial." 

"¿El... distrito 27?  Tenía en cuenta de que había cerrado hace un par de meses."

𝗥𝗼𝘆𝗮𝗹 𝗞𝗮𝗿𝗺𝗮 | Las joyas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora