Capitulo 2

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Auset

Comencé por escribir mis días en casa con mi madre y mi hermana, después empecé por narrar cosas que me imaginaba, mi diario comenzó a llenarse de diversas cosas, incluso hasta de dibujos.

Cada día que pasaba me gustaba más plasmar mis pensamientos en el diario que Elena me dio hasta que lo llené y me pareció buena idea comprar otro, de a poco fui comenzando a llenarlo de letras y dibujos, era mi pasatiempo favorito despues de leer, mi madre dejo de preocuparse de que yo le tirara las cosas encima o de que apareciera por alli cuando se reunían en casa con alguna de sus amigas tan exquisitas como ella.

Nos veíamos solo dos veces al dia, a la hora del desayuno y a la hora de la cena, pues mamá trabajaba, ahora todos los gastos tenían que correr por ella, razón por la cual pasaba más tiempo en su boutique, mi padre había dejado su dinero repartido en tres partes, una mínima parte para Elena y las otra para los estudios de la universidad para mí y mi hermana, por lo tanto, mi madre debía trabajar para darnos de comer y pagar los gastos corrientes.


Al ser la hija mayor, me dejaba a mi cuidado a Carol, me pareció increíble que me dejara a cargo a mí que era la reina de las torpes, pero más allá de mi patosidad, era responsable y trataba de que Carol se comportara.

Cuando entre a la preparatoria imagine que sería diferente, que mágicamente dejaría de utilizar lentes y que yo me convertiría en una joven distinta, pero todo seguía igual en mí, seguía siendo igual de ciega y torpe, me seguían gustando los animes, así como perderme en el mundo de los libros, en algún momento creí que todo eso dejaría de gustarme una vez que fuera un poco más mayor, pero no fue así, yo seguía siendo yo y parecía que nada iba a cambiar.

Inesperadamente y sin darme cuenta, una compañera de clase comenzó a llamar mi atención, ella era todo lo contrario a mí, era guapa, extrovertida y decía las cosas sin pelos en la lengua, quería hacerme su amiga, pero yo no podía decir más de dos palabras al día, mucho menos tendria el valor para hablarle a aquella chica, yo no tenía nada en común con ella, así que de que podría hablarle, ella hablaba de chicos de revista, de actores, de músicos y yo no sabía nada de eso, yo solo entendía de libros, animes, películas, música escuchaba muy poco, pero prefería cosas más calmadas como música pop, boleros, clásica, balada, pero ella hablaba de bandas de rock y no sé qué cantantes en solitario.

Una mañana, a la hora del receso, sentada en el lugar de siempre y sola como acostumbraba, ella y sus tres amigas comenzaron hablar de un concierto que se llevaría a cabo a la ciudad, mientras comía mi sándwich, escuchaba atenta su conversación.

―Me muero por ir, pero mis padres no quieren comprarme el boleto en primera fila, dicen que es una locura pagar tanto por un tipo que solo grita en inglés.

―Lo mismo dicen los míos ― se quejó una de sus amigas.

―Lo peor de todo es que no tengo ni un quinto ahorrado.

Yo tenía dinero ahorrado, Elena y mi padre siempre me daban mis domingos, ahora solo recibía por parte de mi madre, pero aun a pesar de que gastaba de vez en cuando, me quedaba para ahorrar, así que, en uno de mis ratos de ocio en casa, navegue por internet y busque al dicho cantante que traía loca a mi compañera.

Según lo que encontré era un cantante con un poco de fama internacional, tenía tres años de carrera, así que estaba en comienzos, a mí no me pareció guapo, quizas era atractivo por su actitud o debido a su estilo desenfadado, que realmente estaba muy bien cuidado para aparentar ese aire, pero no llamo mi atención.

Después consulté el precio de los boletos y me hice una idea de lo que más o menos tenía ahorrado en mi alcancía, saqué en conclusión de que hasta me sobraba, lo que no me sobraba era valor para hablarle, de eso si tendría que reunir mucho valor.

Esa noche me la pase pensando en cómo cruzar palabras con ella, buscando la ocasión perfecta para hablarle, pero sabía que no habría oportunidad ideal, no al menos para mí que era tan torpe y tartamudeaba cuando me ponía nerviosa.

A pesar de todos mis miedos, de mi torpeza, al día siguiente a la hora del recreo, cuando ella fue al baño, la seguí. Era mi única oportunidad de hablarle estando sola, de ir acompañada con sus jamás podría dirigirme a ella, así que apenas cruzar la puerta hable apretando los puños a los costados y mirando su espalda.

―Escuché que te gustaría ir al concierto de Harry Bell ― solté de golpe, ella se giró y me miro de pies a cabeza.

―Ósea que no hablas porque prefieres estar de chismosa.

―Yo... yo solo quería invitarte al concierto ― susurre poco antes de darme la vuelta, estaba por irme cuando ella me detuvo.

― ¿Es verdad lo que me estás diciendo? ― pregunto escéptica.

―Es verdad, te invite porque no tengo con quien ir.

― ¿Tienes los boletos?

―Los compre ayer, son en primera fila.

Ella abrió la boca tanto como sus bonitos ojos, al verla sonreí como la tonta que era, dio de saltos tapándose la boca, despues e inesperadamente me abrazo con fuerzas, el gesto me tomo por sorpresa, ya que no era el tipo de persona que solía recibir abrazos, mi madre no era cariñosa conmigo y Carol, estaba en una etapa en la que me odiaba más tiempo del que me quería antes de que llegara a cumplir trece años.

Obviamente lo que le dije era mentira, primero debía asegurarme de que ella me acompañaría antes de gastarme una buena parte de mis ahorros, ahora que ya tenía asegurada su compañía, por la tarde cuando llegue a casa, llame a mamá, para que me comprara los boletos.

― ¿Con quién vas a ir al concierto? ― la misma pregunta provino de Carol y mi madre a la vez.

―Iré con una amiga.

― ¿Desde cuando tienes amigas? ― inquirió Carol mirándome con malicia.

―Hace poco que comencé una amistad con una compañera.

―Si es así, entonces comprare los boletos en primera fila.

―Gracias mamá. Cuando llegues te los pago.

Aún faltaba casi un mes para el concierto, pero yo ya tenía los boletos y el espacio asegurado en primera fila, moría de ganas de que llegara el momento.

Brenda me había hecho prometerle que solo hablaríamos en los baños para no llamar la atención de sus amigas y provocar envidia por parte de ellas, en mi entonces inocencia le creí, no me di cuenta de que tenía más malicia que yo, aceptando todas sus condiciones para poder hablar con ella y sentirme parte de alguien en el mundo, pero muchas veces es tanta tu ansiedad de formar parte de algo que tomas las migajas que te dan y yo tomé las de Brenda.

Cada dia iba al baño despues de terminar mi merienda, Brenda llegaba algunos minutos despues que yo y otras veces no iba, dejándome plantada, pero cuando me veía el día despues se disculpaba conmigo y me daba una paleta a modo de disculpa.

El dia del concierto Brenda llego a mi casa tal y como habíamos acordado, mi mamá nos llevó sin chistar. Debía de reconocer que mi madre se comportaba de mejor manera conmigo, quizas era porque yo ya no era tan torpe, ni tenía que lidiar conmigo como una niña pequeña.

Desde que regresara a su vida nuevamente, yo me mantenía al margen de todo, mis cosas eran mías y mi habitación era mi único refugio libre de Carol y mi madre. Hacía lo que me pedía y yo respondía a mis obligaciones y a ser una buena estudiante.

Mientras viajábamos en el coche, sentadas en la parte trasera del auto, mi madre nos observaba por el espejo retrovisor. Brenda se la paso durante todo el trayecto mirándose en un espejo, mientras yo solo la miraba y me sentía muy ajena a las dos personas que me acompañaban, sobre todo me sentía nerviosa y estudiada por mi madre, era una mujer inteligente y astuta, no se le escapaba nada, temí que abriera la boca y dijera algo incómodo, pero no lo hizo. Guardo silencio y condujo hasta el lugar.

―Vendré a buscarlas en cuanto termine el concierto ― nos dijo en cuanto nos bajamos del auto.

Apesar de la libertad que me estaba otorgando, mi madre se quedó esperando a que entráramos al recinto y que no fuésemos a ir a otro lugar. Me emociono el que Brenda me tomara la mano una vez que entramos al enorme lugar, caminamos hasta la parte designada de nuestros boletos y nos apostamos allí, las dos, Brenda seguía sin soltarme la mano.

Primero vinieron los teloneros y paso cerca de una hora para que viniera el famosos Harry Bell, cuándo se escuchó su nombre por todo lo alto, la audiencia reunida se volvió loca, los gritos de millones de mujeres enamoradas se dejaron escuchar como agudos chillidos de ratones. Brenda soltó mi mano y se levantó de la butaca que ocupaba a mi lado, yo fui la única anormal que no actuó como los demás, yo solo la miré a ella, tan feliz y tan emocionada de ver a su artista favorito, a mí no me interesaba en lo más mínimo, si estaba allí, era únicamente por Brenda.

Brenda cantaba con Harry Bell tan intensamente que yo solo podía verla a ella, el artista en cuestión no era nada para mí, era un simple desconocido que cantaba en ingles palabras tan falsas de amor. De un amor que estaba segura que Brenda ni siquiera tenía la menor idea, pero sí que tenía un enamoramiento platónico por él, como yo lo sentía por ella. Fue en ese momento en el que descubrí que lo que experimentaba por Brenda.

Ella me gustaba de muchas maneras, me gustaba que fuera una persona muy diferente a mí, me gustaba que fuera todo lo que yo no podía ser, que nada le diera miedo, esa manera suya de ser me tenía embobada, era como una estrella brillante en ese momento cantando y moviéndose de un lado a otro como se mece una palmera por culpa del viento, solo que Brenda levantaba de vez en cuando las manos y su cabello castaño claro se mecía junto a ella, haciéndola ver más hermosa.

Brenda se quedó a dormir conmigo esa noche, ambas estábamos alucinadas, creo que ni mi madre ni Carol me habían visto tan enajenada de la realidad, me sentía en una nebulosa en la cual solo existía Brenda y sus movimientos, ella y su cabello largo cayendo debajo de sus hombros, pero solo era yo la que experimentaba tal sensación.

En la cabeza y pensamientos de Brenda solo estaban Harry Bell, sus ojos de ensoñación lo decían todo y me hizo feliz. Al menos por esa noche en la que compartí mi cama con alguien por única y primera vez.

El lunes cuando llegué a la escuela creí que podía hablarle a Brenda como el resto de sus amigas, pues habíamos compartido mi cama y a mí me pareció que habíamos compartido algo muy íntimo, algo de amigas y yo seguía feliz por ese pequeño hecho, más, sin embargo, me llevé una gran desilusión, pues Brenda me ignoro por completo.

― ¿Ustedes escucharon que alguien hablo? ― pregunto en tono de burla a sus amigas.

―No, no escuchamos nada ― respondieron y se soltaron a reír mientras se alejaban.

Yo me sentí como una tonta, Brenda solo me había utilizado para conseguir lo que quería, no fui más que un alfil en su ajedrez. Me sentí tan triste y con unas ganas enormes de llorar, que en lugar de ir a clases corrí en dirección a los baños, allí a solas lloré a escondida todo lo que la decepción me causaba, esta vez me quedaba muy claro que nadie me quería.

Me sentí mal y fuera de este mundo, una persona anormal me creí que era en ese momento, no hay nada más doloroso de ser adolescente que no poder encajar en ningún lado, ni en tu propia casa.

Me quedé durante todo el horario de clases encerrada en uno de los baños, alli pude escuchar a la hora del receso a Brenda y a sus amigas reírse de mí, de lo tonta que había sido por creerle que seríamos intimas, solo a mí se me pudo ocurrir, yo era de esas personas que no tenían simpatía para atraer a la gente. Carol solo tenía que sonreír para tener a las personas a sus pies, conquistaba desde el más joven hasta el más viejo, mujer u hombre, así de encantadora era Carol y ya tenía claro lo que quería ser de grande, quería ser modelo y actriz, pero se comenzaba a preocupar por que no estaba creciendo mucho, y ella quería ser alta.

Una vez que las clases terminaron salí de mi escondite, no quería que nadie me viera con ojos rojos e hinchados de haber estado llorando por haber sido una tonta, mucho menos Brenda y sus amigas. Me alegre de que mi madre nunca fuera por mí a la escuela y tuviera la libertad de regresar caminando o en transporte. Cuando llegue a casa tuve cuidado de que Carol no me viera, de ser así no me la acabaría y no se cansaría de llamarme tonta una vez que le contara lo que paso con Brenda, por eso me calle mi pena y la sufrí en silencio como todo lo demás, ni siquiera a Elena le conté, ella tambien se enojaría y me regañaría, opte mejor por desahogarme entre las páginas en blanco de mi diario y tratar de olvidarme de esa triste y amarga experiencia.

Mas sin embargo despues de dos meses del concierto tanto a mi madre como a Carol les comenzó a parecer raro y extraño que yo ya no mencionara a Brenda, puesto que antes del concierto las pocas veces que solíamos estar juntas las tres les hable de ella como una tonta sin poder evitar mi emoción, pero ahora no decía ni pio de ella, ni de nada en especial, me sentaba a la mesa con ella y comía en silencio, solo las escuchaba a ella hablar de sus cosas en común.

―Brenda ya no ha venido a casa ¿Porque? ― inquirió Carol tomándome por sorpresa.

― ¿Que? ― me hice la tonta, aunque la había escuchado perfectamente bien.

―Que hace un tiempo que no hablas de Brenda ¿Se pelearon? ― Esta vez fue mi madre la que intervino.

Yo me removí inquieta en la silla, ambas me miraban a la espera de una respuesta y yo no sabía si decirles la verdad o inventarme una mentira, aunque sabía que de todas maneras mi mentira no tendria mucha duración dada a lo astuta que eran las dos personas delante de mí.

―Ya no somos amigas ― murmure por lo bajo.

― ¿Porque? ― pregunto Carol.

―Porque no soy el tipo de chica que puede ser su amiga.

― ¿Entonces porque fue contigo al concierto? ― me pregunto mi madre, pero enseguida saco la conclusión ―. Solo te utilizo para ir a ese concierto ¿Verdad?

Yo no respondí, solo agaché la cabeza avergonzada, aparte de torpe era estúpida.

―Tú fuiste quien pago los boletos, ella nunca te dio nada.


Yo solo asentí sin mirarla.

―No puedo creer que hayas sido tan tonta Auset ― alzo la voz ―. Pense que eras más inteligente, que seas torpe y tímida es una cosa, pero no pensé que llegarías a comprar una amistad. El amor y la amistad no se compran, si alguien te ha de brandar su amor y estima debe de ser sincera, sin pedir o comprar nada.

No respondí nada solo me quedé con la cabeza gacha con el rostro sintiendo que me hervía de la vergüenza, no me levante de la mesa porque sabía que mi madre me iba a retener ahí hasta que ellas terminaran, a mí se me corto el apetito y deje la comida a medias.

―Como no la veo para jalarla por las greñas ― me dijo Carol cuando entro a mi habitación esa noche despues de haberse puesto su pijama y haberme dado mi espacio a solas despues de cenar.

Yo estaba arrebujada debajo de las cobijas como siempre, mi hermana se acostó a mi lado y me abrazo por la espalda, hacía mucho que no tenía ese gesto conmigo, desde que comenzara a llamarle la atención por andar mandando cartas de amor a chicos su carácter conmigo cambio, pero esa noche volvía a ser mi hermana pequeña, la que yo quería con todo mi corazón y a la cual años atras le contara historias, ahora ella ya no quería mis historias inventadas, Carol quería crear las suyas propias y vivirlas, sentir las emociones en carne propia y no en ficción como yo, pero era el único mundo que yo tenía para vivir una vida que no era para mí.



Una novia para mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora