Capítulo 14

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Milena

Al parecer mi ausencia esos días en la vida de Auset la afecto más de lo que creí y no era la única, pero es que estaba segura de que no podría evitar que en algún momento me abalanzara sobre de ella como la loca fanática y admiradora que era de su persona, pero me recordé a mí misma durante esa semana en la que me abstuve de verla que Auset era tan humana y mortal como yo, que seguramente por eso se escondía tras un seudónimo, para llevar una vida tranquila y sin mujeres que la acosen. Por supuesto que yo no quería ser la primera en arruinar se tranquilidad, ademas la conocí primero como Auset y me gusto, antes de saber que era Aurora Bru, la trate como la madre de Lía y me aferre a este hecho porque era el verdadero, si quería intimar más con ella, debía saberla sobrellevar y no asustarla, era tímida y a la primera escaparía de mi sin siquiera haberme dado la oportunidad de conocerme.

Aun así, no podía seguir haciéndome la pérdida o sino le parecía raro o peor aún, pensaría que me disgustaron sus novelas, que me asusto el saber que era muy probablemente lesbiana, yo estaba segura de que lo era, nadie que no lo fuera podría escribir con tal sentimiento sobre las relaciones entre personas del mismo sexo y cada que pensaba en ello no podía evitar que mi mente nos imaginara a mí y a ella en alguna situación tan íntima como esas que relataba en su libro tan sugerentes y tan románticas. Por eso era imposible que no imaginara a Auset diciéndome cosas dulces al oído mientras me hacía el amor y me acaloraba terriblemente.

Cuando me autoterapie, salí a verla la mañana del lunes y la alegría que expreso al verme fue tan evidente que no pude evitar que mi corazón explotara, estallara como si Rusia hubiese puesto una de sus mejores bombas nucleares en mi pecho, pero me controlé, pensé en que debía actuar normal, aunque yo no lo fuera del todo, pero si quería acercarme a ella debía de ser neutral y actuar con cabeza fría.

Esa mañana hablo más de lo habitual y no se mostró nerviosa como las otras veces y cuando se marchó, me quedé en el portón mirándola como una idiota caminar en la acera hasta que la perdí de vista, cuando miré el reloj corrí al salón de clases se hacía tarde.

Después de esa mañana, al día siguiente Lía me trajo una manzana de nueva cuenta por parte de su madre y así ocurrió toda la semana, no podía evitar ilusionarme ante ese gesto, sabía que ella en sus historias de amor era muy diferente al resto, así que empezar su modo de conquista por medio de enviar manzanas cada día, fue muy original por su parte. Yo trataba de solo dedicarle una sonrisa normal a Lía, porque lo que de verdad quería era brincar en un solo pie y bailar de alegría de que, tras mucho tiempo, alguien trataba de llegar a mí de un modo distinto.

Quise consérvalas, pero se iban a echar a perder, así que me las comí mientras pensaba en Auset, en lo que estaría haciendo, en que pensaba cuando escribía y que tanto pensaba en mí, bueno, puede que esto último sea demasiado, pero si me enviaba manzanas del diario, quería decir que me dedicaba mínimo un pensamiento al día.

Despues de las manzanas Lía me trajo duraznos, creo que Auset me enviaba frutas de las que tenía en casa, así que me hizo sentir aún más especial al hacerme por lo menos un poquito parte de su vida.

Durante esos días había escuchado a Lía hablar de su fiesta de cumpleaños con sus amigas, estaba muy emocionada por lo que se notaba, ya me imagino como tendría a su pobre madre día y noche, la pequeña parecía tener la energía de tres niños juntos, mientras que Auset a simple vista se miraba que era una mujer calmada y con mucha paciencia y estaba segura de que la necesitaba con la dinamita de su hija.

La tarde de un viernes, no me sorprendió cuando Auset me dio una invitación para el cumpleaños de Lía, la niña se emocionó al ver como su madre me invitaba y me hacía prometerle que iría, por supuesto que yo no desaprovecharía esta oportunidad de oro para conocer su casa. Auset amablemente me dio su dirección y yo me la memorice, me sorprendió saber que no estaba muy lejos, ahora entendía porque siempre iba y venían caminando.

Una novia para mamá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora