Capitulo 1

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Auset

Nunca me ha ido bien en el amor, crecí siendo una mujer insegura de mi misma. Fui producto de un matrimonio que se rompió cuando yo tenía cinco años de edad, para ese momento mi hermana menor contaba con dos, era la consentida de mi madre porque decía era más bonita y graciosa que yo.

Recuerdo que antes de que mi hermana naciera yo era el centro de atención de ambos, pero despues eso cambio y solo mi padre fue quien me prestó atención, el cuidaba de mi día y noche, me pedía que no molestara a mi madre, por alguna razón ella siempre estaba de mal humor y peleaba con papá y conmigo, a veces sus disgustos no tenían lógica, discutía por cosas tan pequeñas pero que a mí me asustaban, siempre terminaba llorando y ella más se agitaba, mi padre me llevaba lejos de su esposa y de la casa.

A veces me llevaba en brazos y otras me tomaba de la mano y caminábamos sin rumbo, al menos yo solo me dejaba guiar por él, en aquel entonces era mi súper héroe, el hombre que lo podía todo, me hacía reír y obraba la felicidad a pesar de mis lágrimas, siempre lograba sacarme una sonrisa en medio del llanto, si era sincera, a esa edad descubrí que yo amaba más a mi padre que a mi madre, que él tambien era quien me quería desmedidamente.

Solía contarme historias cada noche y tambien cuando me veía triste o llorosa, gracias a él mi dura infancia no fue tan difícil, al menos no por un tiempo, no mientras no se divorciaban, eso vino despues cuando mi padre se cansó de mi madre.

Mi madre era una mujer altiva, guapa, demasiado segura de sí misma, caprichosa y le gustaba que las personas hicieran lo que ella pedía o más bien exigía, no se quien le hizo de esa manera, pero mi madre tenía una forma muy fea de ser. A menudo me hacía sentir menos e insegura, nunca le gustaba la ropa que elegía para vestirme, la consideraba infantil, ya que siempre me han gustado el anime y leer manhwas, desde que comencé a ver sailor moon en la televisión me hice fan de los animes japoneses y de su cultura, era una friki, para colmo de mi desgracia y ser más fea e insulsa a ojos de mi progenitora, a los siete años comencé a usar anteojos, así que ya se imaginaran mi aspecto desangelado.

Antes de llegar a ese punto, sufrí de dolores de cabeza y ella como siempre se enojaba cada que iba y me quejaba por lo que sentía, por otro lado, no distinguía muy bien las palabras en la pizarra y para ver las letras en mis libros de lectura entrecerraba los ojos para enfocarlas y distinguir bien las letras. Gracias a estas dificultades que sufría baje de calificaciones, mi padre creyó que me había afectado el divorcio, de hecho, no era así, desde que ellos se separaran ya no se escuchaban gritos ni discusiones, su madre seguía siendo distante y fría con ella, pero al menos ya no parecía tener el rostro fruncido, continuaba ignorándola lo más que podía y seguía entregándose a Carol su hermana menor que seguía siendo la luz de los ojos de Damaris, a pesar de que era consciente de la preferencia de mi madre, no estaba celosa de mi hermana, la quería mucho y ella me quería a mí, claro que a veces se le salía lo de ser caprichosa, pero era la pequeña y consentida, incluso lo era hasta de mi parte, no podía evitar al ver esa carita ceder a sus peticiones, era la única con quien jugaba y me divertía, pues era tan tímida y torpe que nadie quería jugar conmigo y si me invitaban a sus juegos era para solo burlarse de mí y hacerme bromas pesadas, como por ejemplo esconderme los lentes, los cuales en ocasiones terminaban rotos y mi madre ponía el grito en el cielo.

― ¿Cuándo vas dejar de ser tan torpe? ― me gritaba y yo solo hacía llorar ―. ¡Deja de llorar! Me fastidia verte llorar siempre, eres tan torpe, ni con lentes paras de tropezar. Llama a tu padre y dile que te compre unos lentes nuevos, yo no voy hacerlo más.

Como mi mala suerte siempre ha sido, mi padre salió de viaje y me quede sin lentes alrededor de una semana, intente unirlos, pero fue inútil, así que durante esos días me la pase tropezando con todo, teniendo malas calificaciones en las tareas y mi madre sin preocuparse siquiera de darme lo que necesitaba, ella era dura conmigo y blanda con Carol, a veces sentía que me dolía el corazón y por las noches me ponía a llorar preguntándome ¿porque mi madre no me quería? Mas sin embargo una noche descubrí él por qué.

Una novia para mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora