Capítulo 8

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Milena

Estaba feliz de comenzar a dar clases en una nueva escuela y en la ciudad, los años que llevaba como maestra los había pasado enseñando en comunidades lejanas y muy lejos de mi familia, pero este año comenzaba diferente para mí, en esta ocasión estaba a una hora en viaje en coche por carretera, tendria la oportunidad de verlos más seguido y de pasar mis días libres en la casa del campo.

Mi vida era simple, no tenía complicaciones en el amor, creía en él, pero el amor que yo buscaba no era lo que muchas estaban dispuestas a dar, las pocas con las que salí solo querían sexo, aventuras de una noche o de algunos días y nada más, sim embargo yo no deseaba eso, yo buscaba una relación seria y duradera, una pareja en la cual apoyarme, hacerlo juntas, pero hasta ese momento no la había encontrado.

No voy a decir que no lo he intentado, lo he ambicionado, pero con todas las mujeres que salí me equivocaba, todas querían ir de prisa, ir rápido a la cama, no buscaban romance del dulce, del que hay detalles, aquel que busca desnudar el alma y no tan solo un cuerpo, no ellas no tenían ninguna delicadeza para conmigo. Yo era una mujer romántica, me gustaba dar atención y cortesía, pero no recibía nada, en consecuencia, me sentía sin importancia y en realidad así era, porque cuando les decía que no podía seguir con ellas, era como si sintieran que les quitaba un gran peso de encima y al final me llamaban cursi o ridícula.

Al principio me sentí mal, después me di cuenta de que yo estaba bien, al menos eso era lo que quería, buscaba y deseaba para mi vida, si el resto buscaba libertinaje y sexo, estaba bien. Yo buscaba a una mujer tan soñadora y de un corazón puro con el cual compartir mi vida, dar todo lo que tenía de mí y recibir de igual manera.

Quien me había iluminado el camino para anhelar y albergar todos estos sentimientos fue Aurora Bru, me encantaban sus libros, tenía una manera de relatar y contar que me encantaba y me hacía desear cada vez más y más un amor bonito. Si, se podría decir que estaba enamorada de esa mujer a quien nadie conocía, era tan misteriosa como tan dulce me parecía por su modo de escribir.

Nadie la conocía, era su más ferviente admiradora y seguidora de sus redes sociales y por supuesto de la página en la que publicaba sus libros, pues no quería perderme ninguno de sus obras, las tenía todas en físico y las cuidaba mucho, hasta el momento no había extraviado ninguno a pesar de moverme constantemente de un lugar a otro, todos venían conmigo.

Estar soltera no me era un problema o que me causara depresión, de hecho, me sentía cómoda en mi individualidad como persona, algunos años atras no negare que me sentí triste, pero ahora no era el caso, ahora sabía que quería y no en mi vida, si la persona que buscaba no llegaba, no tendria problemas en estar sola para el resto de mi existencia, había muchas ventajas de estar soltera, nadie te celaba, no pensabas en nadie y el dinero era solo para mí, no rendía cuentas a ninguno, era tan libre como el viento, aunque claro, en ocasiones sentía el anhelo de tener a una persona a mi lado, contarle mi dia en el trabajo y acurrucarme a su lado.

Pero estaba claro que en la vida no se podía tener todo o tenías dinero, no había amor, encontrabas lo segundo y no tenías lo primero, tendrías que ser muy, pero muy afortunado para tener ambas cosas, yo me conformaba con encontrar un querer que quisiera ser madre. Me gustaban los niños, esa fue una de las razones por la que elegí ser maestra, desgraciadamente yo nunca podría ser madre, a los quince años me extirparon todo mi órgano reproductor. Era muy joven en ese entonces y en aquel momento no me importo, no le di la seriedad que a la edad de ahora le veo, entiendo porque mi madre lloro cuando el doctor nos dio la noticia, pero hubiera sido peor que yo muriera y sufriera terribles dolores cada que me venía la regla.

Era una mujer estéril que jamás tendria la dicha de dar vida, ademas de que a raíz de la cirugía sufrí lo que era la menopausia, si era muy joven para ello, pero parecía mujer de más de cincuenta años con sofoco y todo lo demás, mi lívido tambien se había ido, por eso es que en parte no me interesaba mucho el sexo y buscaba más el sentimiento que el contacto físico, ademas de que me daba pena decir que ya no lubricaba de la misma manera, que conmigo todo era más lento, pero mi corazón seguía tan vivo como siempre, así que nadie se había ganado mi confianza para decirle mi pequeño detalle.
De ahí en fuera no tenía ningún secreto que ocultar, yo era transparente y me gustaba que también lo fueran para mí.

Una novia para mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora