Entre el amor y la lealtad - Katarina x Lux (LoL)

Capítulo 9 - Problemas Fronterizos

El castillo de Demacia era invadido por un ejército vestido completamente de blanco, se hacían presentes explosiones contra los de la milicia comandada por Garen y otros hijos de nobles, rayos de luz se dispersaban entre ellos y la diferencia de poder era impresionante. Fuera de armas de fuego y espadas convencionales, los demacianos solo disponían de sus entrenamientos y años de ejercer, pero no era suficiente, se veían opacados por una fuerza abrumadora, fuerza mágica. Demacia estaba siendo destruida por magos tras consignarse la revolución de los hechiceros, la mitad de los nobles habían emigrado a otros lugares, temerosos de perder su fuerza económica y su posición social, y el ejército contrario marchaba cantando la misma frase. "Todos caerán, todos caerán".
Luxanna figuraba entre ellos, liderando el movimiento y enfrentándose cara a cara a su hermano, quien la miraba con rabia y ciertamente aún se sentía como una sorpresa para ella, sabía que ahora toda su familia la repudiaba, no era más que la oveja negra de una familia de renombre.
Su vista se tornó borrosa y lo único claro que veía eran unos ojos verdes, mientras la espada de Garen le atravesaba la coraza y sus brazos se llenaban de flechas que caían consistentemente cual diluvio. El dolor se fermentaba en ella y le reventaba las arterias una por una, jamás creyó que moriría así, peleándose contra su nación tras su exilio por una traición inminente.

-¡Lux! Dijo la pelinegra en voz alta, tomando mi rostro entre sus manos y esperando a que reaccionara.
Desperté sobre el cuerpo desnudo de Katarina, rodeada por sus brazos.
-¿Otra vez pesadillas? -dijo, mientras sus ojos me miraban expectantes.
-Mierda, sí. Soñé que me asesinaban frente al castillo de Demacia por traición, me culpaban de algo que no hice-. Mi cuerpo sudaba y aún en mi estado de alteración, Katarina no me soltaba, incluso apretaba más su agarre a mi, supongo que ya se había acostumbrado a mis pesadillas y siempre lograba hacerme volver a la normalidad, de alguna forma u otra conseguía tranquilizarme.

Caí en cuenta de que ya era hora de irme. Quería quedarme pero no podía, debía regresar al campamento y ver cómo seguían las cosas durante mi ausencia. Ella me abrazó por última vez antes de partir, supongo que ambas comprendíamos que teníamos deberes que cumplir con nuestras naciones. Me asomé a la ventana por debajo de las cortinas, no tenia mísera idea de qué hora era, pero el cielo me indicaba que aún no amanecía y que de cualquier forma debía apresurarme, pues me encontraba del lado contrario de la frontera y debía asegurarme de que nadie me viera cruzar.

Me monté al caballo blanco que había dejado amarrado en el hostal en que la noxiana se estaba quedando, aseguré mi equipo en mi espalda, al igual que el costal con los libros sobre magia y runas que había encontrado con la mujer de ojos verdes y me puse en marcha hacia mis tropas. Solo que, había un pequeño detalle, las piernas me dolían, quizá porque ayer pasé muchas horas montando a caballo... bueno, también a Katarina. Mierda, probablemente tardaré un poco más de lo planeado.

Seguí un sendero de tierra marcado a las orillas del pueblo, el trote de mi caballo era constante, parecía ser muy temprano aún, no divisaba una sola alma despierta en todo mi trayecto y eso ciertamente me daba tranquilidad. Llegué a los gigantescos arcos de la entrada del pueblo y me dispuse a cruzar, al estarme acercando más al campamento tuve que bajarme del caballo y trotar, pues de escuchar sus pisadas se darían cuenta de que no había pasado la noche con ellos, que me habría escapado y suficiente tenía buscando excusas para justificar mi ausencia durante el día.

No había nadie despierto, nadie hacía guardia y todos los caballos reposaban. Entré a mi tienda de campaña, guardé mi costal en el cofre de mis cosas bajo llave y me quité los zapatos para acostarme a dormir nuevamente.

-Lux.-dijo alguien intentando despertarme. -Luxanna.- volvió a decir con un tono de voz más alto y moviendo mi hombro una y otra vez.
Me estiré un poco antes de abrir los ojos y me quejé vagamente, decir que me sentía exhausta se quedaba corto. Era Xin Zhao.
-Hey, ¿qué pasa? - contesté sin mucho interés, sabiendo lo que estaba por venir.
-Ayer debías regresar temprano idiota, yo no puedo estar cubriéndote para siempre y no llegaste ni para cenar, aunque hayas hecho una entrada silenciosa era muy fácil percatarse de tu ausencia, sabes. Y Garen no ha parado de hacer preguntas, así que necesitarás una buena mentira para hacer que se calle de una vez por todas, sé que al final del día es tu hermano pero es jodidamente insoportable. -dijo Xin Zhao mientras se sostenía en sus rodillas y me miraba seriamente.
-Y que lo digas, así la misión fracase sin ser nuestra culpa, el encontrará defectos en nosotros y los reportará, ya sabes cómo es. Mira, podríamos decirle que me hice pasar por civil y fui en búsqueda de un médico porque estaba con muchos vomitos y no quería ser una carga para ustedes con todo lo qué hay que hacer, si quieres de eso ya me encargo yo. Por cierto, gracias por cubrirme, te lo recompensaré. -le contesté mientras le daba una sonrisa genuina, es bueno tener un confidente entre tanto caos.
-Algún día yo tendré mi romance con alguien de otra nación, quizá con alguien del Freljord y además de querer lanzarme una roca gigante a la cabeza, tendrás que cubrirme idiota. -respondió mientras ambos reíamos.
-Que imbécil, trato hecho. -le dije, aún entre risas.
-Bien. Es hora de que te cambies para que salgamos con los demás y necesitas desayunar ligero para hacer creíble tu historia de los vómitos. Si puedes hacerlo más dramático sería fenomenal. Oh oh, ¿sabes qué? Deberías escupir avena en las botas de Garen, ¡seguro le encantará!
-Me hará lavarlas bajo el juramento de Demacia para luego hacerme recoger todo el campamento, paso. -ambos nos reímos y Xin Zhao salió de mi tienda de campaña, dejándome sola.