Capítulo: 5 parte 1 [Frenesí

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La incertidumbre que sentía dentro de si mismo era atenuante, un desenfreno de emociones de ir por venir, el conocimiento que tenía sobre si mismo se desvanecía tras cada recuerdo asomarse por su espaciosa mente, estaba deshecho, un campo de agramante, de esa manera se yacía.
Spreen, nuevamente se encaminaba en busca de un aire de calma el intenso descontrol que estaba viviendo lo quería orillar a volver a sus raíces aunque, si esto ocurría podría pasar que no habría vuelta atrás, se volvería una bestia más de lo que ya era esto originaria que, no volviera a ser "él" nunca más, su bestia interior rogaba por salir esto sucedía cada que se dejaba llevar tanto por sus emociones, necesitaba ayuda, necesitaba hablar con alguien cercano a él, alguien confiable, alguien que no le juzgará.

Así fue como se encamino en busca de su viejo "amigo", no tenía el conocimiento de su paradero, tampoco conocía a alguien que supiese donde encontrarle, pero si sabía someter y sacar información, no estaba pensando tan calculadoramente como le gustaría, pero suficientes cosas estaba pasando en ese momento como para cuestionar si estaba haciendo las cosas bien o no.

Transpiraba ensimismado esperando encontrar a algún individuo al cual poder sacarle información, esperaba no caer nuevamente en un frenesí, pero, la constante imagen de sus "padres" se plasmaba en constancia, atormentandolo haciendo que perdiera más el control y se preguntara mil veces como solucionar aquello pero entendía que era algo que no podría lograr en ese estado, necesitaba calma, ayuda, ser escuchado.

El camino fue largo y bastante agotador, al fin encontraba civilización, una pequeña choza esperaba encontrar alguien allí para dar con el paradero de su amigo. —¡¡Eh, ¿Alguien?!!, Hijos de re mil puta, salgan cagones.—, recriminó molesto, era obvio que se encontraban adentro, no sabía quienes, pero le serviría. — ¡¡Anda!! La concha de su vieja ¿A caso quieren que busque como entrar?. Si lo hago les juro que me van a chupar toda la poronga.— Su cólera aumentaba, a penas termino la oración, dos de sus "vecinos" salieron de su escondite los reconoció rápidamente, su viejo amigo con astigmatismo, Mariana y un querido allegado también con voz de "pija" según el oso, Roier. — Cagones chupa pijas, ¿Qué tan cogidos los tengo?. ¿Por qué no salían?— se cruzó de brazos y les juzgo latente con la mirada, ambos amigos entraron en un estado de nerviosismo ante las acusaciones de aquel oso. — ¿Qué dices? Mi hermano, Spreen solo no te escuchamos mano.— suavizó Osvaldo intentando sonar amistoso. — Si Spreen, ¿cómo creés que vamos a escondernos de nuestro compa?.— Termino Roier con un va y ven plasmado con sus manos en reflejo de su nerviosismo. El oso solo les dirigió una mirada entonada, claramente estaban colocando excusas alternas para evitar entrar en conflicto, Ivan intentaba mantenerse en calma puesto que, o estaba logrando controlar sus emociones actualmente, su auto control estaba exprímiendose cada vez más.

— Bueno, ¿A qué se debe tu visita mano?— sentencio Mariana, sacando a el osezno de sus pensamientos un tanto conflictivos. Roier se limitó a colocarse unos pasos atrás de Osvaldo, estaba claro que el oso le causaba un tanto de pánico. Spreen noto está debilidad obvia, causando en su rostro una pequeña sonrisa sádica mientras mantenía una postura imponente. — Oh, claro. Che, ¿Sabes acá donde se encuentra Juan?— cuestiono sin despegar su mirada de Roier, regalandole una sonrisa que hizo al mencionado estremecer y pasar saliva rápidamente. Osvaldo se quedó un momento pensando, conocía la estancia del mago, pero, temía que su vida corriese peligro por mandar a aquel ser a su paradero. — Eh...pues, Spreen ¿Vas cómo un buen amigo?. — pregunto, no quería poner en peligro la vida de Guarnizo, pero también temia por la suya y la de su compañero.

Roier cada vez sentía más terror al ver fijamente a aquel híbrido, pero no podía despegar su mirada de este, pensaba que si lo hacía le atacaría de inmediato. Spreen no podía estar más encantado ante aquella escena, en sus adentros amaba causar terror y pánico a cualquiera que se le prestase. — Venga, Mariana capo, decime' donde pijas está Juan. Que no le haré nada la concha de su vieja. La puta madre, créeme'— refunfuño, Osvaldo desconfiaba un poco de las palabras de Spreen, pero estaba en un dilema moral, no quería ser un sapo pero tampoco quería morir a manos de aquel aterrador oso.

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